Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
IRENE GONZÁLEZ & OBS | CRÍTICA
*****Programa: Concierto para clave y cuerdas en Re menor Wq 23, de C. Ph. E. Bach; Concierto para clave y cuerdas en Re mayor IWV 25, de W. F. Bach; Sinfonía en Si menor Wq 182/5, de C. Ph. E. Bach; Concierto para clave y cuerdas en Re menor BWV 1052, de J. S. Bach. Clave: Irene González. Orquesta Barroca de Sevilla. Concertino y directora: Suyeon Kang. Lugar: Espacuio Turina. Fecha: Sábado, 22 de enero. Aforo: Lleno.
Lo dijo Ventura Rico en su alocución a mitad de concierto: cuando Irene González nació, la Orquesta Barroca de Sevilla ya llevaba algunos años funcionando. A sus veinticuatro años, la clavecinista muestra una madurez y una serenidad, mezclada con virtuosismo, que difícilmente hubiera sido posible disfrutar en Sevilla hace un cuarto de siglo. Y en buena parte ello es así porque la OBS y la presencia de muchos de sus integrantes en los conservatorios de la ciudad han alentado el talento local y han permitido esa eclosión de intérpretes historicistas de la que hoy disfrutamos. De esta manera, con un concierto como éste se cierra un ciclo y se abre un futuro esperanzador para esta música en Sevilla.
Lo de Irene González es para descubrirse: enfrentarse a tres conciertos máximamente exigentes y, como quien no quiere la cosa, tocar también el continuo en la sinfonía. Fue una pasmosa y maravillosa lección de buen gusto, de conocimiento del estilo, de sus exigencias articulatorias, de sus necesidades en materia de flexibilidad con el tempo y de dosificación de la ornamentación. La agilidad y la precisión de su pulsación, unida a la claridad en la exposición de las voces fue sobresaliente toda la noche, especialmente en las cadencias, brillantes y con un juego muy sutil y seductor con la velocidad y los acentos, siempre remachados con pleno sentido expresivo, sobre todo en el concierto de Emanuel Bach, un prodigio de dramatismo sonoro.
Tal dramatismo se hizo patente gracias a la dirección de Suyeon Kang, atenta a marcar con energía las rápidas figuras rítmicas y las aceleraciones, tanto como los silencios más elocuentes. Claro que tuvo a sus órdenes a una OBS de un empaste y de una riqueza de matices, sobre todos los más densos y oscuros, realmente sobresalientes.
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