Ben David, la viola ensimismada

Juan Ramón Lara

09 de marzo 2011 - 05:00

Nima Ben David. XXVIII Festival de Música Antigua (FeMÁS 2011). Nima Ben David, viola da gamba. Programa: Obras de Hume, Sainte-Colombe, Telemann, Abel, de Machy, Hersant y Gourdjieff. Lugar: Centro Cultural Santa Clara. Fecha: Martes 8 de marzo. Aforo: Media entrada.

Bello concierto este segundo de la III Semana de la viola da gamba, en el que Nima ben David demostró ser un muy buen referente de la corriente más clásica de interpretación del instrumento y nos mostró su faceta más intimista: en días venideros tendremos oportunidad de conocer otros modos de hacer sonar la viola, y en compañías más nutridas y expansivas.

Aunque israelí de nacimiento, Ben David ha asumido plenamente las maneras violagambísticas de su país de adopción, Francia. La introspección dominó la parte histórica del programa, un recorrido por los maestros de la tradición del instrumento tocado de memoria y con los ojos cerrados, con una mano izquierda muy segura y un sonido limpio aunque pequeño. Exquisitamente inteligente en el uso de la agógica -como bien se comprobó en Telemann- y dueña de una muy buena afinación fuera de los trastes -algo, huelga decirlo, no muy habitual entre los violagambistas-, la viola recuperó su romántica aura de instrumento íntimo en las manos de una intérprete que parecía tocar para sí misma. A cambio se pudieron echar de menos un sonido más profundo, una gama dinámica y tímbrica más amplia y, en fin, mayores riesgos en el uso del arco, siempre elegante pero siempre, tal vez, demasiado contenido.

Fue en las obras contemporáneas que cerraban el programa donde Ben David pareció liberarse de esa contención y sacó todos los sonidos que su viola lleva dentro. Con surtido uso de acordes, séptima cuerda, pedales, motivos repetitivos y efectos como el col legno o el pizzicato, las obras de Hersant marcaron el momento más brillante del concierto, gracias a su muy idiomática escritura -incluso efectista por momentos en L'Ombre d'un Doute- y a una interpretación valiente pero siempre sutil.

Un distinguido Bach, flanqueado por piezas que rozaban la world music, cerró el concierto con el mismo refinamiento que lo abrió.

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