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Bondrée. La frontera del bosque | Crítica

'Bondrée', magnífica novela negra de la canadiense Andrée A. Michaud, recupera el tema, muy americano, de la Naturaleza acechante, ya tratado por Poe, Lovecraft, Bierce, Faulkner, o Stephen King

La escritora canadiense Andrée A. Michaud. / D. S.
Manuel Gregorio González

17 de marzo 2019 - 06:00

La ficha

'Bondrée. La frontera del bosque'. Andrée A. Michaud. Trad. Alicia Martorell. Alianza. Madrid, 2019. 336 págs. 19,50 euros

Según podemos leer en sus solapas, Boundré es una suerte de Twin Peaks quebequés, donde la Naturaleza ejerce un secular, un inmoderado influjo sobre el miedo de los hombres. Sin embargo, esta alusión a Twin Peaks quizá no sea sino un signo de pereza, en quien podría haber señalado un preciso linaje literario.

Los bosques de Maine que aquí se mencionan, fronteros con el Canadá son, en efecto, el paisaje escogido por David Lynch para su obra televisiva. No obstante, es fácil determinar que tales paisajes son los mismos que aparecen en las novelas de Stephen King. Y antes los de Lovecraft. Y antes los de Poe y Ambrose Bierce. Un paisaje, por otra parte, que no se limita a ejercer de fondo inocuo a la narración; sino que es parte esencial de cuanto se recoge en sus páginas.

Portada del libro. / D. S.

Añadamos a esta precisión inicial que Adrée A. Michaud es una espléndida escritora, que ha escogido el noir para desarrollar sus imaginaciones, pero cuyo interés no es tanto la intriga como sus mecanismos; no es tanto el crimen como los sentimientos que suscita un hecho abominable. Hay una novela de RaymondChandler, La dama del lago, que quizá haya servido, lejanamente, de inspiración o de excusa a este volumen. O más sencillamente, tal vez se trate de un eco inadvertido sobre asuntos que guardan una similitud remota.

En cualquier caso, debemos subrayar que la escritura de Michaud es una escritura excelente, con una inusual capacidad para describir, para indagar en el comportamiento humano. Una humanidad que se ve acrecentada, o envilecida, o deformada, por la rumorosa oscuridad de los bosques primordiales donde sucede Bondrée.

Al cabo, no es menor esta corriente americana -recordemos la naturaleza maligna y opresiva en Faulkner-, donde lo humano aparece como frágil reborde de una inhumanidad colosal, de unas fuerzas milenarias e inhóspitas, que habitan en el bosque. Sobre este tema, ya bicentenario, la canadiense Michaud ha obrado una novela que, sólo muy sumariamente, cabe definir como policíaca.

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