Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Cine
La carrera de Alberto López y Alfonso Sánchez ha sido un carrusel de éxitos en estos últimos diez años, y eso es así. Desde que parodiaran a las dos tribus sevillanas predominantes en las calles de los dos mil, los canis y los pijos sevillanos, estos actores andaluces no han parado de recibir elogios, premios y reconocimientos a su trabajo. El último fue este mes de diciembre, hace un par de semanas. La productora Mundoficción recibió el Premio Asecan Industria, por el que se reconoce la labor profesional de este proyecto, hecho para la comedia y desde Andalucía. Para celebrar estos hitos, los compadres han decidido montarnos una fiesta en el cine Cervantes. Este 29 de diciembre -a partir de las 17:00h- se proyectará en su histórico escenario las películas El mundo es nuestro, El mundo es suyo y El mundo es vuestro. Además de otras sorpresas. Alguna en copa de balón. Para brindar –sin tiesuras, hombre, por favor- por esa filosofía de vida que se llama enterismo.
-Esta fiesta que habéis organizado es, en cierto modo, una vuelta a vuestros orígenes. A esos personajes que supusieron, para bien, un punto de inflexión en vuestra carrera. ¿Cómo se os ocurrió la parodia de estos dos señoritos andaluces?
-Alfonso Sánchez: Es un poco complejo de explicar. Para saber de dónde vienen Rafi y Fali -Los Compadres- hay que explicar la creación del Culebra y el Cabeza. Cuando creamos a estos canis fue de manera casual. Todo se debió a una especie de canto del cisne en un momento en el que nuestra carrera –hablo también por Alberto López- se acababa. Veíamos que no teníamos oportunidades. Nadie confiaba en nosotros. Nos dimos cuenta de que en este país si no tienes padrino no te bautizas. Pero antes de irnos, de dejarlo todo, nos reunimos para hacer Esto ya no es lo que era. Descubrimos entonces Youtube. Descubrimos un mundo que nos enganchaba con el público. Saltándonos todo el sistema. El caso es que a partir de ese éxito empezaron a buscar al Culebra y al Cabeza. Pero como si fuesen personajes reales. Dos canis de verdad. Nos llamaron de Madrid de programas del corazón para comentar noticias de actualidad... Una cosa muy loca. Entonces dijimos: vamos a hacer unos personajes opuestos a estos dos canis. Para que la gente viera que éramos actores. ¿Quiénes eran los estereotipos opuestos? Los típicos pijos sevillanos de chalequito, patillas… Así surgieron Rafi y Fali.
-No me puedo creer que la gente se creyera que eráis dos canis. Dos canis de verdad.
-Alberto López: La gente se creía que éramos dos canis. Por la manera de componer, de interpretar. Por esos diálogos tan sueltos, que parecían improvisados. Aunque por supuesto no lo eran. Estaban muy currados.
-¿El estereotipo del señoritingo andaluz sigue existiendo hoy día?
-A.S.: Hombre… hay que ver el telediario… De hecho el problema que hoy tiene la ficción es que es imposible alcanzar la realidad. Ves lo que ocurre en la calle, en los plenos del ayuntamiento… Yo cada día me pregunto cómo supero el mundo en el que vivimos.
-A.L.: Casi ni Berlanga, que era el encargado de retratar esa España. Superar ciertas cosas que hemos visto va a ser muy complicado.
-A.S.: Lo que sí nos hemos dado cuenta es de que ese señorito no sólo es andaluz. No sé si me explico…
-Sí... Por cierto, ¿el éxito de estas parodias, de interpretar estos personajes, os ha condicionado vuestras carreras?
-A.S.: Sin duda. Sin duda.
-¿Para bien o para mal?
-A.S.: Depende. Eso es muy relativo. Eso es como si me preguntas qué es el éxito. No tengo ni puta idea. Pero vivo de mi trabajo en un sector con un 90% de paro. Tengo una vida de privilegiado. No paso calamidad. Trabajo de lo que quiero. Tengo tiempo para estar con mis hijos.
Entonces, bueno, sí, te condiciona. O me ha condicionado. Quizá estos personajes nos hayan llevado a un lugar que no pensábamos estar. Pero no es una condición negativa. Para nada.
-A.L.: Y hemos hecho otros papeles. Dramáticos. Y ahí se ha demostrado que estamos a la altura. En Grupo 7, por ejemplo. Nosotros somos actores. Hacemos interpretación. Es como el fontanero que un día te arregla el lavabo y otro día te arregla una tubería.
-Vosotros, que habéis triunfado a nivel nacional y que conocéis el panorama, ¿siguen existiendo prejuicios contra el sector cultural andaluz?
-A.S.: Siguen existiendo prejuicios. Prejuicios interesados. Piensa que si estos no existieran, probablemente se repartiría mejor la riqueza con Andalucía. Pero afortunadamente, peleando cada día, nosotros y mucha otra gente, demostramos que se puede hacer de otra manera las cosas. Nuestra lucha es que la producción del cine se lidere desde Andalucía.
-¿Es difícil hacer cine en Andalucía?
-A.L.: Es difícil hacer cine en España. En líneas generales. Pero aquí es igualmente difícil, sí. Sobre todo cuando no perteneces a un lobby que pelea por ti en festivales y esas cosas.
-A.S.: A nosotros nos cuesta más trabajo. Pero en mi caso, Alfonso Sánchez, llevo cinco películas como director en diez años. Así que yo diga que hacer cine es difícil… me parecería soberbio por mi parte. En España es muy difícil hacer cine si no es dependiente del dinero público. Del Ministerio de Cultura. Porque esto es algo tremendamente caro. Y acceder a los sistemas de puntuación de las subvenciones es también muy complicado. Porque están hechos para hacer un determinado cine.
-¿Los compadres a qué le dirían hoy eso es así?
-A.S.: (Risas). Los compadres, hoy, quizá fuesen censurados. Sin ir más lejos, el otro día subieron un vídeo de la trilogía de los compadres a una red social y lo borraron por incumplir las normas de la comunidad. Creo que hoy los compadres dirían: “eso era así, eso es así y, lamentablemente, eso sigue siendo así y seguirá siendo así”. En este país seguimos metidos en un bucle de enfrentamiento constante. Ese cuadro de Goya que se repite constantemente.
-Cambiando de tercio: los Álvarez Quintero. ¿Por qué habéis trabajado en un documental sobre ellos?
-A.S.: Pues porque eran unos humanistas. Ellos se dieron cuenta de que, en un momento donde todo tendía al conflicto, al horror y al terror, la gente necesitaba alegría. Necesitaba reír. El teatro de los Álvarez Quintero vino a curar la mierda de la cotidianeidad de su tiempo. Recuperar este espíritu humanista, en esta época también de crispación en España, es más necesario que nunca. Mandar ese mensaje de alegría, de belleza, de bondad. De escuchar al otro. Por cierto, en este cine Cervantes, con diecisiete años, los Álvarez Quintero representaron su primera obra.
-Para terminar: si tuvierais delante a vuestro yo del año 2008, en aquel año del éxito del Culebra y el Cabeza, ¿Qué le diríais?
-A.L.: Uf, si le contamos… Financiaciones, reuniones, ninguneos, éxitos, caídas, despegues…
-A.S.: Le diría: “Hay que ser más listo. En un país como España da igual lo inteligente que seas, porque lo que hay que ser es tremendamente listo”.
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