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Crítica 'Jurassic World'

Chris Pratt pasa de 'Guardianes de la galaxia' a 'Jurassic World'.
Carlos Colón

15 de junio 2015 - 05:00

JURASSIC WORLD. Aventuras, EEUU, 2015, 124 min. Dirección: Colin Trevorrow. Intérpretes: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Judy Greer, Vincent D'Onofrio, Irrfan Khan, Ty Simpkins, Omar Sy. Guión: Colin Trevorrow y Derek Connolly. Fotografía: John Schwartzman.

En 1990 Michael Crichton publicó Parque jurásico, claramente inspirada en El mundo perdido de Sir Arthur Conan Doyle. En 1993 Spielberg la adaptó logrando la que, junto a Tiburón, tal vez sea su mejor película. Cuatro años más tarde el propio Spielberg rodó la segunda parte, titulada El mundo perdido en reconocimiento de la deuda con Conan Doyle. Fue decepcionante (pese a buenos detalles, como el del remolque en el acantilado) por su flojo guión y, sobre todo, por fracasar en el paso decisivo de llevar los dinosaurios a la ciudad para ofrecerlos en espectáculo, cruzando los precedentes de King Kong y Gorgo. Pasados otros cuatro años Spielberg produjo, pero no dirigió, la tercera entrega de la serie. Una decepción aún mayor. Tal vez aleccionado, ha dejado que pasen 14 años hasta producir la cuarta entrega.

Es un misterio por qué alguien tan inteligente se vuelve a equivocar con el guión. Se ha confiado a un chico salido de la cantera de talentos indies que es el Festival de Sundance llamado Colin Trevorrow que, además de dirigirla, ha escrito esta historia más bien rutinaria junto al dúo formado por Rick Jaffa y Amanda Silver (avalados por las estupendas El origen del planeta de los simios y El amanecer del planeta de los simios), al que se unió Mark Protosevich (desaconsejable por sus horrorosos guiones para Soy leyenda y Thor). Otra vez un parque temático con dinosaurios. Otra vez algo que sale mal. En esta ocasión porque los dinosaurios de toda la vida cansan al público del parque (léase espectadores de las salas) y los ambiciosos explotadores(léase productores de la película) crean una nueva criatura que, más inteligente de lo previsto, mete la pata (léase el hocico) desatando el pánico de los visitantes del parque y el gozo de los espectadores de la película.

Uno cree que una buena historia, lejos de ser un lujo inútil, realza siempre un espectáculo. Spielberg no parece dar tanta importancia al guión (y eso que se han escrito unos cuantos durante años para preparar esta película) o tiene un concepto distinto de él. Como si compartiera la estrategia de los gestores del parque ("seamos sinceros, a nadie le impresiona ya un dinosaurio", dice la guía durante la visita al laboratorio) lo confía todo al nuevo monstruo inteligente para crear un espectáculo. Y le basta. Y hasta le sobra.

Fin de la crítica negativa. Porque, y perdonen la contradicción, Jurassic World me ganó desde el principio. Tal vez porque tuve un View-Master para ver diapositivas de dinosaurios como el que abre esta película de flojo y previsible guión, sí, pero que también es un soberbio espectáculo, técnicamente asombroso, visualmente imaginativo, emocionante en la aplicación de la digitalización a la sensación de realidad que hace casi físico, como si se estuviera allí, el asombro ante las criaturas y el peligro que representan. Solo el ataque de los pterodáctilos justifica el precio de la entrada. El parque es la película y la película es el parque: todas las ideas parecen haberse concentrado en los laboratorios de efectos como en la película el éxito del parque se concentra en la criatura creada en el laboratorio científico.

Al final el puñetero Spielberg -vía director interpuesto- convence: si durante dos horas nos ha tenido en vilo y deslumbrado con los efectos, ¿a qué puñetas perder el tiempo creando una historia? Y si además toma alguna buena precaución, como reservar la aparición total del monstruo hasta que ha pasado más de media hora de película, el resultado es tan argumentalmente decepcionante como visual y espectacularmente estimulante. La traca final guiña un ojo a King Kong luchando contra los dinosaurios (me refiero a la versión de 1933) y al bueno de Godzilla (el original japonés) luchando contra King Kong, Mothra, Ebirah, Hedora y todas las fabulosas criaturas a las que se enfrentó. Generaciones de fans de los dinosaurios unidas. Para la mía, educada en lo monstruoso por las criaturas de Harryhausen, Gorgo, Godzilla o Los hijos del volcán, Jurassic World es una fiesta de la memoria. Para la generación de mis hijos, educados en lo monstruoso por Parque Jurásico, es un gozoso reencuentro que, sin superar al original, no lo avergüenza. Y para quienes hoy son niños y han visto las anteriores en la tele, es una perfecta iniciación a la dinomanía en gran formato. Descubrimos el secreto de Spielberg hace muchos años, cuando asistimos a los estrenos de Tiburón o Indiana Jones en busca del Arca perdida: le divierten las mismas cosas que a nosotros.

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