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Clásica
De los tres solistas que este año ocupan el ciclo de Pianistas, dos son ya conocidos por el melómano sevillano, quien aún tiene reciente la actuación de Lars Vogt en el Ciclo de Cámara de la Fundación Cajasol al final de la pasada temporada, en la que tocó, con solvencia pero sin alardes, un concierto mozartiano junto a la Orquesta de Cámara de Baviera. Diferente es el caso de Zacharias, que dejó hace unos años un recuerdo imborrable en el mismo escenario de la Sala Joaquín Turina con una actuación memorable junto al violinista, también alemán, Frank Peter Zimmermann.
Si la memoria y la documentación no me fallan, la de Boris Berezovsky (Moscú, 1969) será en cambio su debut en la ciudad. Alumno de la gran pianista armenia Elisso Virsaladze en el conservatorio de su ciudad natal, ganador a los 20 años de la medalla de oro del prestigioso Concurso Chaikovski de la capital rusa, en Berezovsky se combinan el gran virtuosismo y el exuberante sentido del color característicos de la escuela de su país con un gusto por la libre inspiración que lo ha llevado también hasta el mundo del jazz. En Sevilla, presentará un programa en el que se funden estos dos polos: los Preludios de Rachmaninov (especialidad absoluta) y las dos obras más conocidas de Mussorgski, los Cuadros de una exposición, en su original pianístico, menos conocido que en la versión orquestada por Ravel, y Una noche en el monte pelado, en arreglo para piano de Chernov, menos famoso que en su versión sinfónica original.
El pianista alemán nacido en la India Christian Zacharias (Jamshedpur, 1950) es reconocido por su elegancia y su exquisitez, que lo ha llevado a ser considerado uno de los mayores intérpretes scarlattianos y mozartianos de nuestros días, aunque también es un gran especialista en la música de Schumann o en la de los compositores franceses de principios del siglo XX, singularmente Ravel. Todos estos intereses figuran bien recogidos en el programa que ofrece en Sevilla, que abrirá y cerrará con el Clasicismo de Joseph Haydn, bien contrastado por la presencia del Schumann más libérrimo, el de la Humoreske Op.20, y por la fascinante modernidad de los preludios de Debussy.
De la misma generación que Berezovsky, Lars Vogt (Düren, 1970) también se dio a conocer internacionalmente a los 20 años, al imponerse en el durísimo Concurso de Leeds. Admirador de pianistas como Claudio Arrau o Glenn Gould, Vogt dice sentirse entroncado en la tradición pianística de su país, la de un Edwin Fischer o un Walter Gieseking. A Sevilla viene con un programa que recoge en efecto lo mejor de la música centroeuropea, con la Sonata Op.1 de Alban Berg, las Tres piezas para piano D946 de Schubert, de las que tan grato recuerdo dejó Javier Perianes en el Teatro, y la Sonata en si menor de Liszt.
Programa:
Programa Seis preludios de la Op.23 y Seis preludios de la Op.32 de Rachmaninov; Una noche en el monte pelado (arreglo de A. Chernov) y Cuadros de una exposición de Mussorgsky.
Programa Sonatas en re mayor Hob. XVI: 24 y en fa mayor Hob. XVI: 29 de Haydn;Humoreske Op.20 de Schumann;Seis preludios del Libro I de Debussy.
Programa Sonata Op. 1 de Berg; Drei Klavierstücke D946 de Schubert; Sonata en si menor de Liszt
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