El mundo, en vilo ante la llegada de Donald Trump

Las amenazas del republicano sobre Groenlandia, Canadá y Panamá son el aperitivo de una política exterior a priori más transaccional, con posibles acuerdos bilaterales, que aislacionista

Biden se despide con amargura y un legado amenazado por Trump

Admiradores de Donald Trump esperan para asistir a un mitin en el Capital One Arena en Washington.
Admiradores de Donald Trump esperan para asistir a un mitin en el Capital One Arena en Washington. / JUSTIN LANE / EFE

Washington/El mundo espera en vilo el inicio del segundo mandato de Donald Trump, cuyas amenazas sobre Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá han servido de aperitivo de una política exterior que se perfila más transaccional, con la negociación de acuerdos bilaterales, que aislacionista. La incertidumbre que precedió a su llegada al poder en 2017 se ha diluido levemente ante su investidura de este lunes.

Si hace ocho años muchas capitales temían sobre todo una deriva aislacionista de EEUU, ahora el debate se centra más bien en cómo negociar con Trump para salir bien parados. Aunque la palabra multilateralismo sigue fuera del vocabulario de Trump, sus declaraciones sobre Groenlandia o el canal de Panamá demuestran que, lejos de replegarse, tendrá una política exterior centrada en lo que percibe como intereses estratégicos y sin renunciar a impulsos imperialistas. La gran diferencia entre el escenario mundial durante su primer mandato y el actual son las guerras de Ucrania y Gaza, que comenzaron cuando él ya estaba fuera de la Casa Blanca y a las que ha prometido poner fin casi instantáneamente.

Europa

Aunque nadie en Ucrania espera el acuerdo de paz en 24 horas que Trump llegó a vaticinar, muchos mantienen la esperanza de que obligue a Rusia a firmar una paz sólida y con garantías de seguridad para Kiev. Sin embargo, también temen que, conocida su afinidad con Putin, corte el grifo de ayuda a Ucrania para forzar un arreglo que la deje desprotegida.

A ese temor se añade el de la UE de quedar al margen de una negociación de paz que necesariamente afectaría a su futuro, especialmente si Ucrania pierde territorio y después se suma al bloque comunitario o a la OTAN.

La UE que recibe a Trump ya no es la que contó con Merkel como contrapeso. Ahora, los centros de poder en Alemania y Francia están debilitados y la extrema derecha en pleno auge. Trump ha demostrado que "no le interesa" dialogar con los Veintisiete en su conjunto, por lo que la UE podría ver mermados sus intereses dependiendo de "cómo decidan relacionarse algunos países europeos" con él, según la investigadora Carlota García Encina, del Real Instituto Elcano. "¿Seremos capaces de mantenernos unidos o alguno aprovechará el cauce bilateral para sacar ventaja?", plantea García Encina. A esa última vía prometen apuntarse sus dos grandes aliados en Europa, la italiana Meloni y el húngaro Orban, éste aislado en la UE pero muy valorado por la Casa Blanca entrante.

La UE que recibe al magnate ya no es la que contó con Merkel como contrapeso

La interferencia de Musk a favor de la extrema derecha en el proceso electoral alemán ha irritado a Berlín, donde Scholz ha dejado clara su oposición a la idea de Trump de aumentar al 5% del PIB el gasto en defensa dentro de la OTAN. Pero el magnate no parece dispuesto a ceder y no sería de extrañar que EEUU cambiara las posturas de sus tropas en Europa para recompensar a los países que llegan al porcentaje del PIB en defensa.

Las pretensiones de Trump de controlar Groenlandia han desatado las alarmas desde Copenhague a Bruselas, pero líderes como Macron abogan por no ser "débiles ni derrotistas".

Latinoamérica

La voluntad de Trump de que Canadá se convierta en el estado número 51 y el canal de Panamá vuelva a manos estadounidenses revelan un impulso expansionista que se alinea en buena medida con la Doctrina Monroe de 1904, que atribuía derechos unilaterales a EEUU sobre el continente americano. Trump ya enarboló en su primer mandato esa doctrina, pero todo apunta a que en los próximos cuatro años la abrazará sin tapujos, dada la creciente influencia china en el continente.

"Es casi seguro que Latinoamérica cobrará un mayor protagonismo en el segundo mandato de Trump, al menos al principio", dijo la ex directora del programa para América Latina en el Wilson Center, Cynthia Arnson. Rodeado de halcones hispanos como Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone, hay pocas dudas de que "vuelva a imponer sanciones al petróleo de Venezuela". Prevé, además, que devolverá a Cuba a la lista de estados patrocinadores del terrorismo de la que ha salido en los últimos compases del Gobierno de Joe Biden.

Oriente Próximo

Durante sus primeros cuatro años, Trump se ganó la amistad de Netanyahu a base de regalos a Israel: Jerusalén como capital, los Altos del Golán, acuerdos con países árabes y un plan de paz que contemplaba el control israelí de parte de Cisjordania. Sin embargo, no quería volver a la Casa Blanca con la guerra en Gaza activa, y su presión a Israel ha sentado las bases para el alto el fuego.

Pero esa tregua no equivale por ahora a una paz duradera y los palestinos temen que, a cambio, la ultraderecha israelí proceda a una anexión de facto en Cisjordania con la aprobación tácita de Trump. La animadversión a Irán será otra de las claves de su política exterior, reforzando su alianza con el turco Erdogan y con los reinos suníes del Golfo Pérsico.

Asia

Trump culpa de casi todos los males de la economía estadounidense a China, a la que ha prometido castigar con aranceles de hasta el 60% y, aunque Pekín ya prepara posibles contramedidas, aún confía en persuadir a EEUU de cambiar de rumbo, posiblemente con la ayuda de Musk, dados sus intereses en el gigante asiático.

Pocos esperan ver un nuevo acercamiento de Washington al líder norcoreano, Kim Jong-un, que ha consolidado su relación con Rusia al enviar soldados a la guerra con Ucrania. Quien sí buscará reforzar su relación con Trump es el primer ministro de la India, Narendra Modi, con el que siempre ha tenido sintonía.

África

En su primer mandato, Trump no mostró ningún interés real en el continente africano y lo más probable es que ahora siga tratándolo como un actor periférico, pero habrá excepciones: Egipto y Marruecos prometen mantener su importancia estratégica para Washington y Rabat confía en dar continuidad a la decisión de Trump de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental.

stats