¿Loco y ultraderechista o sólo loco?
masacre en los fiordos El avance de los partidos populistas y xenófobos ha sido constante en Europa
Los dirigentes de partidos de extrema derecha en Europa buscan poner distancia con el asesino noruego pero resulta inevitable preguntarse por la relación entre ese tipo de ideas y la matanza
Los partidos de ultraderecha europeos, que en los últimos diez años han ganado importancia en las urnas, estaban ayer en el punto de mira tras las matanzas de Noruega cometidas por un ex militante del populista Partido del Progreso que denuncia la creciente islamización del viejo mundo.
Anders Behring Breivik, de 32 años, autor de la matanza de al menos 93 personas en Oslo y en la isla de Utoya el pasado viernes, presentado por las autoridades como un "fundamentalista cristiano", militó en el Partido del Progreso (FrP) entre 1999 y 2006 y fue responsable juvenil a nivel local. "Me entristece aún más saber que fue miembro de nuestro partido", declaraba el sábado Siv Jensen jefa del FrP, segundo partido político de Noruega -ocupa 41 de los 169 escaños del Parlamento- que defiende un endurecimiento de la política de inmigración y denuncia la islamización de la sociedad.
Politólogo experto en la extrema derecha, Jean Yves Camus considera que el "asunto principal" es saber "qué relación existe entre la violencia política de extrema derecha y el avance de formaciones populistas xenófobas, algunas claramente de extrema derecha". Camus afirma que esos partidos juegan un doble papel: "frenan" las expresiones más violentas pero "generan gente que en un momento" abandona esas estructuras. Según el experto francés en países escandinavos Cyril Coulet, ése fue el caso de Breivik que consideró al FrP "demasiado moderado".
Varias ONG que luchan contra el racismo y la xenofobia señalaron inmediatamente la responsabilidad de las formaciones de ultraderecha en tragedias como la de Noruega, que mostró "el verdadero rostro de la extrema derecha", según la asociación SOS Racismo.
"En toda Europa, los partidos populistas y de extrema derecha (...) tienen una fuerte responsabilidad en el clima de deterioro que pesa en todo el continente", afirmó el Movimiento contra el Racismo y por la Amistad de los Pueblos (MRAP) que mencionó a las formaciones de ultraderecha presentes en Francia, Noruega, Dinamarca, Hungría y Holanda.
La ultraderecha también ganó terreno en Suecia, Finlandia, Bélgica, Bulgaria, Austria, Italia, Grecia y Eslovaquia.
Estas acusaciones pusieron a los dirigentes de ultraderecha a la defensiva.
Marine le Pen, jefa del Frente Nacional (FN) que en los últimos meses llegó a cosechar más del 20% de las intenciones de voto con miras a las elecciones presidenciales francesas de 2012, acusó al MRAP de hacer una "amalgama (...) abyecta entre el FN y el terrible drama noruego" que atribuyó a un "desequilibrado solitario".
El líder holandés del Partido para la Libertad (PVV) Geert Wilders también atribuyó los ataques a un "espíritu violento y enfermo".
"Quieren comprometer a los partidos de derecha con esta clase de gente. No tenemos nada que ver con esta clase de gente", se defendió Filip Dewinter, líder del partido de ultraderecha flamenco Vlaams Belang, que en las pasadas elecciones belgas obtuvo el 12,6% de los votos.
"Aun si el FrP se distancia de su retoño, deberá interrogarse sobre la abominación que pudo alimentar", opina el editorial del diario francés Liberation.
El movimiento de extrema derecha English Defence League (EDL) desmintió contactos con Breivik a quien las autoridades noruegas presentaron rápidamente como un "noruego de origen" para frenar especulaciones sobre una autoría islamista.
Los expertos coinciden en que tras los atentados de 2001 en Estados Unidos atribuidos a la red islamista Al Qaeda, partidos en el poder y servicios de seguridad se concentraron en el extremismo islámico.
"Después del 11 de septiembre, los neoconservadores estadounidenses pusieron énfasis en la lucha contra el islamo-fascismo y redesplegaron contra el islam las temáticas de la subversión comunista" lo cual "tuvo un gran éxito en la opinión pública", subrayó el especialista francés Nicolas Lebourg al diario Le Monde.
Anders Behring Breivik se ha convertido desde el viernes en el mejor heredero del asesino de Oklahoma, Timothy McVeigh, un simpatizante neonazi que en 1995 mató 168 personas al destrozar un edificio público en esa ciudad estadounidense.
"En algún momento habrá que preguntarse sobre la responsabilidad de las ideas" que "presentan a Europa como un continente en vías de islamización y a todos los musulmanes como enemigos de Occidente", consideró Camus.
"Hay mucha gente que juega con fuego", advirtió.
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