"Se está banalizando la pérdida del disco"
Albert Recasens | Músico
La Grande Chapelle publica en Lauda un álbum dedicado a la música que el navarro José de Baquedano escribió para la catedral compostelana
La ficha
MÚSICA PARA LA CATEDRAL DE SANTIAGO
José de Baquedano (1642-1711)
1. Assumpta est Maria, motete a la Asunción a 8
2. Senex puerum, motete a la Purificación a 8
3. Interveniat pro nobis, motete a los Dolores de la Santísima Virgen a 8
4. Domine ne in furore, salmo de difuntos a 8 (1674)
5. O crux, ave spes, motete de Pasión a 4
6. Incipit Lamentatio ... Aleph. Quomodo sedet, lamentación I de Jueves Santo a 8
7. Iod. Manum suam, lamentación III de Jueves Santo a 6 con vihuelas
8. Miserere, salmo a 10 para Jueves Santo
9. Laudate Dominum, salmo para las vísperas de octavo tono a 12
10. Viri Galilei, motete a la Asunción a 8 (1687)
La Grande Chapelle
Albert Recasens, director
Lauda
Reconoce Albert Recasens (Cambrils, Tarragona, 1967) que se dirime permanentemente entre el musicólogo y el director artístico. Así que cuando se dirigió al Xacobeo para proponer un álbum con la música que José de Baquedano había escrito en la Catedral de Santiago de Compostela y le respondieron que era ese un terreno que habían tratado varios músicos e incluso alguno había grabado algún disco, lo entendió, "porque yo respeto por supuesto el trabajo de otros y lo reconozco, y ahí están los nombres en la bibliografía que siempre incluimos en nuestros álbumes. Es cierto que de Baquedano existen varias ediciones y que en un círculo muy local o entre los musicólogos, Vaquedano (con uve, que era como se escribía su apellido siempre) es conocido, no es que fuéramos a descubrir la luna, pero en realidad es casi un desconocido para los buenos aficionados en España, y no digamos ya en el extranjero"
–En cualquier caso, los motetes que aquí graba son edición suya.
–Tengo una metodología de trabajo: propongo, busco financiación, un festival que se interese (que siempre es difícil) y cuando ya hay una fecha en el horizonte, hago tabula rasa y me voy al archivo, por mucha publicación que haya. Estuve en el Archivo de Santiago varias semanas con el catálogo en mano leyéndolo todo. Pasé por toda esa buena música de Semana Santa que tiene, las lamentaciones, y luego fui leyendo esos motetes, que no estaban transcritos y me parecían interesantes. Renuncié al repertorio castellano, a pesar de que casi la mitad de su producción son villancicos, pero era casi por un tema de corrección política, porque todo era Santiago cortando cabezas, guerra, guerra y cierra España, algunos eran muy curiosos, muy bien escritos, pero con esto vas al mercado europeo o estadounidense, con todo el mundo tan susceptible, y un apóstol ahí cortando cabezas de musulmanes, pues… De todas formas y en realidad quería centrarme en su música latina.
–¿Es en buena medida música arcaica?
–Sí, pero en el fondo qué es lo que merece ser preservado. Toda la música española que deriva de la gran tradición polifónica marca, y la música eclesiástica del XVII sigue los parámetros de gran solemnidad, gran devoción, pero la modernidad llega muy tamizada. Por ejemplo, ya sabemos que eran muy prudentes a la hora de introducir instrumentos. Estos motetes transpiran espiritualidad. Es una polifonía fantástica, con ese diálogo entre los dos coros. Hay tensión, las piezas están bien diseñadas, crecen. Es muy buena música. Luego miras que esta es la época de la ópera veneciana, de Cavalli… Pero es que hay que poner a cada música en su contexto.
–Reconozco que me ha sorprendido esa lamentación con violas da gamba...
–Tenía muy claro que tenía que estar en el proyecto. Busco siempre el máximo rigor y seriedad a la hora de aproximarnos a la música. Se ha abusado mucho de los instrumentos en la música sacra española. Voy y pongo violas porque tuvo que haber sido así, aunque no haya evidencias; las fuentes son muy testarudas, y en las catedrales españolas, salvo casos muy concretos como en los carros del Corpus o en ciertas celebraciones, cuando iba la corte (por ejemplo en Toledo) o se desplazaba la Capilla Real, que ahí sí solía haber instrumentos, la música era muy austera, se acompañaba con el órgano y si era Semana Santa, con bajones e incluso flautas, ya algo más adelante. Pero en el manuscrito de esta lamentación de Jueves Santo lo pone bien claro, “con vigüelas”, y es un caso excepcional, tres voces vocales y tres instrumentales. El resultado es muy sorprendente.
–Las lamentaciones de Baquedano sí parecen tener un toque de modernidad, pues incluyen pasajes solistas...
–Conocemos su predilección por el villancico, y tenemos lamentaciones, a siete voces, a dos, policorales, pero también varias para solista, que son muy virtuosas y retóricas, muy modernas. No incluí ninguna en el disco por oportunidad, por aprovechar la formación de dieciocho músicos que reuní para el disco y que no es tan habitual. Además alguna lamentación solista se ha grabado, la hizo Manuel Vilas con Monica PiccininiManuel VilasMonica Piccinini, y está muy bien. Para mi registro preferí las que son de más voces, y esta en concreto es muy excepcional y demuestra una práctica que a lo mejor no ha quedado siempre registrada, que es el uso de las violas, que sabemos que sí se hacía en la Capilla Real, pero no en las catedralicias.
–El Miserere refleja también otra práctica habitual, la del alternatim...
–Es una práctica en toda la península. En Andalucía hay ejemplos extraordinarios, recuerdo el de Jerónimo de Mesa en Córdoba, por ejemplo. Son prácticas que circulan por toda España. A mí lo interesante de este salmo es que Baquedano indica en su manuscrito cómo quiere alternar: fabordón, canto llano, polifonía, doble coro, solista del primer coro… Para conocer la práctica interpretativa eso es extraordinario, porque nos brinda todo un muestrario de cómo se hacía. Lo que no indica es la disposición de las plantillas, que de eso Javier Marín rescató algo en Jaén. Pero lo podemos imaginar, en el propio coro, la tribuna, el altar. Me parecía una obra muy variada, con alternancias, hay ecos en la contestación de uno de los coros. Resulta muy significativo en un compositor en general un tanto austero.
–Estrenaron este programa en la Catedral de Santiago...
–Sí, porque fue una apuesta del Xacobeo, y tuvimos también el apoyo de CEEH (Centro de Estudios Europa Hispánica) que nos suele apoyar así en alguna cosa especial, y la singularidad era que se hiciera allí donde esta música se estrenó en su momento. Lo hicimos en el altar mayor de la catedral de Santiago. Cuando terminó la producción lo grabamos en Portugal. Lo hicimos durante la pandemia, con las medidas de seguridad y distanciamiento que había entonces, se quedó mucha gente fuera. Por eso me alegra la edición del disco, que va a permitir a muchos aficionados descubrir esta música, acercarse a ella por primera vez.
–¿Han tenido ocasión de hacerlo alguna vez más en concierto?
–Cuando grabamos se aprovechó para hacer una interpretación en Portugal. Siempre trato de convencer a los programadores. Enviamos nuestros proyectos a decenas de programadores en España y fuera, y les cuesta dar el paso. Me habría encantado hacer el Camino de Santiago desde Navarra con Baquedano. Pero no es fácil. Nuestro trabajo es siempre mirando a medio y largo plazo, tratando de convencer a los programadores a través de la calidad del trabajo. Este es ya el CD número 22, que se dice pronto. Todo es muy artesano. Pero cada disco es un proyecto de uno, dos años, que exige inversiones, porque detrás hay profesionales, a los que hay que pagar, y luego el retorno es complicado. Se está banalizando demasiado la pérdida del disco. Lo subimos todo a las plataformas, y hay gente que te dice que lo escuchan todo por Spotify o Youtube, pero cómo formamos a nuestro público. Porque un disco tiene también su libreto. Ya sé que algunas plataformas permiten subirlo, pero es que entonces perdemos hasta el valor añadido que supone el objeto físico, y ahora mismo nos pagan céntimos por las escuchas. Tendríamos que tener fuentes de ingresos alternativas, por ejemplo a través de una ley de mecenazgo, que le permitiera a una empresa financiarte una grabación, que no vas a vender, pero que se puede subir a las redes, y las empresas pudieran usar como forma de promocionarse.
–Pese a todo sigue con nuevos proyectos…
–Sí. Tenemos varias producciones previstas. Vamos al Festival de Melk en Austria, que dirige Michael Schade, gran tenor en su momento de Harnoncourt, y ahí llevamos un programa a medida. No nos gusta eso de ir de gira con el mismo programa. Damos a cada organizador un programa a medida, que pueda satisfacer a su público. Es lo que hicimos con Rodríguez de Hita, que fue encargo del CNDM y Antonio Moral lo cogió para Granada. En mayo estaremos en St. John Smith Square, en Londres, con un programa Hidalgo, que es uno de nuestros compositores estrella. A Malta vamos con Victoria, que es otro de los compositores más queridos. En Bulgaria hicimos el programa Guerrero que antes habíamos hecho ya en Úbeda, las versiones originales de las villanescas, en su formato profano. Está teniendo mucho éxito, me gustaría también grabarlo, porque además no tengo ningún Guerrero en la colección. Y después tenemos proyectos con otros compositores del XVII, como López de Velasco. Y en 2023 haremos un Sebastián Durón a 4. El disco que hicimos por el bicentenario en 2016 era policoral, con un gran conjunto. Haremos ahora este formato, que es también darle oportunidad a otros programadores, porque aquí no seremos más de 8 o 9 músicos.
Discografía. Un conjunto rendido a la música española
Aunque con otro nombre (Capilla del Príncipe de Viana) y en otros sellos, la Grande Chapelle había hecho ya algunos trabajos discográficos cuando en 2005 empezó a publicar bajo la marca Lauda. Se conmemoraba entonces el cuarto centenario de la edición de la primera parte de El Quijote, y los dos primeros discos del nuevo sello estuvieron dedicados a Cervantes y su magna novela. Si bien durante un tiempo, el grupo, aún dirigido por su creador Ángel Recasens, estaba formado principalmente por cantantes belgas, holandeses y franceses, la dedicación a la música española fue casi exclusiva desde el principio. Con la muerte del fundador en 2007, su hijo Albert, que hasta ese momento hacía el trabajo musicológico para el conjunto, se hizo cargo también de la dirección musical y el rumbo no se torció lo más mínimo, aunque poco a poco se fue normalizando la presencia de cantantes españoles y los álbumes misceláneos dejaron lugar a monográficos dedicados a compositores. Después de veintidós cedés, plagados de recuperaciones y primicias de todo tipo, el conjunto puede presentar un muestrario soberbio de la música española de los siglos XVI a XVIII, en el que al lado de nombres principalísimos como los de Cristóbal de Morales, Tomás Luis de Victoria, Alonso Lobo, Pedro Ruimonte, José de Nebra o el Padre Antonio Soler, se encuentran también referencias como las de Francisco Valls, Juan Hidalgo o Sebastián Durón y nombres mucho menos conocidos como los de Pujol, Rodríguez de Hita, García Fajer, Cristóbal Galán, Carlos Patiño, García de Salazar o, ahora, Baquedano.
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