Una Bernada negra y extrema

La casa de Bernarda Alba | Crítica de teatro

Consuelo Trujillo y Ana Fernández en 'La casa de Bernarda Alba'
Consuelo Trujillo y Ana Fernández en 'La casa de Bernarda Alba' / MARCOSGPUNTO

La ficha

*** ‘La casa de Bernarda Alba’ Producciones Faraute. Autor: Federico García Lorca. Dirección y dramaturgia: José Carlos Plaza. Intérpretes: Ana Fernández, Consuelo Trujillo, Rosario Pardo, Luisa Gavasa, Ruth Gabriel, Zaira Montes, Montse Peidró y Marina Salas. Escenografía e iluminación: Paco Leal. Vestuario: María Calderón. Música y ambientación: Mariano Díaz. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Sábado, 8 de mayo de 2021. Aforo: Completo.

Federico García Lorca termina de escribir La casa de Bernarda Alba en junio de 1936, pocos meses antes de su asesinato. Margarita Xirgú la estrenó en Argentina en 1945. Desde entonces la obra se ha convertido en un clásico que no ha dejado de llevarse a escena en innumerables ocasiones y con la que se miden muchos directores y actrices. El propio José Carlos Plaza ya la dirigió hace casi cuarenta años y ahora vuelve a retomarla dándole un valor casi documental. Se enfrenta a la obra sin artificios, ocho actrices dan vida a una familia bajo la sombra de Bernarda, la madre, que mantiene todo el oscurantismo y el machismo de la España profunda y sojuzga a sus hijas sometiéndolas a un luto riguroso tras la muerte del padre. El noviazgo de la hija mayor, Angustias de 39 años, interpretada por una maravillosa Ana Fernández, desencadenará una tormenta de pasiones ocultas, celos y envidias que acabarán en tragedia.

El escenario de Paco Leal, las paredes de un patio interior en el que se vislumbran retazos de unas pinturas de ninfas es el único motivo alegre de la función. El vestuario, militarizado/carcelario, de María Calderón y, sobre todo, la rigidez de algunas interpretaciones acaban alejando al espectador ante una obra que quiere ser muy fiel al original pero a la que le falta pasión.

A pesar de que el texto de Lorca fluye se recurre demasiado a una declamación pura y dura que no nos deja apreciar matices en la evolución de los personajes. El valor documental se adueña de la función y asistimos, entonces, a una propuesta más preocupada por denunciar el patriarcado que por hacernos llegar los matices de Bernarda, Poncia y sus cinco hijas hundidas en un mar de luto.

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