Las nuevas maniobras militares de Seúl suben el tono de las amenazas
Pyongyang está dispuesta a una "guerra santa" contra sus vecinos.
El ejército surcoreano efectuó este jueves los ejercicios aéreos y terrestres más importantes del año a pocos kilómetros de la frontera con Corea del Norte, y los expertos esperan como algo casi inevitable un nuevo ataque como réplica de Pyongyang.
Corea del Norte está dispuesta a una "guerra santa" contra Corea del Sur empleando su armamento nuclear disuasor, según ha señalado este jueves el ministro norcoreano de las Fuerzas Armadas, Kim Yong Chun.
El ministro ha subrayado el argumento de su país de que Corea del Sur se está preparando para iniciar una guerra con las maniobras por mar y tierra con fuego real que está desarrollando esta semana en la costa occidental. Los ejercicios son interpretados por el régimen comunista que lidera Kim Jong Il como un intento de iniciar un conflicto.
Los ejercicios, previstos sólo este jueves, según un portavoz, tuvieron lugar justo un mes después de que el régimen comunista atacara con artillería la isla surcoreana de Yeonpyeong, en el primer bombardeo de Pyongyang contra una zona civil desde el final de la guerra de Corea en 1953.
Este jueves, los ejercicios duraron poco menos de una hora, y tuvieron lugar en Pocheon, a unos 30 km al sur de la frontera. Corea del Sur, que inició la víspera cuatro días de maniobras navales en el mar de Japón, asegura que los ejercicios son puramente defensivos.
El miércoles, la Casa Blanca advirtió a Pyongyang contra toda reacción violenta, e insistió en que los ejercicios eran meramente defensivos. Estados Unidos tiene a unos 28.500 soldados en la mitad sur de la península.
En un comunicado con un tono menos agresivo que de costumbre, Pyongyang calificó este jueves de "belicista" al ejército surcoreano, que emprende "ejercicios fanáticos para invadir Corea del Norte".
El lunes, Pyongyang renunció a reaccionar a las maniobras surcoreanas en Yeonpyeong, y por otro lado aceptó la visita de inspectores nucleares de la ONU, expulsados en 2009, según Bill Richardson, un ex alto diplomático estadounidense que visitó esta semana Pyongyang.
Pese a estos signos, los analistas consideran casi inevitable una nueva agresión del Norte contra Corea del Sur, para confortar la sucesión en Pyongyang.
"La cuestión no es saber si habrá una nueva provocación, sino saber cuándo", considera Peter Beck, analista del Consejo de relaciones exteriores, con sede en Washington.
El experto añade que Pyongyang necesita este tipo de acciones para fortalecer la posición de Kim Jong-Un, hijo del dirigente actual Kim Jong-Il escogido por éste para sucederle al frente del país.
"El objetivo es presentar a Jong-Un como un líder fuerte y sólido, y unir a la gente en torno al régimen alimentando el temor de una guerra", añade Peter Beck.
Kim Jong-Il obtuvo sus "credenciales" como siguiente dirigente de Corea del Norte fomentando el asesinato del presidente surcoreano cuando visitaba Birmania en 1983, que finalmente fracasó, y el atentado contra un avión de la compañía surcoreana Korean en 1987, en el que murieron 115 personas.
Según Andrei Lankov, profesor de la universidad Kookmin de Seúl, el Norte no golpeará "inmediatamente después de las maniobras surcoreanas, sino en el momento y el lugar que quiera", escribe en el Financial Times.
Varios analistas creen que Pekín ha pedido calma a Pyongyang hasta la visita del presidente chino Hu Jintao a Estados Unidos el 19 de enero, por lo que esperan ataques después de esa fecha.
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