Paseos corales por el Báltico
Asociación Musical CODICE | Crítica
La ficha
Asociación Musical CODICE
**** XIII Festival Encuentros Sonoros. Asociación Musical CODICE. Directora: Esther Sanzo.
Programa: Paisajes bálticos
ESTONIA
Cyrillus Kreek (1889-1962): Talvine õhtu (Noche de invierno)
Mart Saar (1882-1963): Mets kohiseb (El bosque suspira)
Veljo Tormis (1930-2017): Sügismaastikud (Paisajes de otoño)
LETONIA
Ēriks Ešenvalds (1977): Northern Lights (Aurora boreal) / Stars (Estrellas)
Jēkabs Jančevskis (1992): Atsalums (Frío)
LITUANIA
Feliksas Bajoras (1934): Ežerai (Lagos)
Beata Juchnevič (1998): Finding the ligth (Encontrando la luz)
Mindaugas Urbaitis (1952): Išvaikščiojau mišką, Išvaikščiojau lauką (Caminando en el bosque y en el campo)
Onuté Narbutaité (1956): Vasara (Verano)
Lugar: Espacio Turina. Fecha: Domingo 12 de mayo. Aforo: Tres cuartos de entrada.
En la ya habitual cita de la Asociación Musical CODICE con el ciclo Encuentros Sonoros en las matinales de los domingos, el conjunto ofreció un paseo por los países bálticos, con un programa muy variado de obras de compositores de Estonia, Letonia y Lituania que abarcaban desde principios del siglo XX hasta nuestros días. Eso supuso una enorme variedad de procedimientos compositivos y de exigencias por tanto para la treintena de voces del conjunto, desde el canto más tradicional, vinculado muchas veces al folclore local o a los oficios religiosos, al uso extendido de los recursos vocales: susurros, jadeos, onomatopeyas, risas... en ocasiones con algunos acompañamientos percutivos o con copas afinadas con agua. Los estilos fueron extremadamente variados, desde una especie de romanticismo tardío a prácticas neoclásicas, expresionistas, impresionistas, minimalistas o experimentales en diversas formas, con mucha modalidad, abundante homofonía, pero recurso también a complejas heterofonías y polifonías y pasajes de naturaleza concertante con solistas...
En la que ha sido posiblemente la mejor actuación del grupo de las que tengo memoria, Esther Sanzo consiguió que todo eso funcionara con estupenda precisión. Dominó por encima de todo la cohesión y el empaste, pero Sanzo no se olvidó en absoluto de los detalles, que logró enfatizando los contrates dinámicos (el grupo sonó con especial compacidad y prestancia en los tutti en forte y perdió acaso algo de refinamiento en los pasajes que bordeaban las gamas en piano) y modelando con gesto casi escultórico los juegos texturales que proponían muchas de las obras, lo que permitió apreciar el sonido moviéndose por toda la escena (olas que iban de unas voces a otras en armónico vaivén) y, con sus movimientos, la muy apreciable salud vocal de todos los participantes. Como suele ser habitual en los conciertos del conjunto – cuyo nombre es acrónimo de COro de DIrectores de Coro de España–, un par de piezas fueron dirigidas por miembros salidos de sus filas, en este caso Sergio Garrido Mariotte y José Manuel Núñez Caro, sin que las prestaciones se vieran mermadas por ello.
La experiencia de los espectadores se vio además enriquecida por unas extraordinarias presentaciones que leyó Cristina Calvo antecediendo a cada una de las tres partes en que se dividió el recital, en una demostración de que rigor, seriedad y didactismo son aliados y no enemigos del goce estético.
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