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Apología de Waldo de los Ríos

El sello Singular Soundtrack recupera, remasterizadas y en edición limitada, cuatro espléndidas bandas sonoras del popular compositor hispanoargentino

Waldo de los Ríos, al piano, en los estudios Hispavox (1973).
Manuel J. Lombardo

01 de junio 2010 - 05:00

Para muchos españoles, el nombre de Waldo de los Ríos (1934-1977) está asociado a aquellos discos de música clásica con arreglos pop que sonaban en la radio-fórmula y la televisión en los estertores del franquismo y los primeros años de la Transición. Mozartmanía, Sinfonías, Óperas o Corales alcanzaron cifras de ventas inusitadas para su género, compitiendo con otros artistas consagrados de la época y realizando una labor de popularización del repertorio clásico sin precedentes en nuestro país. Sea como fuere, y al margen de gustos, coyunturas y purismos, el éxito de Waldo de los Ríos fue fruto de una época gloriosa para la industria fonográfica española, un tiempo en el que compositores, instrumentistas, arreglistas y directores de orquesta de formación clásica todavía tenían mucho que decir en el panorama de la música popular.

Nacido en Buenos Aires, De los Ríos estudia composición y arreglos con Ginastera y Fuchs antes de formar el grupo Los Waldos, cuyo original sonido fusiona el folclore y la electrónica. Tras un periodo en Estados Unidos, se instala en España en 1962, donde firma un contrato con el sello Hispavox para hacerse cargo de la Dirección Artística de estrellas de la canción de la época como Raphael, Serrat, Camilo Sesto, Karina, Los Payos, Los Pekenikes, Mari Trini o Miguel Ríos, para quien realizó los famosos arreglos de La canción de la alegría a partir de la Novena Sinfonía de Beethoven.

Igualmente prolífica, aunque menos conocida, fue su faceta como compositor de música para televisión y cine. A las sintonías y fondos dramáticos de series y telefilmes como Escala en HiFi, Curro Jiménez, El televisor, Es usted el asesino o Historias para no dormir, se unen un puñado de bandas sonoras que le permiten dar rienda suelta a su eclecticismo vocacional. Así, entre Argentina y España, colaborando también en varias coproducciones europeas, De los Ríos escribe para westerns (El hombre de Río Malo, Pampa salvaje, Una ciudad llamada Bastarda), dramas (Boquitas pintadas, Sin un adiós), cintas de aventuras (La espada negra, Don Quijote cabalga de nuevo), comedias musicales (En un mundo nuevo, A 45 revoluciones por minuto) y cine de terror, para el que compone las que tal vez sean sus dos mejores aportaciones al sonido del cine español, La residencia (1967) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976), ambas dirigidas por Narciso Ibáñez Serrador.

De la mano del nuevo sello Singular Soundtrack y de su impulsor José María Benítez, la minuciosa edición remasterizada y anotada de cuatro bandas sonoras de De los Ríos supone todo un acontecimiento para la pequeña historia del cine español, que no se ha ocupado nunca, como sí ha ocurrido en Francia o Inglaterra, de restaurar y recuperar su legado musical. La residencia y ¿Quién puede…? emergen como dos obras absolutamente imprescindibles en la modernidad de su lenguaje, en sintonía con las mejores músicas de cine de terror de su época (no es difícil detectar en la segunda los ecos del Komeda de La semilla del diablo). Si la segunda aparece aquí con abundante material adicional no incluido en la edición original en vinilo (Hispavox) con el subtítulo de Apología Sinfónica del Horror, la primera ha tardado 40 años en ver la luz para confirmar el talento y la inspiración de un compositor que parecía sentirse muy cómodo a la hora de traducir musicalmente los miedos y rincones ocultos de la psique humana.

Por su parte, las bandas sonoras para Pampa salvaje (1966, Hugo Fregonese) y Una ciudad llamada Bastarda (1971, Robert Parrish) confirman a un brillante orquestador con personalidad propia para trascender el estilo morricone tan de moda en aquellos días. Ambas partituras se nutren del espíritu de un trabajo previo, la Suite Sudamericana (1958), en el que se integraba el folclore con las técnicas de orquestación más contemporáneas para crear, en palabras de Isabel Pisano, su viuda y alma mater de esta recuperación, una "Sinfonía que despierta los adormecidos ritmos autóctonos de los primitivos habitantes de Latinoamérica, que recoge las voces que llegan del pasado en el lenguaje indio que Waldo reanimó y que quien escucha siente que ese y sólo ese será el Himno de la América futura".

¿Quién puede matar a un niño? - La Residencia - Pampa Salvaje - A town called Hell 2x2CDs. 140/105 min. 18 euros c/u.

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