Los retos de Obama
El presidente electo, que asume el martes el mando del país más poderoso, tiene ante sí la ardua tarea de recomponer las relaciones de EEUU con el resto del mundo
El candidato que logró despertar las ilusiones de todo un país, Barack Obama, asume el martes la Presidencia estadounidense. Pero lo que se perfiló como un sueño puede convertirse en pesadilla.
Obama recoge el testigo de un país cuya economía lleva, oficialmente, un año en recesión y que posee las peores cifras de desempleo en dos décadas y 43 millones de ciudadanos sin seguro sanitario. A ello se le suman dos guerras y una reputación internacional puesta en entredicho debido a la política exterior unilateral llevada a cabo por su predecesor, George Bush. No en vano, los expertos aseguran que desde Franklin Roosevelt, que heredó la Gran Depresión y la amenaza de la Alemania nazi, ningún otro presidente entrante se enfrentó a tantos desafíos inmediatos.
En lo que se refiere a política exterior, la nueva Administración se centrará en terminar el conflicto con Iraq y hallar una solución para el atolladero en que se ha convertido Afganistán, sin olvidar la cuestión nuclear de Irán y la escalada de tensión con Rusia.
El presidente electo quiere llevar a cabo una diplomacia más amplia que la que ha practicado Bush, con menos confianza en el poderío militar y más en el poder suave de EEUU. "Básicamente, la premisa de la Administración Bush ha sido: unilateral si podíamos, multilateral si nos veíamos obligados. Lo que la nueva Administración dirá es que debemos ser multilaterales si podemos, unilaterales sólo si nos vemos obligados", afirma Lawrence Korb, analista del Centro para el Progreso Americano en Washington.
Sin embargo, asegura a este diario David García Cantalapiedra, investigador del Real Instituto Elcano, "EEUU no suele cambiar mucho las relaciones exteriores; de hecho, Bush fue continuista con la política de Bill Clinton".
"Obama pretende restaurar la reputación mundial de EEUU, pero eso no quiere decir que no vaya a defender sus intereses vitales", vaticina Cantalapiedra.
A ello se añade la designación como secretaria de Estado de la senadora Hillary Clinton, quien tiene una posición más dura en cuestiones de política exterior. No obstante, durante su audiencia de confirmación para el cargo en el Senado, insistió en que "la política exterior debe fundarse en la unión de principios y pragmatismo, no sobre una ideología rígida".
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