Los italianos votan con apatía en unas elecciones de las que no esperan nada
La inclinación del 30% de indecisos determinará los resultados en unos comicios que terminarán hoy a las 15:00 · La economía está en crisis y los partidos no han estado a la altura que se esperaba
Ma chi se ne frega! (¡A quién le importa!). Es la frase favorita de millones de italianos, muchos indecisos, hartos de falsas promesas de una clase política decadente. Por ello, el reto de los dos principales candidatos, el conservador Silvio Berlusconi, favorito en los sondeos, y el ex alcalde de Roma, Walter Veltroni, del centro izquierda, era seducir a los apáticos, cerca de un 30%, para intentar lograr una cómoda mayoría en las urnas que evite nuevas crisis de Gobierno "a la italiana".
Los 47 millones de ciudadanos con derecho a voto acudieron hasta las diez de la noche de ayer, en una primera jornada electoral que culminará hoy, a depositar su papeleta para intentar cambiar el rumbo de un país sumido en la depresión nacional, con una economía en estado de casi recesión -superada en crecimiento del PIB por España- y con unos partidos políticos que no han estado, al menos hasta ahora, a la altura del momento, sumidos en litigios intestinos de bajo nivel, sin la suficiente altura de miras para hacer verdadera política de Estado.
Mientras los colegios electorales cumplían con el trámite oficial de recoger el voto ciudadano, en los medios nacionales apenas se reflejaba el ambiente extraordinario de la circunstancia: unos pocos boletines de radio especiales, algún telediario breve... pero nada de grandes despliegues mediáticos.
En lugar de las elecciones, contempladas como un trámite formal para una gran parte de ciudadanos, la televisión estatal, RAI, arrancaba la jornada con un programa de nombre irónico Domenica In (Domingo divertido), un espacio de amenidades apto para todos los coeficientes intelectuales y que hasta hace poco era presentado por la ex musa televisiva Rafaella Carrá, un mito exportado a fines de los 70 a los shows de España.
A las 19:00, hora local, había votado un 48,7% lo que representa un descenso respecto al 52,2% comunicado a la misma hora en las pasadas elecciones generales. "El dato es preocupante, pues muestra de forma elocuente que el descontento y la abulia dominan la sociedad italiana y va a ser difícil que la gente vuelva a creer en la política", asegura Carlo Cerrato, de RAI-3.
De acuerdo con los expertos, el 83,5% de electores indecisos hacen una cruz para validar su voto en el último momento, con lo que la tensión está garantizada hasta el lunes por la noche, cuando se darán a conocer los resultados definitivos.
El problema grave es que Italia entera -y no sólo los indecisos- parece haberse plegado al menefregismo, neologismo de nueva creación que engloba el concepto de fregarsene (dar igual todo, pase lo que pase), una mezcla de apatía y fatalismo.
De acuerdo con los expertos, los menefregistas en Italia -los que pueden dar la victoria a uno u otro candidato- pueden dividirse en varios tipos, aunque la mayor parte, en torno al 60%, son personas que "han perdido toda ilusión en la política", segun un estudio de Il Corriere della Sera.
Son quienes prefieren quedarse en casa el domingo porque, de todas formas, "nada va a cambiar". Este "fatalismo" a la italiana, explica el sociólogo Renato Mannheimer, "se ha instalado poco a poco en toda la sociedad y es muy difícil de neutralizar". Cerca del 6% del electorado, de acuerdo con cifras de 2006, "decide justo cuando entra en la cabina de voto", movidos por un impulso.
Un buen porcentaje, cerca del 10%, está representado por los arrabiati, los cabreados, personas que manifiestan su enfado generalizado con los políticos y votan, segun el experto, "de manera impulsiva, casi infantil, al azar", como un juego irresponsable".
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