Red One | Crítica
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En los recuerdos de Miki Leal (Sevilla, 1974) se agolpan imágenes, objetos y sensaciones de épocas y lugares distantes. La casa familiar en el campo, un cartel californiano de los años 50, una máscara que su tío le trajo de Zimbabue cuando era niño. Ahora que reside en Madrid, es su propio hijo el que imprime nuevos motivos a ese imaginario. Hoy inaugura a las 13:00 en la galería Rafael Ortiz Miki's paper. Bodegones y paisajes musicales, una exposición intimista y reflexiva de 14 nuevos trabajos. Uno de ellos, que el visitante descubre al traspasar el umbral, es un paisaje en tonos verdes que ha titulado, en homenaje al pequeño, Hora de aventuras.
Leal sigue trabajando la acuarela y el acrílico con el papel como único soporte. "En los inicios fue una decisión pragmática. Soy poco paciente. Me gusta ver resultados y el papel me permitía un secado rápido, algo difícil con el óleo y el lienzo. Esta técnica también me deja superponer, trabajar capa a capa, buscar la huella de las cosas".
En su caso, trabaja siempre en papel Canson para acuarela de 350 gramos, un papel que admite mojarse sin que se desprenda la pintura y que aporta esas rugosidades tan características. "Algunas de estas obras las pinté, las metí en la ducha, las arrugué y las volví a estirar. Cuando le arranco los bordes a los cuadros, o les saco una capa, hay una reminiscencia que me interesa mucho del mundo de la fotografía, de esa imagen mala que desechas, la foto que de pronto encuentras olvidada en un cajón y te sorprende. Quiero mostrar el paso del tiempo, que este cuadro, aunque sea pintado ahora mismo, tenía una vida anterior, al menos mentalmente".
Admirador de Zurbarán, Velázquez y Giotto, Miki Leal soñaba con dedicar un proyecto al bodegón, "no en el sentido de la manzana y el jarrón, claro, sino de naturalezas muertas y recuerdos". Ése era el punto de partida de esta exposición pero, de nuevo, su desbordante creatividad y su pasmosa habilidad compositiva le han llevado por otros derroteros. Al menos, de momento. "Me nutro de algo muy personal, de recuerdos de la infancia, la familia, la música y el cine. Pero durante mi viaje a Los Ángeles (estuve exponiendo en California con la galería Track 16 del coleccionista Tom Patchett) me interesó mucho la cartelística californiana de los años 40 y 50 relacionada con el surf", contextualiza.
A ese tema, dedicará Leal otra muestra que prepara para la nueva temporada de la galería madrileña Benveniste, referente español del grabado y la estampación, que abrirá en septiembre su nueva sede en la nave diáfana que le servía de taller. Aquí en Sevilla, en la sala de la calle Mármoles, hay algunos latidos de ese interés, como la obra de gran formato Santa Mónica. Bodegón 2012, una amalgama de carteles surferos con el rosa y el rojo como colores principales.
Otro motivo destacado en este catálogo de nuevas obras es el paisaje. Al fondo de la sala principal, una casa rodeada de palmeras bajo un sol veraniego revela mucho más de Miki Leal de lo que aparenta. "Soy muy anárquico en mi manera de trabajar. He cogido referencias de paisajes y temas comunes de mi mundo. Pero aunque aparezcan motivos exóticos ésta no deja de ser otra muestra que indaga en el universo privado y a veces críptico de mis recuerdos, de mi infancia", confiesa de esa vivienda familiar, los Pencales. "Es una ensoñación de la casa de campo donde jugaba de niño, un autorretrato sensorial de lo que yo recuerdo porque ya no es de mis padres y hace años que no la he vuelto a ver", detalla el pintor, que defiende que los títulos son "muy importantes" en su obra y que nunca deja uno al azar.
Su vida actual, los temas que le interesan, como la cerámica, a la que quiere dedicar un nuevo proyecto expositivo, son más perceptibles en los 21 trabajos en pequeño formato que ha reunido en la planta alta de la galería, una serie de dibujos y collages que constituyen una obra única titulada La vida de un artista. En ella aparecen vasijas, caretas, formas vegetales e incluso un homenaje a un saxofonista que le apasiona, Benny Golson, y que conecta este Miki Leal con aquel otro que tocaba la guitarra, hacía arreglos, estudiaba música y soñaba con dedicarse profesionalmente al jazz. "Me interesa mucho el concepto del paisaje musical y en mi obra hay constantes referencias a un disco o un intérprete, muchos guiños a la música clásica, a temas que escuchaba de chico con mi padre. La vida de un artista es un miniproyecto muy personal que consistió en hacer un dibujo cada día, no en el estudio, sino en mi casa. Me llevaba allí unas tintas, o un lápiz, algo muy escueto y normal. La idea era coger un papel cada día y pintar como lo sentía en ese momento, como una referencia periódica. Son dibujos inconexos, no muy elaborados. Hay pruebas y hay errores. Conté cosas que me interesaban pero lo que más me preocupó fue plasmar ese secreto que tiene la autenticidad: que cuando algo es sincero y sentido, funciona".
En esta ocasión, Miki Leal ha optado por presentar muchas de sus obras sin enmarcar, como hiciera meses atrás en este mismo espacio Patricio Cabrera, "un artista al que adoro". "En mi anterior exposición con Rafael Ortiz en 2008, Viento de cara, que era más mínima, estaba todo enmarcado y eso le daba a la obra un peso específico. Ahora tenía ganas de mostrar cosas, no quería poner una sucesión de cuadros. Creo que la gente viene a ver trabajos míos y eso es lo importante".
Acaso la figura más internacional de la joven escena sevillana, antaño compañero de batallas de Fernando Clemente y Juan del Junco en la Richard Channing Foundation, Miki Leal mantiene su interés por el asociacionismo y los proyectos artísticos colectivos. Ahora, desde Madrid, está inmerso en Noestudio, un espacio cultural en pleno barrio de Salamanca (Maldonado, 64) donde comparte taller y actividad con otros colegas como Abraham Lacalle, Jacobo Castellano y Jaime de la Jara. El proyecto, que inauguró en febrero coincidiendo con la última edición de ARCO, ha ido creciendo y diversificándose desde entonces. "Al principio pretendíamos hacerlo todo entre nosotros y nos hemos dado cuenta de que eso nos obligaba a convertirnos en gestores culturales, que no era el propósito. Contamos ahora con un equipo de comisarios independientes que nos surten de propuestas y hemos abierto otras líneas: una de cocina y otra musical con Fino Oyonarte -que fue bajista de Los Enemigos y productor de Los Planetas- y Christina Rosenvinge. El espacio está gustando mucho y nos llegan bastantes propuestas; entre las últimas, una sesión fotográfica de la cantaora Estrella Morente".
El año que viene, Miki Leal protagonizará entre abril y junio de 2013 su primera exposición individual en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, donde hoy también se inaugura (a las 20:00) la muestra de José Soto Campos de color. "La generación de Pepe Soto, que es también la de Carmen Laffón, ha sido muy importante para mí. De la obra plástica de Soto no tenía tanta conciencia porque le he conocido en los años en los que no ha pintado y ha ejercido de comisario y crítico. Pero en dos palabras te dabas cuenta de que sabía muchísimo de pintura y de arte. Porque el artista, cuando habla con otro artista, emplea un lenguaje muy concreto y eso en Pepe Soto se nota siempre", dice Leal, que agradece que, en Sevilla, la gente del arte se respete mucho entre sí.
"Soy amigo de todas las generaciones. Aquí el ambiente es mucho más amable que en otras partes, donde he encontrado más competitividad", dice este creador que reconoce "la influencia importantísima en mí, como artista completo, como artista genio, de Rafael Agredano" y reivindica a Manuel Quejido, "otro pintor como la copa de un pino al que, incomprensiblemente, en España aún no se le ha reconocido lo suficiente".
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