La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Rabat/La pacífica y festiva jornada de manifestaciones por todo Marruecos para pedir reformas democráticas derivó a última hora en disturbios en varias ciudades que empañaron las reivindicaciones y arrojan dudas sobre el futuro de las protestas. Siguiendo el mismo patrón que en el resto de países árabes, un grupo de jóvenes fue el encargado de convocar a través de Facebook las concentraciones para pedir una nueva Constitución que limite el poder ejecutivo del rey Mohamed VI.
Existía expectación por conocer la respuesta de los marroquíes a este llamamiento, el primero en el país después del estallido de las revueltas árabes en Egipto, Túnez, Bahrein o Yemen. A la convocatoria, denominada el Día de la Dignidad, se sumaron asociaciones de derechos humanos, partidos de izquierda y, sobre todo, los islamistas del movimiento Justicia y Caridad, que demostraron su poder de convocatoria en la mayor protesta, celebrada en Rabat con alrededor de 10.000 personas. Pese al temporal de lluvia y viento con que amanecieron la mayoría de ciudades marroquíes, el clima concedió un respiro a los manifestantes según avanzaba la mañana, lo que propició que se sumasen a las protestas familias con niños.
En Rabat, la marcha se dirigió desde la plaza de Bab el Had, junto a la medina, hacia el Parlamento con un número cada vez mayor de gente, que repitió consignas como "el pueblo quiere una nueva constitución" y que entonó repetidamente el himno de Túnez en honor a la revolución en ese país. En su mayor parte, los manifestantes no hicieron alusiones directas al monarca, si bien los blancos de sus cánticos fueron algunos de sus asesores más cercanos, como su antiguo secretario y fundador del partido PAM, Fuad Ali el Hima, o el hombre encargado de dirigir sus finanzas, Munir Majidi. En Casablanca, mientras, muchos de los cerca de 2.000 manifestantes que se congregaron blandían rosas rojas y amarillas para destacar el carácter pacífico de la protesta.
Pero ese pacifismo se fue diluyendo con el paso de las horas hasta degenerar en auténticas batallas campales en algunas ciudades marroquíes. En localidades del norte y del sur de la geografía marroquí comenzaron a surgir actos de vandalismo y violencia que tuvieron como objetivo comisarías de policía, sucursales bancarias, establecimientos de hostelería o edificios oficiales.
Los disturbios más graves tuvieron lugar en Larache y Alhucemas, en el norte del país, así como en Marraquech, en el sur, y en todas ellas la policía practicó un número indefinido de detenciones, según señalaron a Efe fuentes de los servicios de seguridad. En la localidad rifeña de Alhucemas, los manifestantes lanzaron piedras contra una comisaría y prendieron fuego a dos vehículos de policía, según testigos presenciales. Najim Hidush, activista asociativo local, aseguró que "los organizadores perdieron el control de los manifestantes cuando estos se enfrentaron a las fuerzas del orden, que usaron gases lacrimógenos". Hidush agregó que la mayoría de los incontrolados fueron jóvenes que habían llegado a la ciudad expresamente para la manifestación procedentes de las zonas rurales alrededor de Alhucemas.
Fuentes de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos añadieron que también fueron atacados la sede del partido gobernante Istiqlal, el ayuntamiento y la subprefectura de la ciudad. Mientras, testigos presenciales relataron que hoteles y restaurantes en el casco histórico de Larache fueron objeto de saqueos por un grupo de manifestantes, que sumergieron las calles de esta ciudad en el caos sin que, en el inicio, interviniese la policía. También en el norte, en Tetuán fueron apedreadas las fachadas de cinco cafés y hubo saqueos de dos sucursales de la distribuidora de agua y electricidad Amendis, mientras que en Tánger los manifestantes lanzaron piedras y objetos contra una discoteca.
Por su parte, uno de los organizadores de la manifestación en Marraquech dijo que desde las 13:00 las manifestaciones "sufrieron la presencia de grupos de jóvenes que no respetaron su carácter pacífico". Explicó que casi un centenar de jóvenes llegaron a la manifestación y comenzaron a lanzar piedras contra locales comerciales situados en las zonas aledañas, incluido un restaurante McDonald's y una tienda de la cadena española de ropa Zara.
El Movimiento 20 de Febrero, al que pertenecen los jóvenes convocantes de las protestas, denunció en un comunicado los disturbios y acusó al Gobierno marroquí de estar detrás de algunas de estas acciones. "Ha habido actos de violencia impulsados por el Gobierno, que ha pagado a personas para llevarlos a cabo", aseguraron los jóvenes, que denunciaron que "la policía secreta, vestida de civil, agredió a jóvenes del 20 de febrero" en ciudades como Alhucemas, Marraquech y Larache. Los jóvenes aseguraron también que tienen la intención de seguir manifestándose a diario en Rabat y que el próximo fin de semana piensan congregar a "todos los partidos políticos y asociaciones civiles" a nuevas protestas.
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