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El presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, ha anunciado en un artículo en el diario El País, que dimitirá de dicho cargo después de la gala de entrega de premios de los Goya, que tendrá lugar el 13 de febrero. "Después de la gala, dimito como presidente", recalca. Se confirma así lo que sugirió el cineasta en Twitter después de que PSOE, PP y CiU alcanzaran un acuerdo en torno a la Ley Sinde.
"Tengo que reconocer que estos dos años al frente de la Academia han sido de los mejores de mi vida. He aprendido mucho, he conocido gente estupenda, pero desde un ángulo distinto al del director. Comencé reconociendo que me bajaba películas, sobre todo porno, y sentó fatal a los distribuidores, a los exhibidores y toda la profesión en general. Incluso me llamó mi madre. Esas declaraciones adolescentes me llevaron a reunirme con ellos y entender su punto de vista", explica en este artículo.
Continúa apuntado que lo mismo le ha pasado con el problema de "la posición de los creadores en la red". Según dice, empezó haciéndolo "fatal, sin conocer el tema a fondo" y dejándose llevar por sus "prejuicios, que son muchos y variados". Eso le llevó a decidir reunirse con quienes quisieran hacerlo para explicarle sus puntos de vista.
"De pronto descubrí que había muchos puntos en común. Nadie estaba a favor del todo gratis, estaban de acuerdo en reconocer los derechos (y obligaciones) del autor frente a su obra, y a todos les parecía correcto buscar una manera ágil y eficaz de hacerlo. Yo, por mi parte, reconocí que el modelo de mercado necesitaba ser ampliado y corregido, que la oferta legal no era suficiente, y que compartir archivos con libertad era algo inamovible y deseado por todos", ha destacado.
De la Iglesia enumera a una serie de personas que conoció en estos encuentros y, sobre todo, a través de la red social Twitter, de la que es fiel usuario. Así conoció a David Bravo, a Julio Alonso, A Josep Rover, a Francisco George del Partido Pirata, a David Maeztu, hablé con Enrique Dans, "y muchísimos más".
"Teniendo posturas absolutamente divergentes, el diálogo era fluido y sobre todo, constante. Soy un tipo con el genio fácil y dado a la respuesta rápida y poco meditada. Esta gente me dio una lección. Es cómodo hablar con los que te siguen la corriente: te reafirmas en tus ideas, te sientes parte de un grupo, protegido, frente al resto de locos que se equivocan. Por vez primera, aprendí que dialogar con personas que te llevan la contraria es mucho más interesante", argumenta.
Según señala, puede resultar "incómodo al principio, sobre todo si eres soberbio", como él se reconoce a sí mismo, pero añade que cuando "aprendes a encajar, la cosa fluye, y las ideas entran". Agrega también que "en este país cambiar de opinión es el mayor de los pecados", pues los españoles tenemos "instalado el chip de la intransigencia desde hace tiempo".
"La única manera de arrancárnoslo es mirar a la cara a la gente y decir lo que piensas con el convencimiento de que puede no ser cierto, que puedes estar diciendo o haciendo una tontería. No voy a dejar de discutir, pero francamente, prefiero hacerlo como director, que como presidente. Lo coherente es dejarlo. Acabaré lo que he empezado, eso sí, no quiero decepcionar a los compañeros de profesión, y prometo no empañar la ceremonia con este asunto", destaca.
Por último, insiste en que quiere que los Goya sean "la fiesta que todos esperamos" y adelanta que "el debate continuará, pero en un lugar adecuado". "Después de la gala, dimito como presidente. Seguiré siendo miembro de la Academia, discutiendo y metiendo la pata como siempre, pero como director de cine, que es lo mío", sentencia.
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