El hundimiento del 'macronismo', que queda relegado a mera comparsa en Francia

El partido de Macron podría salvar en la segunda vuelta de las legislativas, el próximo día 7, entre 60 y 90 escaños en la nueva cámara baja, lejos de los 250 que tenía en la actualidad

La ultraderecha gana con holgura las elecciones en Francia y podría lograr la mayoría absoluta

Macron pide unirse contra la extrema derecha en la segunda vuelta de las legislativas en Francia

Macron vota en la primera vuelta de las legislativas francesas
Macron vota en la primera vuelta de las legislativas francesas / EFE
Agencias

30 de junio 2024 - 22:39

El movimiento político creado por el presidente francés, Emmanuel Macron, en 2017 para acabar con las arcaicas estructuras partidistas ha pasado de una amplia mayoría en Francia a convertirse en una mera comparsa obligada a retirar buena parte de sus candidaturas para evitar la llegada al poder de la extrema derecha tras los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas, celebrada este domingo.

El 'macronismo' pasó de tener un 60 % de los escaños en la primera legislatura con su fundador en el Elíseo, a carecer de mayoría absoluta cinco años más tarde, antes de pasar a ser desde este domingo la tercera fuerza del país, muy lejos de la ultraderecha y de la alianza de izquierda.

Según las proyecciones de voto, el partido de Macron podría salvar en la segunda vuelta, el próximo día 7, entre 60 y 90 escaños en la nueva cámara baja, lejos de los 250 que tenía en la actualidad y a años luz de los 361 que había conseguido en 2017 en la estela de su primera victoria en las presidenciales.

Una trayectoria descendente que deja al borde del precipicio un movimiento político muy personalista y a su líder atrincherado en el Elíseo, con poco margen de maniobra para pilotar su sucesión, puesto que no puede presentarse en 2027.

De hecho, el propio Macron ha ido arrinconando a su partido. Tras convocar por sorpresa las legislativas el pasado 9 de junio después de su derrota en las europeas, colocó en el mismo nivel a la extrema derecha y al Nuevo Frente Popular, la alianza de izquierdas lanzada por La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon con los socialistas, comunistas y ecologistas.

Pero este domingo dio un nuevo giro e hizo un claro llamamiento a frenar a la ultraderecha aunque eso suponga hipotecar varios de sus posibles escaños.

"Frente a la Agrupación Nacional, es hora de una amplia unión claramente democrática y republicana para la segunda vuelta", afirmó el presidente francés tras la primera vuelta.

Cohabitación a la vista

En todo caso, Macron parece abocado a nombrar la próxima semana a un primer ministro de extrema derecha o de izquierdas, pero ningún escenario le permite mantener en el Gobierno a alguien de su partido.

Es el epílogo de un movimiento que ha ido perdiendo iniciativa política y en el que el presidente se ha ido alejando de sus propios colaboradores, hasta el punto de que en la reciente campaña electoral su rostro ha estado casi ausente de los carteles de sus candidatos.

Su popularidad ha ido deteriorándose de forma paulatina, hasta tocar fondo. Tres cuartas partes de los ciudadanos no confían en él y muchos han abandonado una línea política que nació como rompedora y revolucionaria para acabar siendo percibida como conservadora y continuista.

Macron ha visto que la mayoría social que había construido en 2017 se ha ido dispersando entre sus principales rivales, los que fueron entorpeciendo su mandato. La extrema derecha ha sabido sacar partido del descontento que se manifestó en 2018 en el movimiento de los 'chalecos amarillos' y la izquierda ha capitalizado el rechazo que provocó el año pasado la controvertida reforma de las pensiones.

Cada día más aislado, el presidente francés ha visto cómo incluso en su propio campo político su voz ya no generaba adhesión, sino discrepancia.

Sus aliados han ido distanciándose de su figura y tomando posiciones de cara a su herencia, que cuentan asaltar sin su concurso.

El centrista François Bayrou, que siempre fue fiel a Macron, ha ido marcando distancias con este y en la noche electoral le situó en el centro del "voto de sanción" a sus políticas.

Más contundente fue Edouard Philippe, que fue su primer ministro entre 2017 y 2020, y que incluso acusó a Macron de haber roto la unidad de su movimiento, al tiempo que se postuló como el hombre capaz "de reunir a la derecha y al centroderecha del país".

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