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La cultura silenciada
EN 1990, dos años antes de su inauguración, un comité formado por importantes escultores, críticos de arte y directores de museos de arte contemporáneo -Martín Chirino, Rita Eder, Tomás Llorens y María Corral entre otros- se reunió para seleccionar, entre un centenar de proyectos, los 13 que debían finalmente realizarse para ocupar espacios significativos en la Expo de 1992. Y lo hicieron con los conocimientos y el rigor imprescindible, atendiendo tanto a la trayectoria de los artistas implicados como al lugar en el que su obra debía ser instalada.
Casi 20 años después, aquellos nombres gozan hoy de un indudable prestigio y por lo tanto acertaron plenamente quienes los seleccionaron, como suele suceder cuando las decisiones se toman teniendo en cuenta opiniones cualificadas.
Pero por desgracia, o mejor por la desidia y la ignorancia de quienes después se hicieron cargo de ese patrimonio artístico, la mayor parte de aquellas esculturas se han perdido irremisiblemente: han sido destruidas por un vandalismo impune, robadas sin que haya trascendido noticia alguna de denuncias e investigaciones sobre su posible paradero, o incluso vendidas.
La historia de cada una de ellas sería ya lo suficientemente grave como para que los organismos implicados respondieran por lo sucedido, y precisamente lo sucedido con una sola de ellas, con el Edificio para un vacío que firmaban el angloindio Anish Kapoor y el británico David Connor, debería llevar a modificar radicalmente los criterios que se utilizan en las decisiones políticas sobre nuestro patrimonio cultural.
Porque como contraste que permite tomar conciencia de una política nefasta, el 16 de marzo de este 2010 el Museo Guggenheim de Bilbao ha inaugurado una exposición monográfica precisamente de Anish Kapoor, uno de los artistas más valorados en estos momentos y que más ha influido en la escultura contemporánea. Antes, en 2004, la ciudad de Chicago instaló en el Millenium Park una gigantesca escultura suya llamada Cloud Gate y conocida popularmente como The Bean, que se ha convertido en uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad.
Y retrocediendo a 1990, en el año en el que le fue encargada su obra sevillana, Anish Kapoor exploraba sobre la idea del vacío y con ese concepto fue titulada. Pero terminada la Expo se optó por demolerla: al parecer estorbaba en el diseño previsto para Isla Mágica. Tanto la decisión como la causa alegada demuestran sin lugar a dudas que ese "desprecian cuanto ignoran" de Antonio Machado sigue estando muy presente en nuestra ciudad y dañando gravemente tanto su patrimonio artístico como su urbanismo.
Iniciativa Sevilla Abierta considera que el arte es un estímulo indispensable de nuestro desarrollo social y defiende una ciudad que esté conectada en todos los ámbitos con las corrientes innovadoras de este siglo XXI. Y en consonancia con esos planteamientos, desde el 2007 nos hemos dirigido en numerosas ocasiones tanto al alcalde como a la opinión pública para expresar nuestra preocupación por la temática, la escasa calidad y el número desmesurado de estatuas que se han ido colocando en la ciudad y para pedir que se actualicen los criterios artísticos y los valores representados y se dignifiquen los espacios en los que las mismas se instalan.
Pero además, y dada la gravedad de lo ocurrido con las esculturas de la Expo 92, solicitamos que los organismos implicados se pronuncien sobre lo sucedido, reparen en lo posible esos daños y rectifiquen sus procedimientos de manera que hechos tan graves no puedan volver a repetirse.
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