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Así será 'Alegría, bajo una nueva luz', el espectáculo que el Circo del Sol traerá a Sevilla en septiembre

CULTURA

El 'show' es una versión renovada de la obra original, estrenada en 1994

Permanecerá todo el mes de junio en Málaga

Llegará a Sevilla del 28 de septiembre al 10 de noviembre

El Circo del Sol en Sevilla: La magia renueva los recuerdos con 'Alegría'

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Los aristócratas durante el número de barras acrobáticas. / Carlos Guerrero

"Querer, entre cielo y mar, sin fuerza de gravedad, sentimiento de libertad", estos versos pertenecen a Querer, una de las canciones del maravilloso repertorio de Alegria, el espectáculo con el que el Circo del Sol consiguió conquistar el corazón de miles de personas en 1994 y que vuelve a subirse a las tablas con un aire renovado bajo el nombre de Alegría, bajo una nueva luz. A pesar de su frescura, mantiene intacta la magia de la obra original que llega al público en forma de música y acrobacias. Manifestaciones poéticas –¿por qué no?– que no entienden de imposibles, de alturas, de fuerzas o de miedos. Más bien demuestran que el ser humano es libre e infinito, capaz de destruir, pero también de crear una belleza que emociona y sorprende al más escéptico.

Entrar en la carpa del Circo del Sol es sinónimo de volver a ser un niño. Se trata de un espacio donde la noción del tiempo no tiene sentido. Las manecillas del reloj pasan demasiado rápido mientras la vida fuera sigue su curso. Y es que la duración de Alegría, bajo una nueva luz –unos 100 minutos con un descanso de 20– se hace corta y deja un regusto de ganas de más. Al menos esa fue la sensación general que sintió el público que disfrutó de su estreno en Málaga el pasado martes 4 de junio y que permanecerá en la ciudad hasta el 30 de este mes. Un espectáculo que volverá a Andalucía –concretamente a Sevilla– del 28 de septiembre al 10 de noviembre.

Los aristócratas del reino. / Carlos Guerrero

Una experiencia inmersiva

Cuando uno se adentra en el patio de butacas puede ver al fondo del escenario un trono vacío. También un cetro sin dueño dando vueltas en el centro. Mientras los espectadores van tomando asiento se ven sorprendidos por un grupo de variopintos personajes que forman la corte de un reino sin monarca. Precisamente sobre elegir a un nuevo regente versa Alegría, bajo una nueva luz. El viejo orden –con su peculiar indumentaria en tonos azules– batalla contra la juventud –los Bronx– para conseguir el poder.

En medio de esta lucha está el bufón del rey –el Sr. Fleur que interpreta el ucraniano Bohdan Zavalishyn– que intenta desesperadamente alzar ese cetro sin dueño y sentarse en ese trono vacío. El intérprete tiene el poder de despertar rechazo y cariño a partes iguales. Una de cal y otra de arena. Por un lado, su condición engreída y manipuladora provoca el repudio del espectador. Confronta con su naturaleza atormentada que crea una ternura irremediable.

El artista samoano Falaniko Solomona protagoniza el baile de cuchillos de fuego. / Carlos Guerrero

54 artistas de 17 nacionalidades son los encargados de dar vida a esta trama. También son los culpables de dejar boquiabiertos a los presentes. Desde el primer número de barras acrobáticas en el que los aristócratas tratan de convencer al nuevo rey de que el cambio no es bienvenido hasta el baile de cuchillos de fuego en el que los Bronx dan luz al futuro del reino. Durante este número no fueron pocos los que se preguntaron cómo el artista samoano Falaniko Solomona podía manejar este elemento a su antojo, pasándoselo de mano en mano o poniéndoselo sobre las plantas de los pies. Todo ello con una sonrisa en la cara –como si la gesta fuera pan comido– al son de la enérgica percusión del estadounidense Anthony Prochilo. Pero no fueron los únicos números que dejaron sin habla. También el del trapecio volante, que evidencia –a 20 metros de altura– la importancia de confiar plenamente en el compañero.

Y, por supuesto, la icónica tormenta de nieve –guiño al Alegría original– que protagonizan los Payasos. Los dos chiflados consiguen desencadenar un fuerte vendaval que envuelve a todos los presentes y crean la principal experiencia inmersiva del espectáculo.

Una banda sonora nominada al Grammy

Otro de los grandes personajes de la obra –porque funciona como tal– es su banda sonora, que llegó a estar nominada para los Grammys en 1995. A través de canciones como Kalandéro, Jeux d’enfants, Vai vedrai, Malioumba y, por supuesto, la archiconocida Alegría se desarrolla una historia con destellos de esperanza, pasión y amistad. Sara Manesse y Cassia Raquel, de blanco y negro respectivamente, son las encargadas de ensamblar sus voces para dar sentido a cada escena. Viajando desde la oscuridad a la luz a través de sus tonos y matices. Mención aparte merecen los arreglos que se han hecho para actualizar el repertorio.

Número de telas aéreas. / Carlos Guerrero

El último detalle a destacar –y no por ello menos importante– es el enorme equipo técnico, vestuario, maquillaje, sonidos y luces que hacen posible que la carpa se colme de aplausos. Más de medio centenar de profesionales trabajan en la trastienda para garantizar la seguridad de los artistas y para tratar –con precisión milimétrica– de que todo aquello que parece ilógico se convierta en realidad. Todos siguen la filosofía que marca el director del show, Jean-Guy Legault: "Alegría es la pasión que arde en nuestro interior, un fuego prendido por la voluntad de crear una nueva era de luz, en la que lo imposible no es más que una palabra que nos impulsa a hacer realidad los sueños más impensables". Y entre todos lo consiguen. No caben dudas de ello.

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