Austeridad y grandeza
Arte
El CAAC celebra sus 25 años de historia con la muestra 'El gran silencio', por la que vuelven a la Cartuja obras de Velázquez, Zurbarán o Valdés Leal que en su momento coleccionaron los monjes.
En El gran silencio (2005), el cineasta alemán Philip Gröning obtuvo permiso para adentrarse en la Grande Chartreuse, el monasterio de los Alpes franceses, y captar con su cámara la vida de una comunidad de religiosos consagrados a la espiritualidad y el recogimiento. El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo hace un guiño al pasado del inmueble donde se ubica -el Monasterio de Santa María de las Cuevas- y, para la celebración de sus 25 años de historia, toma prestado el título de ese largometraje y los preceptos que guían a los cartujos: la contemplación y el aislamiento. Una exposición, que inauguró ayer la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, y que puede verse hasta el 7 de febrero, explora cómo la creación contemporánea ha acogido en las últimas décadas estas ideas -una tendencia que interesó particularmente a Susan Sontag-, pero también rescata para la ocasión obras de Velázquez, Valdés Leal, Zurbarán o Martínez Montañés que formaron parte de los fondos del Monasterio de la Cartuja y que regresan ahora provisionalmente, casi dos siglos después de la Desamortización.
La atracción que ejerció el silencio en algunos creadores tiene todo un paradigma en 4' 33'', la pieza compuesta por John Cage en la que no sonaba nota alguna y que en el CAAC ejecuta, en un vídeo, el pianista David Tudor. La propuesta del estadounidense es una de las más llamativas del recorrido junto con la del británico Tino Sehgal, que cuestiona las prácticas museísticas con una performance en la que un bailarín realiza, en vivo, sus movimientos en el suelo de una sala vacía, una coreografía basada en las películas de Bruce Nauman y Dan Graham con la que Sehgal, León de Oro en la Bienal de Venecia, tensa la cómoda relación del espectador con la obra.
El aislamiento de los cartujos se reinterpreta en uno de los apartados de la exposición en unas claves de activismo y disidencia. Las espectaculares jaulas de Pepe Espaliú, también presente con la acción El nido, remiten a la estigmatización de los enfermos de sida en los comienzos de la epidemia, mientras que el colectivo Chto Delat se erige en un símbolo de la disidencia en una videoinstalación en cuatro canales y 12 episodios que plantea una puesta en común sobre la exclusión y la falta de libertad en Rusia. "Solíamos pensar que la colectividad era necesaria para ser fuertes, pero ahora nos damos cuenta de que es necesaria simplemente para mantener la cordura", aseguran sus integrantes.
El gran silencio proyecta también la película homónima de Philip Gröning, y la atmósfera íntima del monasterio que describe el cineasta encuentra más tarde un contrapunto en las delicadas imágenes del japonés Hiroshi Sugimoto. Del artista se muestra al principio del itinerario uno de los cines vacíos que retrató con su cámara, pero son los bellos paisajes marinos, atravesados por una bruma abstracta, los que conmueven especialmente al observador.
Las salas destinadas a la contemplación exhiben el trabajo de Susan Hiller, que en el vídeo Resounding (Ultraviolet) traza un tapiz sonoro que intercala una recreación del Big Bang, informes sobre ovnis o transmisiones en código morse, o Tacita Dean, que en Sound Mirrors filma los espejos de sonido que se concibieron durante la Primera Guerra Mundial, estaciones de escucha con las que se pretendía alertar de ataques aéreos que acabarían fracasando en su propósito: los dispositivos no sólo recogían a los aviones que se aproximaban, también el viento o el tráfico sin que las señales pudiesen descifrarse correctamente.
La escocesa Susan Philipsz, interesada por el impacto emocional que provoca la música en el oyente, participa en la exposición con dos instalaciones sonoras: un Preludio de Chopin que suena en el Patio de Pérgolas -y que se inspira en la estancia del compositor y de George Sand en la cartuja de Valldemosa, fundada como la de Sevilla en 1399- y More than This, en la que la propia artista tararea la recordada canción de Bryan Ferry para analizar cómo una melodía puede alterar los estados de ánimo o modificar un espacio.
La última de las dependencias de la exposiciónse destina a la muerte, el silencio definitivo, con un diálogo entre diferentes siglos: el de una obra de la colombiana Doris Salcedo, uno de los muebles cargados de cemento con los que la ganadora del Premio Velázquez refleja la huella de la violencia en la vida cotidiana, y el óleo Representación de los sepulcros de los Ribera en la Cartuja de Sevilla, que Lucas Valdés pintó en 1714.
Antes, en otra sala, el diálogo con el pasado rescata algunas de las obras que acompañaban la vida de los monjes en la Cartuja y que se dispersaron tras la Desamortización de Mendizábal. Una lista de grandes nombres que demuestra, como subraya el director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes, que "los monjes eran grandes coleccionistas de arte contemporáneo, del arte de su tiempo". En este conjunto el espectador puede apreciar la grandeza de Jesús y la samaritana, de Alonso Cano y las primorosas Virtudes cardinales -la Templanza, la Justicia, la Fortaleza y la Prudencia- que tallaron Juan Martínez Montañés y Juan de Mesa y que actualmente conserva el Bellas Artes de Sevilla; así como otras piezas destacadas como el San Bruno de Martínez Montañés, Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría de Valdés Leal, El niño de la espina de Zurbarán o una Cabeza de apóstol de Velázquez.
Para la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, esta exposición "es un símbolo de 25 años de trabajo en los que el CAAC, Andalucía y la creación en general han ganado. En este tiempo, los fondos del CAAC han pasado de las 623 obras inaugurales a las 3.269 que tiene en la actualidad y en sus instalaciones se han celebrado más de 200 exposiciones. El mejor indicador es la respuesta del público, con más de 175.000 visitas en 2014 y un crecimiento sostenido pero constante todos estos años", afirmó Aguilar, que anticipó que El gran silencio, la última cita de la celebración de los 25 años del CAAC, cederá el testigo a principios de 2016 a la exposición ¿Qué sienten, qué piensan, los artistas andaluces de ahora?, que "habla de futuro y en la que varios artistas de las últimas generaciones salidas de Andalucía presentarán sus proyectos".
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