La posibilidad de Bush para pasar a la historia
El presidente norteamericano impulsa al final de su mandato un intento de alcanzar la solución
La conferencia de paz sobre Oriente Próximo muestra la decisión estadounidense de retomar las riendas del conflicto palestino-israelí por primera vez desde 2000. EEUU ha mantenido un segundo plano en este conflicto desde julio de ese año, cuando se reunieron el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, y el presidente palestino, Yaser Arafat, bajo los auspicios de Bill Clinton.
Ahora vuelve a presentarse ante el escenario mundial como anfitrión de un gran encuentro sobre el problema.
La reunión de hace siete años en Camp David concluyó sin acuerdo, principalmente por las discrepancias sobre la soberanía de Jerusalén y el regreso de los refugiados palestinos.
Hoy las perspectivas parecen las mismas en opinión de los expertos.
Tamara Cofman Wittes, miembro del Centro Saban para políticas de Oriente Próximo, cree que la reunión se celebra en un momento en el que, pese a que se lograran algunos avances, "la debilidad de ambos personajes en sus respectivos países impedirá que se implanten" las decisiones adoptadas. Cofman se refería al presidente palestino, Mahmud Abbas, y al primer ministro israelí, Ehud Olmert.
"Pese a que las partes lo tienen difícil, por lo menos quieren que se celebre el encuentro; pero hay obstáculos", agrega Cofman. La experta explica que, "por lo menos, ha servido para que, desde hace unos días, las partes hablen otra vez de la Hoja de Ruta" y añade que, en el fondo, a Estados Unidos no le importa que la reunión "avance o no".
Otros, como el experto del diario The Washington Post Glenn Kessler, señalan que la base de la reunión será el relanzamiento de la Hoja de Ruta destinada a crear un Estado palestino.
Lo que no hay duda es de que tanto el presidente estadounidense, George W. Bush, en su discurso inaugural, como la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, que encabezará la reunión, defenderán la necesidad de que la solución del conflicto pase por la convivencia de dos estados independientes: el palestino y el israelí.
En opinión de Kessler, las dos partes negociarán con dureza para lograr un acuerdo duradero que implique la toma de decisiones prácticas que permitan "aliviar la situación tensa sobre el terreno". Un ejemplo de esta tensión se refleja en los resultados de recientes sondeos, en el que se deduce que la mayoría de los israelíes y palestinos no confía en el éxito de la conferencia de Annapolis.
A falta de saber si participarán algunos países árabes, especialmente Siria, el Gobierno estadounidense se muestra seguro de que, por lo menos, será una buena plataforma de lanzamiento para seguir con las conversaciones que permitan solucionar el conflicto palestino-israelí, tal y como aseguró esta semana la propia Condoleezza Rice.
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