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Fotografía
Antonio Pizarro (Sevilla, 1973), jefe de Fotografía de Diario de Sevilla, llevaba desde sus comienzos en Diario 16 retratando con solvencia y sensibilidad el paisaje humano y la vida en las ciudades. Poco a poco, gracias a coincidir en estadios de fútbol y otros compromisos laborales con un compañero de profesión, Ramón Navarro, que le expresaba maravillado su entusiasmo por los pájaros, Pizarro fue sintiendo curiosidad por abrir su objetivo a otros registros. De esta manera se adentró el autor, allá por el año 2013, en otros territorios, y así surgió el asombro y la fascinación con que este profesional ha contemplado la figura del lince ibérico, cuya majestuosidad y misterio ha sabido captar en imágenes prodigiosas. Este vínculo que Pizarro ha creado con el animal en este tiempo culminó este jueves con una gran noticia: el sevillano lograba el tercer puesto, en la categoría de Naturaleza, en el prestigioso World Press Photo, una convocatoria que galardona los mejores trabajos de la fotografía de prensa a escala mundial.
Pizarro, que supo del galardón por una videoconferencia –la gala, que iba a celebrarse en Ámsterdam, tuvo que suspenderse por la crisis del coronavirus–, retrata en la obra distinguida, The King of Doñana (El rey de Doñana), a dos linces que se sobresaltan tras el disparo de un cazador en el Parque de Doñana, en el término de Aznalcázar. Una composición de extraordinaria belleza en la que el espectador palpa el miedo y la fiereza de los animales y que surgió tras un laborioso proceso. "Con los años yo me especializo en el lince ibérico, y consigo averiguar sus hábitos", comenta Pizarro, que, tras un seguimiento a este animal "con una cámara trampa, que no tiene calidad pero sirve para observar el comportamiento del bicho", ya sabía de la costumbre del animal de pasar por un mismo lugar. "Ya le coloqué una cámara profesional, pero dar con la foto no sucedió de la noche a la mañana, me pudo llevar dos meses", explica el fotógrafo. "Yo iba todos los días a las ocho de la mañana, regresaba a las tres, volvía a irme y regresaba a las ocho. Hacía todo eso porque la batería de la cámara no duraba todo el tiempo", detalla.
Pizarro advierte que no está "presente cuando se toma la fotografía, no interfiero en el comportamiento del animal. Uso una barrera de infrarrojos, que funciona como el mecanismo de un garaje, cuando pasa algo sobre una luz invisible la cámara se dispara sola. Es importante resaltar que en ningún momento se perturba al animal", aclara.
Frente al fotoperiodismo urbano, la fotografía de naturaleza es "más trabajada, conlleva más horas de espera. A veces puedes terminar una jornada sin una sola imagen en la tarjeta de memoria. No puedes quitar o poner a los animales, ellos están ahí, aparecen cuando ellos deciden. No es como cuando fotografías a un escritor o a un político y le pides que se coloque en un sitio o pose de determinada manera". Es una experiencia más compleja, pero "a mí la fotografía de naturaleza es lo que más me divierte, la parte de mi trabajo que más me llena", asegura Pizarro.
En esta vertiente, el fotógrafo no oculta su predilección por el lince ibérico, una especie que parecía abocada a la extinción y que de contar con una población de 5.000 animales en la década de los 60 pasó a una cifra casi testimonial. Pero los esfuerzos por conservarlo están dando sus frutos, observa Pizarro: "En Andalucía, cuando yo empecé a fotografiarlo, sólo había 100 ejemplares, pero en este tiempo el lince ha podido reproducirse y hoy habrá unos 800 en todo el país", afirma satisfecho el fotógrafo, que cree que trabajos como el suyo pueden ayudar a estudiar en el futuro cómo eran las condiciones de vida y el comportamiento de determinadas especies. Una misión cuya importancia suscribe un reconocimiento del calibre del World Press Photo.
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