Alain Resnais: pensamiento y eco
El CAAC inaugura mañana 'Remake Resnais', una exposición en colaboración con el SEFF y el Instituto Francés sobre la ascendencia del gran cineasta en los creadores del presente
Antes de Hiroshima mon amour (1959) o El año pasado en Marienbad (1961), cimas no sólo de su filmografía sino también del arte al que se dedicó, Alain Resnais prestó en los inicios de su carrera una atención muy específica a los documentales o más propiamente dicho a los ensayos visuales, entre los que goza de merecida fama uno en particular, Noche y niebla (1955), sobre el horror cósmico nazi. Pero esa faceta del cineasta francés, icono de la modernidad cinematográfica fallecido en marzo de 2014 a los 91 años, deparó otros trabajos también estimulantes, aunque no tan conocidos. En torno a ellos ofrece ahora el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) Remake Resnais, "una exposición no de alfombra roja, sino de arte y ensayo", como señaló socarronamente el director del centro y comisario de la muestra, Juan Antonio Álvarez Reyes.
Organizada en colaboración con el Instituto Francés y el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF), Remake Resnais constituye una especie de ensayo visual colectivo que se nutre tanto de los filmes de Resnais como de los diversos ecos, conscientes o no, que esos mismos trabajos encontraron en obras posteriores. Así, articulando un "discurso claro en su planteamiento pero complejo en su densidad de guiños", y con el objetivo de "establecer relaciones estéticas y políticas" entre las ideas de Resnais y el presente más cercano, la exposición muestra primero -en su disposición cronológica y espacial- esos ecos para ofrecer a continuación las filmaciones del francés, patriarca de la nouvelle vague pero no militante, y por encima de esos corsés impuestos desde fuera, uno de los primeros autores que asumió hasta el fondo de la cuestión que el cine podía y debía hacerse con tanta libertad como la que se dieron a sí mismas tras el vendaval de las vanguardias las artes plásticas, la música y la pintura.
Lejos aún del vuelo asombrosamente liviano que adquirirían sus películas con el paso del tiempo, hasta culminar en esa conmovedora etapa postrera (On connaît la chanson, Asuntos privados en lugares públicos, Las malas hierbas o la ultimísima, Amar, beber y cantar), las películas que podrán verse en el CAAC desde mañana hasta el 28 de febrero tienen un carácter marcadamente indagador y experimental. Son Toute la mémoire du monde (Toda la memoria del mundo), Les statues meuren aussi (Las estatuas también mueren) y Guernica; sobre cada una de las tres pivotan los correspondientes apartados del recorrido.
En el cortometraje Toda la memoria del mundo, de 1956, Resnais se adentró en la antigua sede de la Biblioteca Nacional de Francia, y mediante un gesto poético y juguetón -la introducción, entre los más de 30 millones de libros de la colección, de uno falso, una supuesta guía del planeta Marte, que finalmente fue registrado y clasificado- mostró el metódico funcionamiento interno de la gigantesca institución. En relación con este filme se exponen una serie de fotografías de Candida Höfer, en las que la alemana documentó precisamente el proceso de vaciado de esas estanterías de la Biblioteca Nacional debido a su traslado a otro edificio, además de un par de imágenes de esa nueva sede. Son imágenes limpias y claras llenas de luz y color en las que la artista alemana, que siempre se ha interesado por la naturaleza de los espacios públicos, ofrece una mirada a "los estratos de la memoria producidos por el tiempo y la acción política". Una videoinstalación de dos canales de Nina Fischer y Maroan el Sani completa este primer bloque. Muestra, también, esa imponente Biblioteca Nacional: en una pantalla, sus estantes ya prácticamente vacíos todos, y en la otra, las mesas de lectura, también desoladas, ocupadas por esporádicos usuarios, aburridos y desconcertados, que representan, explica Álvarez Reyes, "el vacío de la memoria y el vacío de conocimiento que muchas veces promueven las grandes instituciones".
En el segundo apartado, Las estatuas también mueren, de 1953 y realizada en colaboración con Chris Marker, aborda la espinosa relación entre capitalismo y colonialismo; tanto, que el filme estuvo prohibido durante una década en la Francia colonial de entonces, a causa de las escenas de violencia y masacres que los autores deslizaron entre sus imágenes de arte africano acompañadas de reflexiones de índole filosófica. En diálogo con esta pieza el visitante encontrará una selección de piezas de arte subsahariano muy similares a las que aparecen en el filme, procedentes de la colección privada de Sánchez-Ubiria, y también la obra con la que el irlandés Duncan Campbell ganó el año pasado el referencial Premio Turner. En su ensayo fílmico, It for others, el artista explora aspectos de la naturaleza más profunda del capitalismo en su relación con el mundo del arte, como la comercialización de objetos o ideas no pensados inicialmente como arte o mercancía, incluso el terrorismo (a propósito del merchandising generado alrededor del IRA).
La última parte está dedicada al Guernica de Picasso, obra sobre cuya historia Resnais, junto a Robert Hessens, hizo en 1950 un cortometraje. Acompañando a esta pieza se encuentran algunas de las fotografías -cedidas por el Reina Sofía- en las que la artista francesa Dora Maar, pareja entonces del artista, documentó el proceso de creación de la mítica obra; y dos piezas del español Daniel García Andújar: en una muestra, mediante una animación 3D, a varios personajes u objetos de la historia del arte contemplando el enorme mural, desde el celebérrimo urinario de Duchamp al coyote de Joseph Beuys pasando por Superman, y en la otra recoge imágenes de bombardeos aéreos masivos a poblaciones civiles, operaciones de las que Guernica se convirtió en su trágico primer gran símbolo.
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