El enigma Assange

La figura del fundador de Wikileaks genera debate y polémica

El fundador de Wikileaks, Julian Assange, en una imagen reciente.
El fundador de Wikileaks, Julian Assange, en una imagen reciente.
Peter Zschunke (Dpa) / Berlín

06 de diciembre 2010 - 05:03

Es un enigma. Julian Assange aparece en el escenario internacional de la opinión pública pero no se muestra. Su proyecto Wikileaks tiene por objetivo mejorar el mundo. En la esfera privada, sin embargo, el australiano de 39 años tiene que responder por acusaciones de violación. Mientras desde su plataforma de internet se aboga por la transparencia, las teorías conspirativas suscitan estampas estrambóticas.

Él es su impulsor. "Desde abril no tenemos un respiro", dijo en entrevista con la revista estadounidense Forbes, que se publicó esta semana. Según Forbes, Assange tiene una áspera voz de barítono.

Y áspera es también la atmósfera que se respira entre su propia gente de creer en las informaciones del ex portavoz de Wikileaks Daniel Domscheit-Berg, quien relató que Assange se mostró ante un estudiante islandés como un dictador al afirmar: "Yo soy el corazón y alma de esta organización, su fundador, su teórico, su portavoz, su primer programador, su organizador, su financiero y todo lo demás. Si tienes un problema conmigo, lárgate".

Domscheit-Berg, que a mediados de diciembre quiere iniciar una alternativa a Wikileaks, describió a Assange como una "personalidad realmente brillante, es talentoso y muy especial".

Ya de joven, Assange dominaba el mundo de la informática e indagaba en las redes on line. Entonces se mudaba de un lugar a otro de Australia con sus padres, que tenían un teatro ambulante. A los 24 años, Assange tuvo por primera vez problemas con las autoridades, cuando él y sus amigos hackers fueron acusados de infiltrarse en redes protegidas.

Unos diez años después, en 2006, Assange fundó con sus propios amigos Wikileaks como una plataforma en internet, donde se publican documentos enviados de forma anónima sobre circunstancias o situaciones cuestionables.

Durante mucho tiempo, Wikileaks respondió a ese concepto de "alertador" sobre una persona en particular o sobre iniciativas diversas y de esa forma buscaba fomentar la transparencia democrática.

Con la publicación de una documentación en vídeo interna de las Fuerzas Armadas estadounidenses sobre un ataque aéreo a civiles en Iraq, Assange y Wikileaks coparon los titulares de los medios en todo el mundo a mediados de abril.

Desde entonces, Assange vive con una maleta y a menudo duerme en casa de amigos y conocidos por temor a conspiraciones en su contra. Cree que está en el punto de mira de los servicios secretos.

El miércoles Wikileaks difundió un enlace de YouTube sobre una grabación de televisión en la que un funcionario del Gobierno canadiense afirma que a él "no le disgustaría" que "Assange desapareciera".

Para Assange también hay un complot del Gobierno estadounidense en relación a las acusaciones de violación y acoso sexual de dos mujeres que le denunciaron en Suecia.

La Interpol publicó el miércoles una orden de detención de categoría roja (de máxima prioridad): "Se busca Assange, Julian Paul". El abogado sueco de Assange, Björn Hurtig, ofreció que su defendido fuese interrogado sobre las acusaciones por teléfono, videoconferencia y otras vías de comunicación desde el extranjero, pero la Fiscalía sueca insiste en la presencia física del acusado.

Y por si no hubiese bastantes cuestiones sin resolver, en la red no dejan de ganar fuerza las teorías conspirativas de que las recientes revelaciones de Wikileaks serían en realidad un gigantesco complot propagandístico urdido por EEUU. Los mensajes revelados, según una de las teorías conspirativas, resultan más creíbles si son difundidas por un declarado opositor del Gobierno norteamericano.

Desde un lugar desconocido, Assange apareció on line el martes en la revista Time a través de Skype, cuyas cuentas de internet para llamadas gratuitas entre ordenadores son consideradas especialmente seguras.

En su intervención, Assange pidió la dimisión de la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, si realmente resulta verdad que ordenó espiar a diplomáticos acreditados ante la ONU.

Las revelaciones de Wikileaks deberían suscitar reformas: "Las organizaciones deberían ser eficientes, abiertas y sinceras o de lo contrario pueden ser cerradas, conspiradoras e ineficientes", dijo Assange.

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