Londres y Washington, en pie de guerra

Los dos aliados dejan atrás su discurso contemporizador paulatinamente

Marko Mierke (Dpa) Londres

27 de agosto 2013 - 05:03

El presidente estadounidense, Barack Obama, y el primer ministro británico, David Cameron, anunciaron tras hablar por teléfono casi media hora el fin de semana una "seria respuesta" si se comprueba que Al Asad gaseó a cientos de personas.

Los dos aliados han emprendido un radical cambio de curso. Cuando el ministro de Exteriores británico, William Hague, se reunió con su homólogo estadounidense, John Kerry, el 12 de junio, aún decía sobre una posible intervención militar de la comunidad internacional frases como "la Siria que quedaría al final no sería una Siria en condiciones de funcionar, por eso, debe haber una solución política". Al menos públicamente, Kerry pareció coincidir, ya que esa también era la línea del Gobierno de EEUU.

Diez semanas hicieron del diplomático Hague un posible general. Hoy en día, el político conservador ni siquiera considera necesario un voto unánime del Consejo de Seguridad para enviar aviones o barcos de guerra a Siria. También en Estados Unidos son cada vez más las voces que piden una intervención. La Casa Blanca afirmó que Naciones Unidas es importante, pero que "no es el único camino", según dijo un alto funcionario del Gobierno de Obama al diario The Wall Street Journal.

A pesar de que Obama no tomó aún ninguna decisión, el Pentágono se prepara para ataques con misiles desde barcos de guerra, de acuerdo con el diario. Sabe por experiencia que puede confiar en sus socios sin una resolución del Consejo de Seguridad: el Reino Unido estuvo a su lado rápidamente, al igual que Francia, en el bombardeo de Libia.

El antiguo imperio colonial del Reino Unido está en retirada como potencia mundial. La Royal Army perdió el brillo de otras épocas. Para la inspección de armas atómicas y el uso de los portaaviones depende más bien de la ayuda de Francia. Aún no se sabe qué pasaría si Escocia se declara independiente en el referéndum del año que viene. En ese caso, Londres debería buscarse un nuevo puerto para sus submarinos atómicos, y con ello para todo su potencial disuasorio.

La dura posición de Londres hacia el régimen de Al Asad es vista como una demostración de fuerza. Y hace tiempo que el Reino Unido tiene intereses en la región. Como su estrecha relación con el emirato de Qatar, que invierte millones en la alicaída economía británica y que es considerado uno de los enemigos regionales más acérrimos del régimen de Al Asad.

EEUU ve cada vez más al Gobierno de Damasco como una amenaza para su estrecho aliado de Israel. Además, existe el temor de que las armas químicas terminen en manos de terroristas. Por eso, el objetivo de Obama de eliminar las armas de destrucción masiva podría operar como justificación para un operativo militar. Además, corre cada vez más el riesgo de poner en juego su credibilidad. Él mismo justificó en marzo de 2011 la intervención en Libia con las siguientes palabras: "Algunas naciones quizá puedan ignorar los horrores de la guerra en otros países. Estados Unidos es distinto. Como presidente no pude esperar a que hubiera fotos de matanzas y fosas comunes". En caso de que Al Assad sea realmente responsable de una matanza con gas venenoso, deberá rendir cuentas con sus propias palabras.

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