Alucinado viaje hacia la noche

Crítica 'Güeros'

Una imagen del primer largometraje del mexicano Alonso Ruizpalacios.
Una imagen del primer largometraje del mexicano Alonso Ruizpalacios.
Manuel J. Lombardo

12 de mayo 2015 - 05:00

Güeros. Road movie, México, 2014, 108 min. Dirección: Alonso Ruizpalacios. Guión: Alonso Ruizpalacios y Gibrán Portela. Fotografía (ByN): Damián García. Música: Tomás Barreiro. Intérpretes: Tenoch Huerta, Leonardo Ortizgris, Sebastián Aguirre, Ilse Salas, Sophie Alexander-Katz.

A diferencia de otros debuts de impronta autorial centrados en la juventud o reelaborados a partir de la experiencia autobiográfica, el primer largo del mejicano Alonso Ruizpalacios, premio a la mejor ópera prima en la Berlinale de 2014, evita los lugares comunes y, lo que es más interesante, cierta deriva actual del cine que circula por festivales, para proponer un alucinado e hipnótico viaje hacia la noche y la ciudad con el D.F. como inabarcable marco de contradicciones en el que no es difícil detectar y diagnosticar el actual estado de las cosas en el país centroamericano.

Funciona esta Güeros a un tiempo como retrato generacional, el de una nueva generación perdida (la idea de la UNAM ocupada por los estudiantes en huelga resuena con fuerza en el presente), como viaje irónico hacia las utopías creadas por la nostalgia (esa búsqueda del rockero Epigmenio Cruz casi como un pretexto que impulsa el filme cuando lo interesante son siempre sus digresiones), como trayecto de reencuentro y reconciliación entre hermanos, como terapia de curación de la ansiedad o, a la postre, como fuga romántica por un paisaje en movimiento de asambleas, fiestas nocturnas, autopistas y circunvalaciones.

El filme en blanco y negro de Ruizpalacios nos recuerda en ocasiones al del primer Jarmusch, aunque su tratamiento de la forma, el sonido y la temporalidad expande todo atisbo de minimalismo de manual hacia territorios mucho más fértiles, sensoriales y evocadores. Se trata, en fin, de un filme insólitamente maduro, capaz de disimular su cinefilia, su autoconciencia, su peso filosófico o su culturalismo posmoderno en una forma fluida que se mueve entre el suelo y el sueño, en ocasiones irónica, en otras lírica y de extraña emoción plástica. Todo un feliz descubrimiento.

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