Silvio el insaciable

Su relación con las mujeres aceleró su desprestigio político.

Silvio el insaciable
Silvio el insaciable
A. Salvador

13 de noviembre 2011 - 21:43

"Zavalita, ¿en qué momento se nos jodió el Perú?", se pregunta Mario Vargas Llosa a través de sus personajes en la inmortal Conversación en la Catedral. Es difícil elegir una fecha para determinar el principio del fin de la carrera política de Silvio Berlusconi, el momento preciso en el que se nos jodió Il Cavaliere. Pero quizá enero de 2007 sea la fecha que más se aproxime.

Berlusconi, que empezó como cantante de música melódica en cruceros y estaciones balnearias, siempre ha hecho honor a su fama de donjuán y su relación con las mujeres ha sido amplia y variada. El problema para Il Cavaliere fue que, en el último tramo de su vida, se demostró incapaz de distinguir entre su vida pública y su vida privada, lo que le llevó a favorecer políticamente a numerosas mujeres cuyo mayor, y a veces único, atributo era simplemente su belleza física.

Quizá el primer caso, o al menos el primero que escandalizó a Italia, fuera el de Mara Carfagna. Un día de enero de 2007 Silvio Berlusconi estaba especialmente inspirado mientras participaba en un programa de televisión junto a la bella Mara, una mujer cuyo principal mérito era haber aspirado a un título de miss. "Porque soy un hombre casado, si no le pediría matrimonio hoy mismo", le dijo un Silvio cada vez más lanzado.

La anécdota se hubiera quedado en eso si no hubiera sido porque a su esposa, Veronica Lario, no le sentó nada bien la gracieta del primer ministro y le exigió una disculpa pública que nunca llegó. Veronica decidió entonces divorciarse de Berlusconi y airear sus numerosos escándalos de faldas de un marido "adicto al sexo".

Años después, Mara Carfagna sería nombrada, curiosamente, ministra de Igualdad de Oportunidades en el gabinete de Berlusconi, demostrando en primera persona que oportunidad era, en la Italia de Berlusconi, conocer al primer ministro en el sitio adecuado y en el momento oportuno.

El escándalo subió de tono cuando un Berlusconi ya lanzado acudió con luz y taquígrafos a celebrar el 18 cumpleaños de la napolitana Noemi Letizia, su nueva amiga. "Estoy indecisa entre iniciar una carrera como modelo o en el Parlamento", manifestó abiertamente Noemi. "Papi decidirá". "Papi" era, por supuesto, Silvio Berlusconi que le regaló un bonito colgante y un cheque para su familia.

Mientras tanto, Veronica Lario aseguraba que "Italia se ha convertido en un país donde las madres ofrecen a sus hijas para calmar la sed de sexo de sus dirigentes. Un país donde la palabra sacrificio y esfuerzo no existen porque la fama, el dinero y la suerte llegan con la televisión".

La lista de escándalos continuó con Patrizia D'Addario, una prostituta de lujo, que reveló públicamente sus visitas a una de las villas del primer ministro e incluso sus encuentros sexuales con Berlusconi, repletos de detalles morbosos que hicieron las delicias de una parte del país: la de aquellos hombres y mujeres que siempre han defendido e incluso celebrado las aventuras de su primer ministro como algo inherente al país.

Si enero de 2007 puede situarse como la fecha del inicio de la caída de la estrella del empresario y político, en mayo de 2010 estalla el gran escándalo, el que realmente puede acabar con el primer ministro en prisión o, al menos, muy cerca de ella.

Karima el Maghrub, alias Ruby Robacorazones, entra en acción.

Una noche de mayo de 2010 una comisaría de Milán recibe una llamada del mismo Silvio Berlusconi. El primer ministro ordena que se ponga en libertad a la joven, acusada de haber sustraído dinero y joyas a una compañera de piso, porque "es sobrina de Mubarak y hay que evitar un escándalo internacional". Berlusconi dice a los policías que Nicole Minetti, una diputada de Lombardía, acudirá a recogerla.

Minetti también tiene su pequeña historia. Se trata de la higienista dental que curó al primer ministro después de que éste resultara herido en la boca por un desequilibrado que la había atacado con una reproducción en mármol de la catedral de Milán. Minetti pasó de su oscuro trabajo a diputada en la cámara de Lombardía.

La verdad de la historia de Ruby y Nicole es ampliamente conocida. La primera habría mantenido relaciones sexuales con el primer ministro mientras era menor de edad, algo que en el Código Penal italiano está catalogado como inducción a la prostitución y penado con prisión. Berlusconi, temeroso de que Ruby pudiera delatarle, pone a la chica en manos de Minetti que, según las investigaciones de la fiscalía de Milán, era la encargada de la intendencia del grupo de mujeres más cercanas al primer ministro.

El caso de Ruby Robacorazones puso al descubierto una trama en la que amigos de Berlusconi se encargaban del reclutamiento de las chicas (las cuales eran premiadas entre otros regalos con apartamentos en el centro de Roma y de Milán), de su manutención y de tenerlas siempre dispuestas para las fiestas conocidas como bunga-bunga, una expresión que Ruby atribuye al dictador libio Muamar el Gadafi, al que Berlusconi consideraba "un amigo íntimo".

El caso terminó de dividir a la sociedad italiana y a la Iglesia (que tímidamente empezó a criticarle) pero unió a gran parte de las mujeres, a los intelectuales y a la oposición que se multiplicaron en sus exigencias de dimisión.

Y también unió a la Fiscalía de Milán que abrió un proceso a Berlusconi. Paradojas del destino: serán tres mujeres las que decidirán sobre su futuro.

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