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El horror navegable de Misrata

Varios cientos de heridos llegan al puerto de Bengasi procedentes de la ciudad asediada por las fuerzas de Gadafi, que se ha convertido en un auténtico infierno

Rebeldes libios saludan la llegada del ferry turco 'Ankara', cargado de heridos procedentes de la ciudad de Misrata.
Javier García (Efe) / Bengasi (Libia)

05 de abril 2011 - 05:03

El intenso horror que vive Misrata, la tercera ciudad libia y objeto desde hace semanas del ataque de la artillería pesada y las tropas gadafistas, llegó el domingo a Bengasi, la capital rebelde, a bordo de un barco de pabellón turco cargado con 250 heridos provocados por los combates.

La llegada del buque, un ferry de varios pisos de transporte de vehículos, despertó una gran expectación en Bengasi, ya que se trataba de los primeros testigos que llegaban al bastión rebelde desde la ciudad cercada desde hace más de un mes por las huestes de Gadafi y que todavía resiste, sin embargo, a duras penas.

El gran barco hizo sonar sus sirenas durante más de media hora mientras se aproximaba y atracaba en uno de los muelles del puerto. En el interior del navío decenas de heridos poblaban los garajes reservados habitualmente a los vehículos, además de los camarotes y las diferentes salas de sus cuatro plantas.

Omar Abdelfatah, un ingeniero civil en la cincuentena, tendido en una camilla del garaje como muchos otros, fue alcanzado por múltiples trozos de metralla tras la explosión de un obús o el disparo de un carro de combate junto a su casa, en un complejo de edificios de viviendas.

"Creo que fue la cuarta bomba que cayó en nuestra zona la que me alcanzó, no sé muy bien de donde venía, sólo que estaba trabajando con mi cuñado y de repente hubo una gran explosión que hizo un gran boquete en las paredes del edificio justo pegado a mi casa", relató.

A los pocos segundos, su cuñado le dijo que estaba herido y él mismo comprobó que no podía moverse y que tenía heridas y dolor en varias partes del cuerpo.

"Tenía pedazos de metralla en los brazos, en las piernas, cerca del pecho", afirmó a Efe al tiempo que mostraba las hendiduras y las marcas producidas por las esquirlas en múltiples partes de su cuerpo, una de ellas cerca del corazón, todavía vendada.

Según Abdelfatah, la situación en la ciudad es "terrorífica", ya que se escuchan los bombardeos "todo el tiempo", no sólo en una parte sino en varias zonas, y sus habitantes permanecen encerrados en sus casas "con mucho miedo a que uno de los obuses les toque a ellos".

Además, añadió, está el peligro de los francotiradores de Gadafi, que se han instalado en los edificios más altos de la ciudad y disparan directamente sobre las ventanas de las viviendas y sobre cualquiera que se atreva a salir a la calle. "No hay ningún lugar seguro, no te sientes a salvo en ninguna parte de la ciudad porque las bombas caen en cualquier parte. A un vecino mío lo alcanzaron en su coche", dijo el ingeniero y explicó que los hospitales de Misrata están "llenos de gente herida" y que no tienen ya casi medicinas ni especialistas.

Una versión corroborada por Mefta Zetuan, un profesor universitario, que ha debido dejar la ciudad del oeste libio y embarcarse hacia Turquía para intentar curar a su hijo, trabajador de la Media Luna Roja y alcanzado por los disparos de un francotirador cuando trataba de evacuar a unos heridos en el centro de Misrata.

"Los francotiradores están en los edificios altos y controlan especialmente la avenida principal de la ciudad que conecta las salidas con Bengasi y Trípoli", afirmó Zetuan, quien asegura que desde el comienzo de los combates, hace casi 45 días, se contabilizan entre 250 y 260 muertos y cerca de un millar de heridos en la ciudad.

"Además, la artillería pesada y los carros de combate disparan desde varios kilómetros fuera de la ciudad y nadie sabe dónde van a caer sus proyectiles, hay un gran terror, la gente está encerrada en sus casas con mucho miedo", dijo.

Pese al intenso asedio, las tropas del régimen no han conseguido todavía tomar la ciudad, debido a la escasez de sus efectivos humanos, según el profesor, que asegura, sin embargo, que los rebeldes que la defienden se están quedando sin armamento.

Algunas fuentes indicaron que los insurgentes cargaban ayer armas ligeras y pesadas en dos buques de guerra que permanecen atracados en el puerto de la capital del este libio, una mercancía que podría ir destinada a Misrata.

El ferry turco, en el que viajan también un centenar de familiares de los heridos, tenía previsto salir de Bengasi con destino al puerto de Esmirna.

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