Alumnos andaluces barren en los premios de Bachillerato
Cinco de los 15 reconocimientos son para estudiantes de institutos públicos de Andalucía · Tres de ellos quedan entre los cinco mejores de todo el país.
Cinco de los 15 ganadores de la última edición del Premio Nacional de Bachillerato son andaluces. Este palmarés coloca a Andalucía en la primera posición de estas pruebas a las que únicamente se pueden presentar estudiantes que previamente hayan ganado la fase provincial de la competición y tengan un expediente por encima de 8,75. Detrás de Andalucía figuran tres alumnos de Asturias, dos de Castilla-La Mancha, Galicia y Madrid aportan un ganador cada una, mientras que otro ganador es alumno del Instituto Español Vicente Cañada Blanch, con sede en Londres, dependiente del Ministerio de Educación y fundado en los años 70 para acoger a los hijos de emigrantes españoles.
Todos los ganadores andaluces proceden de centros públicos. De los otros 10, solo uno ha estudiado en un colegio concertado de Asturias, mientras que el único estudiante madrileño que ha obtenido este reconocimiento procede del Instituto San Mateo, creado por la comunidad de Madrid con el propósito de crear un “bachillerato de excelencia” exclusivo para estudiantes con altas calificaciones académicas.
“Estos resultados demuestran que en la enseñanza pública se trabaja bien y que nuestros alumnos están preparados para competir con cualquier otro”, resume Lucía Sánchez, jefa de estudios del Instituto Tablero de Córdoba y madre de Francisco Luque, el estudiante que se alzó con el primer puesto en los exámenes del Premio Nacional de Bachillerato.
“Nuestros alumnos están muy bien preparados”, puntualiza Lucía Sánchez al indicar que su instituto propuso a una decena de estudiantes de la promoción de su hijo para que concurrieran a la fase local de la competición de bachilleres.
Su experiencia docente le ha permitido constatar que un rasgo común entre los estudiantes más excepcionales es su capacidad para “aprovechar muy bien los recursos educativos de los centros”. “No es tanto lo que estudian como lo mucho que absorben todo lo que se les ofrece. Son chavales que están siempre muy ocupados, que hacen deportes y tienen muchos otros intereses por lo que aprovechan mucho la enseñanza del profesor en el aula y no pierden el tiempo”. Antonio Ortiz, jefe de estudios del Instituto López Neyra de Córdoba agrega que se trata de alumnos “trabajadores y con mucha fuerza de voluntad” en alusión a Ana María Toribio y David Fernández Caravaca, los dos estudiantes del centro que han recibido el Premio Nacional de Bachillerato en los últimos dos cursos con el añadido de seguir además un programa que combina la formación académica con la musical. “Demuestran que lo público no está tan mal como se quiere hacer ver”, subraya.
Álvaro Martínez Fernández, estudiante de Carboneros, municipio de 600 habitantes de Jaén, defiende la “increíble calidad de la enseñanza pública”. “No tengo ninguna duda. Los profesores son elegidos con un criterio tan objetivo como una oposición”. Su experiencia ha sido amplia. Antes de llegar a la universidad ha pasado por tres centros, el último el Instituto Pablo de Olavide , situado en la zona sur de La Carolina (Jaén) “donde hay desde niños de 12 años a alumnos casados y con hijos”, subraya su jefe de estudios, Gabriel Ángel de la Torre, porque imparte tanto educación secundaria, como bachillerato y ciclos formativos.
El granadino José Carlos González comparte este mismo punto de vista. “No entiendo las críticas a la enseñanza pública. A mí siempre me ha ido muy bien, cuenta con muchas herramientas que cualquiera puede aprovechar”.
PERFIL
Francisco Luque: primer Premio Nacional de Bachillerato. Procede del IES Tablero de Córdoba. Estudia el doble grado en Matemáticas e Informática en la Universidad de Granada. Ocho años en el equipo de balonmano Cajasur. Juega a rugby en la universidad.
José Carlos González Álvarez: cuarto Premio Nacional de Bachillerato. Procede del IES Alba Longa de Armilla (Granada). Estudia Bioquímica en la Universidad de Granada. Miembro del coro y actor de la compañía La Butaca Vacía con la que ha participa durante los últimos tres años en el musical Frankestein.
David Fernández Caravaca: quinto Premio Nacional de Bachillerato. Procede del IES López Neyra de Córdoba. Estudia en el Real Conservatorio de Música de Madrid. Simultaneó la educación secundaria y el bachillerato con los estudios de música.
Álvaro Martínez Fernández: décimo Premio Nacional de Bachillerato. Procede del IES Pablo de Olavide de La Carolina (Jaén). Estudia Ingeniería Aeroespacial en la Universidad Politécnica de Madrid. Correr es su principal afición deportiva, aunque suele jugar a fútbol con los amigos. Estudia con beca y resalta que sin esta ayuda pública su presencia en la universidad se vería seriamente amenazada.
Álvaro Zarzoso Hernández: décimo tercer Premio Nacional de Bachillerato. Procede del IES San Isidoro de Sevilla. Estudia doble grado en Economía y Derecho en la Universidad de Sevilla. Pertenece al grupo de remo Guadalquivir 86.
Los cinco premiados coinciden en resaltar que la clave no ya solo para conseguir este premio, sino del conjunto de la trayectoria académica reside no tanto en estudiar mucho como en no perder el tiempo. “Organización y disciplina”, repiten en las sucesivas charlas telefónicas desde los centros en los que ahora estudian. Casi sin excepción son alumnos que combinan los estudios con multitud de tareas extra académicas, entre las que destacan los deportes, la música, el teatro y los idiomas.
También coinciden en ser muy cerebrales. Aunque escuchan sus impulsos, toman decisiones muy meditadas. Han elegido los estudios superiores analizando pormenorizadamente pros y contras. Por ejemplo, Álvaro Martínez subraya que a él lo que le gustaba era la Física, pero que optó por una ingeniería porque considera que tiene ofrece oportunidades profesionales. No obstante, analizó todas las ingenierías para elegir justo la que tuviera mayor contenido de física. Otro caso similar es el de José Carlos González. Confiesa que el teatro y la ciencia son sus pasiones, pero optó por estudiar Bioquímica porque considera que le brinda más oportunidades, mientras que el teatro lo sigue cultivando como semiprofesional en la compañía La Butaca Vacía.
Esta manera de razonar y tomar decisiones se observa incluso cuando dudan. Álvaro Zarzoso está concluyendo su primer curso del doble grado de Economía y Derecho que eligió porque la economía le gustaba mucho. Ahora no tiene tan claro que le siga gustando. Sin embargo rehuye de las decisiones impulsivas. En el último trimestre del año realizará prácticas en Alemania para mejorar su manejo del alemán, ocupación que compatibilizará con sus estudios en la Universidad de Sevilla. A su vuelta, en enero de 2015, decidirá definitivamente si cambia o no de titulación y a cuál.
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