El Arropiero, historia de un 'psicokiller'
El cineasta Carlos Balagué recorre la vida del sevillano Manuel Delgado Villegas, el peor asesino en serie de la historia negra de España · Pese a confesar 48 crímenes, 22 de ellos probados, nunca fue juzgado
Carlos Balagué acababa de licenciarse en Derecho en Barcelona cuando la prensa se hizo eco del arresto de un sádico criminal. Era 18 de enero de 1971 cuando la televisión del Estado emitía las imágenes de un psicópata al que se le inculpaba de estrangular a su novia, deficiente, con unos leotardos y abusar posteriormente del cadáver varias veces en un descampado de la zona llamado campo de Galvecito. Tras la detención, Manuel Delgado Villegas comenzó a desgranar un terrorífico historial de crímenes que comenzó, según sus cuentas, en 1963, una vez que desertó de la legión. Su huella lo situaba por toda la costa mediterránea incluida Francia e Italia, donde trabajó para la mafia.
Todavía hoy, este sevillano bajito pero de enorme fortaleza es considerado el peor asesino de la historia negra de España. En el momento en que los policías portuenses Manuel Alcalá y Salvador Ortega detuvieron a un indigente proxeneta que respondía al nombre de Manuel Delgado, nació la leyenda del Arropiero.
La brutalidad de los datos que cada día publicaban los periódicos -el asesinato de un rico empresario catalán, una turista francesa en Ibiza, un cocinero en Alicante y un largo etcétera- sobrecogió a Balagué que hoy, más de treinta años después, ha llevado al cine estos hechos en el documental Arropiero, el vagabundo de la muerte (Diafragma Producciones). De la mano de los policías que lo detuvieron recorre el itinerario del Arropiero por una decena de ciudades donde el asesino dejó, supuestamente, su huella. Balagué rescata además imágenes de archivo, inéditas muchas de ellas, que son reflejo, dice, "de 50 años de España". La cinta, con 500.000 euros de presupuesto, se ha estrenado este fin de semana en los cines de varias capitales españolas aunque, de momento, no ha llegado a ninguna sala andaluza, aparte de un pase excepcional que hará el próximo 15 de febrero el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María donde el recuerdo de este ser deleznable está en la mente de los vecinos más longevos.
"El caso estremeció a la sociedad y desbordó a las autoridades de la época. Literalmente, no sabían qué hacer con él", explica Balagué. "Nadie se quería hacer cargo de él. Asumir que este criminal había estado diez años haciendo de las suyas era reconocer un monumental fallo de la justicia", insiste. Tras seis años y medio sin ser juzgado, la Audiencia Nacional ordenó en 1978 su internamiento en un centro para enfermos mentales. El Arropiero confesó 48 crímenes, de los que la Policía sólo pudo investigar 22 y resolver 7. "Su perfil es el de un psicokiller como el del estrangulador de Boston" compara Balagué.
No es una comparación baladí. Aparte de un desaforada inclinación al sexo con personas mayores (el Arropiero violó y asesinó a una anciana de 68 años y el de Boston fue acusado de crímenes y violaciones de señoras octogenarias), ambos poseían el cromosoma XYY, llamado de Lombroso o de la criminalidad. Sin embargo, pese a que Manuel Delgado estuvo internado en un sanatorio más de 22 años, no todos sostienen la locura como justificación a sus atrocidades.
Lo asegura en el documental el forense sevillano Luis Frontela, que presta su testimonio junto con Conrado Gallardo, hijo del juez que llevó a cabo la investigación, así como los policías que le detuvieron y periodistas y profesionales que siguieron el caso. La única familia que se le conoce, su hermana Joaquina, declinó participar en el reportaje, pese a que mantuvo en los últimos días de vida de su hermano una breve relación de visitas al psiquiátrico.
El del Arropiero era un perfil nacido en el lado oscuro de la vida. Huérfano de madre, heredó de su padre el sobrenombre porque su progenitor se ganaba la vida vendiendo golosinas caseras hechas con arrope, un líquido dulzón y negruzco a base de higos. Se crió con su abuela y las palizas de sus parientes eran diarias. Pronto desarrolló una personalidad bisexual, violenta y promiscua.
Su amigo Bernardo Sánchez, de El Puerto, desgrana en el documental detalles de su carácter e insiste en la frialdad de su mirada: "La de un loco". Manuel Delgado pasó 22 años en sanatorios mentales donde fue sometido a todo tipo de pruebas. Fue liberado en 1998 y al poco, el 2 de febrero, murió de una enfermedad pulmonar crónica. Carlos Balagué dice que cuando salió era "un vegetal, encorvado y deforme". Su mirada desafiante y azul se había borrado.
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