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Colas en las últimas horas de la exposición 'Murillo. IV Centenario'

Año Murillo

La exposición del Museo de Bellas Artes se clausura este domingo tras "superar ampliamente" los 150.000 visitantes

Las colas para ver la antológica se han hecho habituales en los últimos días

Colas para entrar en la exposición ‘Murillo. IV Centenario’, este viernes en el Museo de Bellas Artes. / Belén Vargas
Francisco Camero

16 de marzo 2019 - 07:10

Sevilla/Son las doce de la mañana y cae un sol que pica como si fuera mayo en la Plaza del Museo. Por la tarde será mayor aún, pero ya a esta hora hay una nutrida fila que se adentra, más allá de los límites de la plaza, hasta la calle Bailén. Muchos han dejado para última hora la visita a la exposición Murillo. IV Centenario, uno de los grandes hitos del Año Murillo que ya enfila sus particulares postrimerías, y ya se están arrepintiendo. Justo al final de la cola se encuentra José Miguel, en los veintitantos, pantalones de pitillo, gafas de sol lennonianas y cámara réflex al cuello, esperando también a su novia que se ha acercado un momento al quiosco de la plaza.

"Hemos llegado hace cinco minutos, no más, pero nos han dicho algunas personas que llevan una hora aquí y apenas avanza la cola", refunfuña José Miguel, vecino de Gines y licenciado en Historia del Arte. "Me lo he visto casi todo del Año Murillo. No era un artista que me interesara demasiado, lo veía como antigüito, reconozco que tenía mis prejuicios. Ahora diría que tengo otra opinión, he ido viendo cada vez más claramente su talento bestial para el tratamiento del color y de la figura humana", explica. Llega su novia, que se seca un poco de sudor de la frente, lanza una elocuente mirada a la cola que, en efecto, parece no moverse, y con seriedad cómica se limita a señalar: "Al niño le he dado ahora por Murillo".

Esta espectacular antológica de Murillo se inauguró el pasado 29 de noviembre y se clausurará mañana tras recibir una cifra de visitantes que "superará ampliamente los 150.000", según la previsión que maneja la Consejería de Cultura. La expectación se palpa en las inmediaciones del museo, que muestra más de medio centenar de obras del maestro del Barroco procedentes del Prado, el Louvre, el Met neoyorquino o la National Gallery de Londres, muchas de ellas, por cierto, por primera vez de regreso en la ciudad tras el famoso expolio artístico que perpetraron las tropas napoleónicas.

Sin ánimo de suscitar resquemores nacionales, le comentamos este detalle a Marion y Xavier, franceses que rondan los 60 y acaban de llegar de Ruan. "Estaremos tres días en Sevilla y luego iremos a Córdoba y Granada. Teníamos ya entradas para el Alcázar y las cubiertas de la Catedral, pero ayer en el hotel nos comentaron las cosas que se han organizado por el Año Murillo, y aquí estamos", dice ella, sentada en un banco de la plaza mientras él le guarda el sitio en la cola, a la que nos acercamos de nuevo. "Nos vamos turnando, somos un equipo, ¿no? ¡Con este calor...!", se ríe él mientras resopla y confiesa que no conocía a Murillo, "sólo de oídas", y “qué mejor sitio”, viene a decir, para comprobar si era una error imperdonable y empezar a subsanarlo.

Un visitante toma una fotografía de ‘La Virgen con el Niño’, cedida por la Galería Corsini de Roma, y una de las obras que se exponen por primera vez en España. / Juan Carlos Vázquez

Seguramente muchos otros visitantes acudieron al museo durante 2018 y lo que va de este año atraídos por la misma curiosidad. No en vano esos más de 150.000 espectadores con los que cerrará esta antológica, junto con los 267.767 que recibió la otra gran muestra dentro del Año Murillo que albergó la pinacoteca sevillana, Murillo y los capuchinos de Sevilla (desde finales de noviembre de 2017 hasta primeros de abril de 2018), han contribuido decisivamente a que el Bellas Artes alcanzase el año pasado sus mejores registros desde que estos comenzaron a realizarse, en 1991: 451.882 visitas, muy por encima del récord anterior (362.951, en 2008).

"Ya queda menos, todo llega, ya queda...", repite burlona y ascéticamente Isabel, que ha decidido ejercer de coach de la pintura barroca ante su grupo de amigas, que ha venido a Sevilla en un viaje organizado desde León. Vuelve la queja recurrente: cuánto calor, y qué pronto. El grupo, cuenta Águeda, se ha escindido esta mañana: "unas al museo, otras de compras". "Pero a mí las tiendas me aburren, son lo mismo aquí y allá. También te digo que si llego a saber que íbamos a tardar tanto en poder entrar, a lo mejor hasta me lo había pensado. Pero bueno, ya estamos aquí y seguro que merece la pena. ¡Más nos vale!", dice mientras la cola vuelve lentamente a ponerse en marcha y ya ofrece, al menos, un poco de sombra en el vestíbulo.

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