Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Barroca
'Affectus: obras de Bach'. Javier Núñez, clave. Arcana.
Tras su atrevida incursión en el mundo del experimentalismo napolitano del siglo XVII con su primer disco en solitario, À modo italiano, Javier Núñez (Sevilla, 1973) vuelve a la actualidad discográfica con un álbum que publica el sello italiano Arcana, Affectus, que dedica a Bach.
¿Por qué Affectus?
-Una vez decidido que quería grabar Bach, la pregunta era "pero qué grabo". Y opté por una fórmula parecida a la del primer disco. Traté de hacer una selección personal, pero con un hilo, con una historia que contar. Un disco tiene que llamar la atención. Y el título para mí ya tiene gancho. Siempre me ha interesado mucho la retórica musical. En Alemania, durante el período barroco, se preocuparon especialmente por ella. El Affectus era ese intento de racionalizar los estados emocionales de los oyentes, de hacer de la música un lenguaje específico. Busqué obras muy diversas, con afectos diferentes, con un componente emocional propio, al menos para mí. Quería un programa que fuera diverso, que tuviera música de danza, obras polifónicas, otras más centradas en la melodía... Le di muchísimas vueltas para escogerlas y luego más aún para ordenarlas. Es un trabajo que me gusta. Siempre está la opción de hacer una integral de las Suites inglesas o algo por el estilo, pero a mí me gusta implicarme en la selección del programa, en darle un sentido a la sucesión de las piezas. No es un disco popurrí. Es como cuando tocas. No se trata de dar una nota detrás de la otra, hay que hacer un fraseo. Y es lo que hice con las veintiuna pistas que componen este disco. Puede parecer ecléctico, pero cuando lo escuchas te das cuenta de que esa sucesión tiene una lógica, y funciona.
-Ese relato personal es una aportación creativa más como intérprete.
-Claro. A mí es lo que me atrae. Componer un mosaico de obras como estas y que no quede inconexo. El disco se grabó hace algo más de dos años, y ahora lo escucho y hay cosas que musicalmente haría diferentes, pero estaba deseando que saliera y ver la respuesta que tiene, qué opinan los demás de él, y ver si de verdad he podido modestamente aportar algo al mundo de Bach.
-¿Y qué aporta usted?
-Para empezar, el título, que creo que nadie había usado para un álbum de clave. Y luego mi propia visión del repertorio, mi propio relato, mi timing.
-El álbum empieza y termina en modo menor.
-La música en modo menor siempre me ha llamado mucho la atención. Esa expresividad a veces tan dramática… Para mí uno de los puntos culminantes es la Sinfonía en fa menor, una tonalidad muy especial. Es increíble cómo Bach es capaz de crear con un simple motivo de tres notas una joya tan delicada y expresivamente tan poderosa, basada en un contrapunto imitativo. La pieza termina en una cadencia picarda en mayor: después de toda la desesperación, parece que te esté ofreciendo un poco de consuelo con ese fa mayor, que es la tonalidad del Preludio anterior, que además coloqué ahí para romper con la enorme carga emocional y la cantidad de notas de la Fantasía cromática y fuga. Yo quería limpiar el ambiente, y ese preludio en fa mayor suena como una descarga eléctrica que limpia un poco antes de esa nueva avalancha emocional que suponen la Sinfonía en fa menor y por supuesto la Fantasía en do menor final, una pieza estratosférica, alucinante.
-Incluye también en el álbum un par de contrapuntos de El arte de la fuga, obra especulativa por excelencia.
-Sí, algo muy abstracto, matemático casi, un canto a los artificios contrapuntísticos, pero cómo te pone los pelos de punta. A mí se me han saltado las lágrimas tocando esta música. Bach es tan grande por eso. Conmueve con el más cerebral de los contrapuntos. Eso es el Affectus. Escribe una fuga a cuatro voces, la tocas en un instrumento como el clave y está todo tan bien hecho que te conmueve. Cómo consigue eso. Es una locura. Cómo es capaz de a partir de un tema tan simple crearte esa ansiedad, esa expectativa de algo que no termina de darte nunca.
-Y las fugas y los contrapuntos son compatibles con las danzas y los corales.
-Sí, escogí esta suite, la BWV 996, porque si te metes en una de las más desarrolladas o complejas (una Suite inglesa o francesa, no digamos ya una Partita) se te va medio disco. Pero tenía que meter música más ligera, que se saliera un poco del contrapunto imitativo, de la fuga. Las melodías de coral me servían para eso, para romper con el mundo contrapuntístico. Ese coral atribuido a Emanuel Bach que está en mi menor me servía como obertura para el preludio de la suite, y terminada la suite, otro coral para volver al terreno de la fuga. Eso me permitía además exponer otra sonoridad del instrumento, otros recursos propios del clave.
-Decidió dejar el Conservatorio de Palma de Mallorca y establecerse como músico dedicado exclusivamente a los conciertos. ¿Cómo sobrevive un clavecinista freelance en Sevilla?
-Es complicado, pero no me arrepiento de la decisión que tomé. Uno de mis pilares es Accademia del Piacere, un conjunto que tiene una producción muy importante y hace un trabajo muy serio y diversificado. Pero además últimamente han surgido otros proyectos interesantes, como el del dúo con Johanna Rose y las sonatas de CPE Bach que grabamos o el de L'Estro d'Orfeo, el grupo de la violinista Leonor de Lera, con el que colaboré en un disco publicado en Challenge. Ambos trabajos han sido muy bien valorados y están dando opciones de trabajo. Como solista es muy difícil si no tienes un gran nombre, aunque van saliendo cosas. Hay un proyecto que me hace mucha ilusión: voy a dar un recital el próximo 15 de mayo con este programa del disco en un Ruckers original que hay en Neuchatel, uno de los claves más famosos del mundo. Estoy muy contento. En ese mismo mes toco en Berlín con Sara Águeda nuestro programa Stravaganze, que hemos grabado y estamos ahora editando. Hemos suavizado la primera versión que presentamos en Sevilla hace un par de años: ahora hay más melodía, más danzas y variaciones, pero también esos toques de música extravagante, experimental, que le dan sentido al trabajo.
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