La noche de los poetas andaluces

Amancio Prada | Crónica

El cantautor leonés ofreció un emotivo recital íntimo en la iglesia de San Luis de los Franceses, una celebración de lujo para el V Aniversario de la Fundación Bancaria Unicaja

Amancio Prada en la Iglesia de San Luis de los Franceses.
Amancio Prada en la Iglesia de San Luis de los Franceses. / José Ángel García

El cancionero de Amancio Prada es amplísimo. Ha publicado casi cuatro decenas de discos en los que ha puesto música a poetas hispanos de todos los tiempos, principalmente en castellano y gallego. Con este material puede encarar propuestas de muy diversa índole así que, para esta comparecencia sevillana, ha elegido a poetas del sur. No obstante, su amado idioma gallego también sonó, en la forma de uno de los Seis poemas galegos de Federico García Lorca. En concreto se trataba del Noiturnio do adoescente morto que podría formar parte de cualquier drama lorquiano sin resentirlo. Se trata de una viñeta basada en una experiencia del propio poeta que, en la frontera del Bierzo con Orense, vio flotando sobre las aguas al raparigo. Lo contó Prada cuando presentó el poema. Porque, a su edad, se canta y se cuenta. Su esbelta figura está cargada de versos y melodías, pero también de vivencias con sus poetas favoritos. De la firma adolescente de Lorca en una visita a la catedral de Santiago a la recepción que María Zambrano ofreció a su, mítico ya, entonces flamante, Cántico espiritual. La malagueña le avisó de que pronto encontraría los materiales para otra gran obra conceptual y poco después surgieron los Sonetos del amor oscuro, uno de los trabajos más inspirados de Prada. Contó que el Soneto gongorino está inspirado en un encuentro en Valencia con el poeta Juan Gil-Albert, según el mismo le confesó. El discurso de Amancio Prada es prosa vertical. Está tan bien construido como sus canciones. Las pausas son comas exactas, la dicción es música para nuestros oídos. Los cuentos están tan bien trabados como las canciones. Obviamente, han sido trabajados: tal vez en otros conciertos, en otros oídos.

El cantautor tiene la voz intacta y también la energía. Canta en trance, lo mismo a los místicos, Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, que Las golondrinas de Gustavo Adolfo Bécquer. No se olvidó de que estaba en Sevilla y eligió al poeta más amado en nuestra ciudad, su poema más conocido. Aunque el gran protagonista de la noche fue Lorca, "un poeta que nunca se acaba, que siempre nos sorpende" del que cantó también su juvenil y jubilosa Salutación elegiaca a Rosalía de Castro que escribió, según contó Prada, después de un viaje de estudios por el norte de España, con 18 años, que llevó a cabo con su maestro y condiscípulos de la Universidad de Granada. Fue en este viaje donde estampó su firma en el libro de visitas de la catedral que hace unos meses le mostró el deán de Santiago al cantautor.

Prada trata a los poetas de tú, como no podía ser menos. Vive con ellos, sueña con ellos. Ríe y llora con ellos. Come con ellos, como hizo con Gil-Albert en Valencia y como hace esta noche con Juan Carlos Mestre. El escritor del Bierzo compartió el último tramo del recital con Prada, recitando los poemas que luego cantaba el músico.

Tampoco faltó a la cita la lírica anónima. Desconocemos el nombre de algunos de los grandes autores de nuestro idioma, como el que imaginó aquel Romance del enamorado y la muerte que Prada cantó en pie, sin micrófono y sin guitarra, en uno de los pasajes más emotivos de la noche. O el desesperado Romance del insomne. Juan Ramón Jiménez y su Alegra titiritero completaron una noche deliciosa en San Luis de los Franceses. Amancio Prada está en una forma magnífica. Y es que el leonés tiene una galería poética impresionante. Tiene un puñado de poetas para cada noche, para muchas noches, para todas las noches.

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