"Antes al CAS sólo se le conocía por sus polémicas"
Jesús Alcaide. Exdirector de I+CAS
Al frente del Centro de las Artes de Sevilla durante el último año, su reto era convertir dicho espacio en un referente de las nuevas tecnologías en relación con la creación contemporánea. No le ha sobrado el tiempo.
Hace un año, tras ganar un concurso público, el cordobés Jesús Alcaide se convirtió en director al Centro de las Artes de Sevilla (CAS). Su objetivo era entonces transformar dicho espacio, en la práctica a la deriva desde el mismo día de su creación, en un centro de investigación, difusión producción de arte contemporáneo en relación con las nuevas tecnologías. Ayer, con parte del centro aún en obras, fue su último día en el cargo. Cumplido su contrato, vuelve a su labor como comisario de exposiciones, no sin ocultar la desazón que le provoca el incierto futuro del proyecto o, al menos, la fidelidad que el nuevo equipo directivo -aún por designar- preste a la idea original.
-No, para nada. En principio mi contrato contemplaba la puesta en marcha del centro, no su desarrollo, y tenía una duración de seis meses, aunque posteriormente se amplió. Se trataba de trazar las bases, dar curso a los expedientes y dotarlo tecnológicamente. Y, sobre todo, de crear un planteamiento conceptual. Ya existía una línea de trabajo, pero había que desarrollarla.
-Insisto: ¿en un año?
-No, claro. Un proyecto así, como cualquiera referido a un centro de arte, necesita como mínimo cuatro años. Lo que ocurre es que aquí se contrató al director artístico a última hora, cuando creo que era algo que se debía de haber hecho al principio. El concurso para elegir director debería de haberse convocado antes, para poder participar en la elaboración de esas líneas de trabajo, y a partir de ahí plantearse tanto las reformas del espacio como los suministros necesarios.
-Presumo que cuando usted gana el concurso y acepta el cargo supone que el centro va a continuar como tal más tiempo…
-Efectivamente, igual que suponía que ya se había realizado un trabajo previo importante, aunque luego comprobé que había mucho por hacer. Fundamentalmente, poner en marcha todos los expedientes. El centro se pone en marcha gracias a una ayuda del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, y cuando yo llego apenas se había dado curso a cuatro o cinco expedientes. Lo que hemos hecho este año ha sido una carrera contrarreloj.
-Porque si no se usaba esa ayuda a la inversión, había que devolverla, ¿no?
-Sí.
-¿Se ha invertido la subvención al completo?
-Al cien por cien, no.
-O sea, que habrá que devolver parte de esa ayuda. ¿No parece un despropósito en los tiempos que corren?
-Una vez se termine la memoria económica, sabremos qué parte proporcional hay que devolver. Pero invertir el cien por cien de la ayuda en tan poco tiempo es algo muy difícil.
-¿Es responsabilidad suya? ¿De los funcionarios del Ayuntamiento?
-No voy a quitarme culpa, pero el problema es la burocracia. Ha sido muy complicado explicar algunos proyectos en los que se podría haber invertido. Si no se ha hecho al cien por cien ha sido por cuestiones administrativas.
-¿Donde está el materia tecnológico adquirido para los laboratorios?
-Guardado en los almacenes. Una vez que terminen las obras de reforma en el centro será cuando todo se instale, aunque a lo largo de este año ya hemos utilizado parte del equipo.
-No se esperan nuevas ayudas de Industria. ¿Cree que I+CAS puede continuar sin ellas?
-La opción lógica sería, al igual que el Ayuntamiento dota de presupuesto a otros centros, que lo hiciera también con éste. Pero no sé si va a ser así. Al mismo tiempo, y como hemos hecho durante este año, hay que implicar a los agentes y colectivos locales, conseguir que hagan suyo este centro, que puedan trabajar en él. Nuestra idea siempre ha sido convertir el I+CAS, más que en un centro de arte, en un centro de producción de arte.
-¿Pero cree que el centro puede continuar o no?
-Si estas condiciones se dan, si los artistas y colectivos locales lo hacen suyo, desde luego que puede continuar. Si no, habrá que crear redes con otros centros más pequeños. En la época de crisis que atravesamos hay que ir a proyectos compartidos y colaborativos.
-El nuevo Ayuntamiento aún no se ha definido sobre el futuro de I+CAS. ¿Ha pulsado la opinión de la delegada de Cultura, María del Mar Sánchez Estrella?
-En principio parece complicado continuar con esta línea. Para empezar, I+CAS no tiene entidad jurídica como centro de arte. Es un proyecto dentro del Centro de las Artes de Sevilla (CAS) dedicado al arte tecnológico, así que tengo cierto miedo a que sólo una parte se dedique a eso y el resto se use para otro tipo de cosas. Al final se puede convertir en un batiburrillo. Yo he apostado por la especialización, pero no exclusiva. No me interesa la tecnología por una cuestión de tecnofilia, sino porque nos lleva a otros territorios. Este año hemos visto en I+CAS cómo ha influido en el mundo de la literatura, en el de la danza, en la escultura, en el terreno del audiovisual… No hemos tenido tiempo para ver cómo ha influido en la pintura o la arquitectura, pero habría que hacerlo. Las nuevas tecnologías no son exclusivas, son algo cotidiano, diario. Hay que seguir estudiando sus posibilidades creativas y de interrelación.
-En seis meses, ya lo he dicho, no puedes hacerlo todo. Yo veo la creación artística, en cualquier caso, de un modo interdisciplinario. La pintura y la escultura siguen existiendo, pero transformadas por los nuevos medios, los nuevos métodos de componer la imagen. Me interesaría saber qué es lo que esos que me criticaron entienden por pintura. Si me hablan de la pintura de marco, ésa murió a principios del siglo XX.
-¿Cree que eran reticencias sinceras o interesadas?
-Puedo aceptar cualquier crítica, excepto las interesadas. Y en este caso concreto, me dolió que compañeros de profesión lanzaran críticas interesadas. Algunos de ellos se habían presentado al mismo concurso que yo gané para ser el director de I+CAS, y al hacerlo habían aceptado que este centro se dedicara a las nuevas tecnologías. Si a mí me llaman para dirigir un museo costumbrista del XIX, no lo acepto, porque no es mi campo. Si te presentas a un concurso, hay unas líneas de trabajo que aceptas. Sus críticas, además, no inciden en el debate real que hemos mantenido en el centro este año con dos ciclos de conferencias, Sevilla Distrito Digital y Nodos, a los que se invitó a participar a todo el mundo, y que planteaba esa cuestión: ¿tiene Sevilla la capacidad de soportar un centro de arte y nuevas tecnologías? ¿Existe el sustrato de creadores para sustentarlo?
-¿La tiene? ¿Piensa que existe ese sustrato?
-Sí, la tiene. Desde el punto de vista creativo, la tiene. Verá, de Madrid para arriba se está prestando mucha atención a este territorio, pero falta un centro que aglutine sus propuestas. Desde los años 90 hay mucha gente mirando para acá. Piense en Zemos98, que hoy es un festival de referencia nacional, o en Hackitectura, otro equipo fundamental. O el hecho de que el año pasado el Mes de Danza se dedicara a danza y nuevas tecnologías. Existe el sustrato, nos falta el apoyo y no caer en la lucha entre esto y la pintura sevillana de los 80 y 90.
-¿Qué cree que ha conseguido a lo largo de este año de trabajo?
-Aglutinar a artistas y colectivos de la ciudad que estaban dispersos e incluso, a veces, enfrentados. En ocasiones se ponen encima de la mesa los intereses personales antes que los colectivos. Eso ocurre en muchas ciudades, y aquí también. Creo que hemos conseguido que esos artistas se vinculen al espacio, al igual que creo que hemos logrado trazar una línea de trabajo coherente, sin saltos de esos que hacen que un día tengas una exposición de una cosa y al otro otra sin relación alguna. Creo que también se ha avanzado en la visibilidad del centro, al menos dentro del círculo del arte contemporáneo. Antes al CAS sólo se le conocía por sus polémicas.
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