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Pyongyang muestra sus centrifugadoras de uranio para irrumpir en las presidenciales de Estados Unidos

Corea del Norte enseña por primera vez sus instalaciones para fabricar combustible para bombas nucleares

Crece el temor a un próximo test de armas de gran calado

Gatillo nuclear: el simulacro de contraataque nuclear de Corea del Norte

El líder norcoreano, Kim Jong-un, inspecciona el Instituto de Armas Nucleares. / Kim Jae-Hwan (EP)

Seúl/Al mostrar este viernes por primera vez sus instalaciones para fabricar combustible para bombas nucleares, Corea del Norte se posiciona para adquirir protagonismo en la campaña para las elecciones presidenciales en Estados Unidos mientras aumenta el temor a que realice pronto un test de armas de gran calado.

Se trata de un gesto contundente por parte del régimen de Kim Jong-un, que visitó estos días una planta llena de cascadas de centrifugadoras de uranio -aparentemente más avanzadas de lo estimado inicialmente por los expertos- y ordenó aumentar la cifra de estos dispositivos "para incrementar exponencialmente el número de armas nucleares".

Éstas son algunas claves para tratar de descifrar este mensaje calculado que Pyongyang -que desde 2019 rechaza retomar el diálogo sobre desarme- ha decidido emitir a falta de poco más de siete semanas para que los estadounidenses elijan nuevo presidente.

Un sombrío programa de enriquecimiento de uranio

Se conocen pocos detalles sobre cómo, dónde y cuánto uranio es capaz de enriquecer Corea del Norte, así como el nivel de concentración de isótopos del material resultante (a mayor concentración de uranio-235, más fisible el combustible de la bomba).

Hasta hoy Corea del Norte sólo había mostrado en 2010 unas instalaciones en el Centro de Investigación Nuclear de Yongbyon (unos 100 kilómetros al norte de Pyongyang) al científico estadounidense Siegfried Hecker, que estimó que el lugar albergaba unas 2.000 centrifugadoras de gas -un modelo más anticuado que el mostrado este viernes- para producir uranio de bajo enriquecimiento.

Servicios de inteligencia y analistas dan por hecho que el régimen posee al menos otro centro de procesamiento en Kangson, en el extrarradio de la capital norcoreana.

Es este recinto de Kangson el que se cree que han mostrado los medios norcoreanos (que no mencionan la localización de la planta), puesto que afirman que Kim Jong-un visitó la superficie en construcción para nuevas centrifugadoras, algo que concuerda con un reciente informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que advierte que se está construyendo un anexo en este complejo situado al suroeste de Pyongyang.

El momento elegido

La inmensa mayoría de expertos creen que Corea del Norte ha optado por mostrar sus centrifugadoras pocas semanas antes de los comicios estadounidenses para recuperar protagonismo en un momento en el que sus programas de armas no salieron a relucir ni una vez en el debate de esta semana entre los candidatos Donald Trump y Kamala Harris, como tampoco lo hicieron en el de junio entre Trump y Joe Biden.

Aunque Corea del Norte no sea un tema que condicione actualmente el voto de los estadounidenses, el mensaje que ha enviado este viernes Pyongyang es que sí va a ser un asunto que requerirá atención por parte de quien herede la Presidencia de manos de Biden.

"Para Trump el mensaje es después del fiasco de (la cumbre de) Hanói nuestro programa atómico sigue adelante. Si lo queréis parar vais a tener que sentaros a negociar. Y para Harris es un poco lo mismo; la política de Biden ha fracasado, tú verás si quieres sentarte a negociar", explica a Efe Ramón Pacheco Pardo, director de la cátedra sobre política en la península coreana de la Universidad Libre de Bruselas.

Pacheco Pardo es de los que creen que Pyongyang está dispuesto a retomar el diálogo para rebajar sanciones o lograr un acuerdo de seguridad, pero en términos diferentes a los de 2019 en Hanói, ya que este anuncio refrenda lo que Pyongyang ha venido diciendo en los últimos años: que ya no hay posibilidad de que abandone las armas nucleares.

Qué esperar en las próximas semanas

Seúl y Washington y diferentes expertos han advertido en las últimas semanas sobre la posibilidad de que Pyongyang opte por realizar justo -antes o después de las presidenciales en Estados Unidos- importantes pruebas de armas de destrucción masiva para lograr la atención del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Podría tratarse del lanzamiento de un misil balístico intercontinental (ICBM), posiblemente equipado con un vehículo de reentrada múltiple e independiente (como el testado en junio), para mostrar una vez más que Corea del Norte puede alcanzar teóricamente Estados Unidos. Esta posibilidad cobra enteros después de que Pyongyang mostrara la semana pasada una nueva e imponente lanzadera erectora móvil (TEL) de 12 ejes.

Un test nuclear se antoja ahora algo más improbable, no sólo porque es algo que siempre puede enojar a China y Rusia (que apoyan el levantamiento de sanciones sobre Pyongyang), sino porque el daño provocado por el monzón en los accesos al remoto centro de pruebas de Punggye-ri (noreste del país) y detectado recientemente por los satélites va a requerir de importantes reparaciones durante las próximas semanas.

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