VANDALISMO
Destrozan las históricas calesitas de Triana

¿Hacia dónde va Egipto?

Un partidario de Mubarak es golpeado por los opositores al presidente tras haber sido capturado por sus adversarios.
Antonio Romea

04 de febrero 2011 - 05:03

SOY arabista y ayer me pude comunicar con algunos amigos egipcios que estuvieron de noche en la plaza Tahrir, resistiendo los ataques que orquestaron los partidarios del régimen de Mubarak. Ahora parece claro que entre ellos se encontraban policías de paisano, como acredita el carnet de uno de los detenidos por los manifestantes y mostrado en directo a la cadena Al Jazeera.

El anciano presidente o dictador egipcio, que lleva en el poder 30 años, no atiende a consejos ajenos y pretende tutelar la transición hasta las próximas elecciones presidenciales de septiembre mientras la oposición no se fía de él, y sólo está dispuesta a iniciar negociaciones sobre la transición política después de su dimisión.

Las negociaciones se iniciarían entre el recién nombrado vicepresidente, Suleiman, y el Nobel de la Paz Mohamed el Baradei también recién elegido como su representante por la oposición después de que regresase oportunamente de su autoexilio en Viena.

Dichas negociaciones deberían organizar la transición a la democracia y la celebración de elecciones libres, ya que en las anteriores en que ganó Mubarak, estaban prohibidos muchos partidos y encarcelados gran parte de sus candidatos.

El problema es que después de tanta represión, la oposición no está organizada y carece de un ideario claro. Ellos mismos se han visto sorprendidos y sobrepasados por el apoyo popular y espontáneo que han tenido las protestas, producto de un contagio proveniente de Túnez.

El grupo opositor más presente y organizado, después de la represión del panarabismo y el marxismo en los años 70, son los Hermanos Musulmanes, cuyos candidatos llegaron a obtener un 20% de votos en las elecciones, pese a estar prohibidos como organización. Cuentan con el apoyo de los más empobrecidos y han organizado servicios sociales que no era capaz de ofrecer el propio Estado, como sanidad y guarderías.

Pero el hartazgo y el rechazo al régimen está muy generalizado, lo comparten también los cristianos, las clases medias y los intelectuales. Por ello existen muchos otros movimientos opositores como Kefaya (Basta Ya), Todos somos Jaled Said (el joven torturado hasta la muerte por la Policía en 2010) o el Movimiento 6 de Abril, que se coordinaron durante las protestas en una unidad de acción que, por el momento, se mantiene incólume.

Por lo que se refiere a los partidarios de Mubarak, apenas el grupo de más favorecidos por el régimen le sigue siendo fiel.

Estamos asistiendo a un momento histórico, en que las masas árabes se han lanzado a la calle tras décadas de dictaduras para pedir el mismo derecho a la democracia que tenemos en Europa. Lógicamente, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, está profundamente preocupado y no querría tener a otro Irán por vecino.

Sin embargo, al menos en estos momentos no parece fácil que los islamistas pudieran gobernar en solitario y menos con un programa radical, como imponer la ley islámica o sharia como única fuente de la legislación civil, pues hace años que son aliados de la izquierda y los cristianos, los cuales suman varios millones. Además, el Ejército sin duda jugará un papel moderador importante en la transición.

Por otro lado, un partido similar a los Hermanos Musulmanes gobierna hace años en Turquía y este país sigue siendo un aliado en la OTAN y mantiene una política económica de libre mercado, además de haber dado pasos importantes hacia el respeto a los derechos humanos.

No es una solución a la iraní la única ni la más probable para Egipto. Aunque es muy posible que después de décadas en que Mubarak ha llevado una política ajena a los intereses tanto sociales como nacionales de los egipcios, y más conforme a los de Tel Aviv y Washington, el nuevo presidente, sea quien fuere, tendrá una política más independiente y quizá no colabore en temas como mantener el bloqueo actual a la Franja de Gaza.

Pero ese cambio ya lo preveían los diplomáticos norteamericanos en el año 2007, según escribían en un cable que filtró recientemente Wikileaks: "Podemos deducir que los primeros discursos públicos de un nuevo presidente egipcio tendrán un tono antiestadounidense".

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