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Mubarak, aferrado al poder pese a la presión de El Baradei

Estadounidenses y europeos han tolerado al líder egipcio durante décadas como garante de una estabilidad obtenida mediante violaciones de los derechos humanos y en parte hasta le han adulado.

Anne Beatrice Clasmann (Dpa)

31 de enero 2011 - 21:55

El cairo/El Premio Nobel de la Paz Mohammed El Baradei intenta expulsar al presidente egipcio Hosni Mubarak del poder presionando desde la calle. Sin embargo, el mandatario de 82 años se aferra a su puesto. Mubarak ha transmitido estos últimos días la imagen del anciano jefe de una empresa familiar que se considera irremplazable. "¡Márchese, renuncie, desaparezca!", gritan los manifestantes. "¡Abajo Mubarak!" es la consigna que opositores han escrito en todo El Cairo en muros y paredes. La hora para una retirada digna ya ha pasado para Mubarak. El anciano rais quiere evitar a toda costa ser expulsado tras 30 años en el poder entre insultos y vergüenza. Prefiere acercarse con pasos muy pequeños a los opositores a los que hasta ahora había reprimido, acosado y enfrentado entre sí.

Pero aunque ha cesado al odiado ex ministro de Interior y al primer ministro y pese a haber nombrado al fin a un vicepresidente, ni su pueblo ni los gobiernos occidentales están satisfechos. Los estadounidenses y europeos han tolerado a Mubarak durante décadas como garante de una estabilidad obtenida mediante violaciones de los derechos humanos y en parte hasta le han adulado.

Sin embargo, el ejemplo de Túnez, donde el ex presidente Zine el Abidine Ben Ali, en apariencia plenamente instalado en el poder, fue derrocado por su pueblo antes de que funcionarios en Bruselas y las principales capitales europeas pudiesen reaccionar, ha supuesto también un rápido cambio de postura entre los europeos. Gran parte de los egipcios desean un cambio radical. Quieren que Mubarak se marche y con él todo el odiado aparato, de los parlamentarios corruptos hasta los jefes policiales, que se embolsan a diestro y siniestro sobornos y pagan su mal humor con taxistas y pequeños delincuentes.

El problema es sin embargo que ni siquiera en estos días críticos la oposición es capaz de hablar con una misma voz. Además no ha logrado hasta ahora poner al Ejército de su lado. Y sin el apoyo de las fuerzas de seguridad un país como Egipto podría verse arrastrado rápidamente a la anarquía. Apenas había anunciado El Baradei que lideraría la oposición, los representantes de los partidos tradicionales opositores comenzaron a darle la espalda. El partido liberal Wafd, el partido Tagammu de izquierdas y los naseristas explicaron que El Baradei no hablaba en su nombre. Esto significa que aunque Mubarak y sus más leales colaboradores han aterrorizado durante todo el fin de semana a los residentes de las grandes ciudades, retirando a la policía de sus puestos para que saqueadores y ladrones ocasionales tomaran las calles, en lo político casi no se han producido avances.

Hasta ahora Mubarak no ha cumplido ninguna de las tres principales demandas planteadas por la oposición: retirada, cambios en la Constitución y elecciones anticipadas. Los frentes abiertos continúan por tanto siendo los mismos que hace una semana. Pero la desconfianza y la enemistad son aún más fuertes que entonces. Este lunes se reunieron frente al edificio del sindicato de abogados en el centro de El Cairo 300 miembros de la oposición. Los manifestantes, de mediana edad, visten en su mayoría ropas tradicionales. Sin embargo, demandan lo mismo que los jóvenes que acampan en la plaza Tahrir: "Desaparece, desaparece".

El Frente Nacional por el Cambio, que intenta desde el año pasado conciliar a los enfrentados grupos opositores, hizo una propuesta. Tiene intención, en caso de que Mubarak finalmente renuncie, de formar un gobierno de transición que permanecería en el poder seis meses. Desde su punto de vista ese tiempo bastaría para modificar la Constitución y preparar las elecciones. Sería un gobierno de transición del que por primera vez formaría parte un miembro de los Hermanos Musulmanes que abogan por una islamización del Estado egipcio.

También El Baradei pasaría a formar parte de ese gobierno transitorio, así como las Fuerzas Armadas. Hasta ahora sin embargo el Ejército no se ha acercado a El Baradei. Los seguidores de El Baradei intentan unir también a su causa al partido Wafd, de momento sin éxito. Al mismo tiempo vuelve a aumentar el número de manifestantes en la plaza de El Tahrir (la Liberación), pese al toque de queda. Para este martes está prevista una nueva manifestación masiva. El combate por el poder junto al Nilo pasa a la siguiente ronda.

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