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Un ejemplo del grafismo de Silvestre.
Javier Fernández

31 de octubre 2018 - 06:00

La ficha

'Impertérrito'. Silvestre. Reino de Cordelia. 64 páginas. 16,95 euros.

La trayectoria de Federico del Barrio incluye obras maestras como la serie Las memorias de Amorós, Lope de Aguirre: La conjura o El artefacto perverso, todas ellas en colaboración con Felipe Hernández Cava, y álbumes tan poéticos, pessoanos, como La orilla, León Doderlin o Tiempo que dura esta claridad. Pero Del Barrio posee también un lado beckettiano, experimental, que asoma en el grafismo de su seudónimo Caín (con el que, y de nuevo junto a Hernández Cava, compone su tira diaria en La Razón) y, sobre todo, en los trabajos firmados como Silvestre.

La máscara metaliteraria debutó a mediados de los noventa en el número 2 de la revista franco-belga Pelure Amère y se concretó rápidamente en el volumen Relations, alumbrado por la editorial francesa Amok, que, por entonces, partía la pana con sus propuestas arriesgadas. Hasta la fecha, Del Barrio nos había regalado dos álbumes excelentes, Relaciones (Sins Entido) y Simple (De Ponent), ambos publicados en 1999, el primero más deslavazado, el segundo más denso, pero no menos juguetón. Y ahora que casi se cumplen veinte años de aquella interesantísima duología, llega a librerías el inesperado tercer acto de la puesta en escena de Silvestre, Impertérrito, en lo que se percibe (sumándolo a la aparición de Tiempo que dura esta claridad) como una apuesta fuerte de Reino de Cordelia por Del Barrio.

Impertérrito ahonda en la investigación del dibujante sobre el vacío y las máscaras, de modo que tiene un mucho de teatral, y tensiona los límites del lenguaje con plena conciencia del hecho creativo. Es una lectura apasionante, que quizá no sea para todos los públicos (aunque no sé yo por qué no debería serlo), con su equilibro entre la forma y la nada, el silencio y los largos textos que se apoderan de pronto de la página. Negro, blanco y gris, las figuras esquemáticas, lo inasible y los borrones simbólicos dialogan en este valioso discurso con el que Del Barrio vuelve a presentar su candidatura para figurar entre los mejores historietistas de nuestro país.

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