Adiós a Julio Madurga, un gran profesional del cine español
Una sencilla esquela familiar nos avisaba en las páginas de El País del pasado lunes de la inesperada muerte de Julio Madurga Cruz (Zaragoza, 1946) a los 62 años de edad. Un nombre tal vez desconocido para el gran público, pero sin embargo imprescindible dentro de la profesión cinematográfica española de las últimas tres décadas, en la que alcanzó un enorme prestigio como operador de cámara (o segundo operador) junto a importantes realizadores como Luis García Berlanga (Todos a la cárcel), Carlos Saura (Ay Carmela, El amor brujo, Flamenco, Tango), Manuel Gutiérrez Aragón (La vida de nadie), Pilar Miró (El crimen de Cuenca, El perro del hortelano), Gonzalo Suárez (Parranda), Bigas Luna (Jamón, jamón, Huevos de oro), José Luis Cuerda (La marrana, La lengua de las mariposas), Pedro Almodóvar (Carne Trémula), Emilio Martínez Lázaro (Las 13 rosas) o Alejandro Amenábar (Tesis, Los otros).
Verdadero responsable en la sombra del crédito visual de tantos y tantos títulos de nuestro cine reciente, Madurga era muy reclamado y respetado por realizadores y directores de fotografía, que tantas veces depositaron su confianza en su talento, criterio y precisión para manejar la cámara o para definir el mejor encuadre posible. Su trabajo en el ciclo de filmes musicales de Carlos Saura quedará tal vez como la más exquisita y elegante muestra de sus habilidades para dibujar y coreografiar una imagen continua con un travelling o una grúa.
Diplomado en la Escuela Oficial de Cinematografía en 1970, Madurga compaginó su trabajo profesional en el cine con la televisión (participó en series como Curro Jiménez, Arroz y tartana o La huella del crimen), la publicidad y la enseñanza en la propia Escuela y posteriormente en la Facultad de Comunicación de la Universidad Complutense o en la ECAM de Madrid. Los girasoles ciegos, de José Luis Cuerda, ha sido su último trabajo acreditado.
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