Opinión
Eduardo Florido
El estancamiento retórico de García Pimienta
El servicio secreto de Ucrania SBU emprendió un "operativo antiterrorista" en todo el país tras los letales disturbios que dejaron el martes al menos 26 muertos y más de 1.000 heridos, mientras Estados Unidos y la Unión Europea apuntaron posibles sanciones contra los responsables de la violencia. Gobierno y opositores se culparon mutuamente de la escalada vivida el martes en Kiev, primero cerca del Parlamento —durante una manifestación para exigir una reforma constitucional— y que después se extendió a la plaza de la Independencia (Maidan), epicentro de las protestas opositoras desde noviembre, donde la policía actuó contra los manifestantes.
Allí continuaron este miércoles los enfrentamientos: mientras las fuerzas policiales empleaban camiones con mangueras contra los manifestantes atrincherados tras las barricadas, éstos lanzaron piedras, petardos y cócteles molotov contra los uniformados. Y mientras, se preparaban para nuevos embates: desde la tribuna de Maidan, los oradores pedían reforzar las barricadas, después de que ardieran la mayoría de las tiendas de campaña instaladas en la plaza.
La cúpula ucraniana se mostraba mientras tanto inflexible, con poca disposición al compromiso. El jefe de gobierno interino, Serguei Arbusov, acusó a la oposición de intento de golpe de Estado, acusación que permitió al servicio secreto SBU primero comenzar a investigar a "algunos políticos", sin que se revelaran sus nombres, y después, activar una "operación antiterrorista". "Agrupaciones extremistas y radicales suponen un peligro real para la vida de millones de ucranianos con sus acciones", justificó. "Intentan imponer su objetivo con la violencia de las armas, incendios, secuestros y asesinatos. Esas son acciones terroristas concretas". El SBU llamó a liquidar a las organizaciones que sean calificadas de terroristas.
El Ministerio de Asuntos Exteriores exigió a la comunidad internacional la "máxima objetividad" a la hora de calificar la grave crisis que atraviesa el país. Las noticias que llegaban de Occidente apuntan a que habrá sanciones: el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no descarta medidas de castigo, adelantaron su portavoz, Jay Carney, y el viceasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes, durante el vuelo del mandatario a Toluca para una cumbre tripartita con los mandatarios de México y Canadá.
Mientras, desde París el presidente francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, abogaron por imponer sanciones a los responsables de la violencia. Algo que según el presidente del Consejo de la Unión Europea, Herman van Rompuy, podría suceder cuando se reúnan este jueves en Bruselas los ministros de Exteriores del bloque para aplicar "sanciones económicas y restricciones de viajes" a la cúpula dirigente en Ucrania. También el Banco Europeo de Inversiones (EIB) anunció la congelación de sus proyectos en la ex república soviética.
Pero según Rhodes, Washington espera que la mera amenaza de sanciones lleve a un cambio de actitud del gobierno de Viktor Yanukovich. Poco antes, el embajador estadounidense en Kiev, Geoffrey Pyatt, había anunciado la anulación del visado a varios funcionarios ucranianos relacionados con al violencia. Sin embargo, el presidente ruso Vladimir Putin responsabilizó a los "extremistas" de la violencia y respaldó la versión de un intento de golpe de Estado, dijo su portavoz Dmitri Peskov. Los ministros de Exteriores de Alemania, Francia y Polonia viajarán el jueves a Kiev para intentar mediar.
Las protestas en la ex república soviética comenzaron en noviembre, después de que Yanukovich se negara a firmar un tratado de acercamiento a la Unión Europea y reafirmara sus lazos con Rusia. El martes, la violencia escaló y se cobró 26 vidas —entre ellas las de diez policías y al menos un periodista—, según los últimos datos oficiales, aunque los expertos creen que el número de víctimas es mayor. La renombrada doctora Olga Bogomolez habló de más de un millar de manifestantes heridos. Unos 300 efectivos de las fuerzas de seguridad también resultaron heridos. Según el Ministerio de Sanidad, más de 600 personas fueron trasladadas a hospitales. Además, hay unos 60 opositores detenidos a los que el Ministerio del Interior está instruyendo un sumario por disturbios a gran escala.
El presidente Yanukovich declaró el jueves jornada de duelo nacional. En recuerdo de las víctimas mortales permanecerán todos los edificios estatales cerrados y las banderas e Ucrania ondearán a media asta. El líder opositor Vitali Klitschko se mostró decepcionado por los resultados de la infructuosa reunión la noche del martes con el presidente. Yanukovich no reaccionó de forma adecuada a la situación, dijo, y exigió la retirada de las fuerzas del orden. La portavoz de Klitschko subrayó que por ahora no hay nuevas conversaciones previstas.
Yanukovich, por su parte, acusó a los opositores de intentar tomar el poder a la fuerza. Y amenazó con "emplear otro tono" si los líderes de la oposición no se distancian de las fuerzas radicales. Se trata de "criminales que tendrán que comparecer ante la Justicia", dijo. El ministro de Defensa en funciones, Pavel Lebedev, ordenó desplazar una brigada a Kiev para asegurar los depósitos de armas y municiones.
Yanukóvich y la oposición ucraniana declaran una tregua
El presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, y la oposición acordaron una tregua. "Hay buenas noticias. Ahora se ha declarado una tregua y ha comenzado un proceso negociador para la estabilización de la situación", afirmó Arseni Yatseniuk, líder del principal partido opositor, Batkivschina (Patria). Además, destacó que "se han cancelado el previsto asalto y la dispersión" del Maidán o plaza de la Independencia de Kiev, donde se concentran varios miles de manifestantes opositores desde hace casi tres meses. "Después del encuentro podemos afirmar con seguridad que no dispersarán nuestro Maidán. Lo principal es conservar la vida humana", destacó. Yatseniuk aseguró que las fuerzas de seguridad tenían previsto declarar el estado de excepción y ordenar la dispersión violenta del Maidán.
Según la prensa local, los opositores persuadieron al presidente de que el desalojo del Maidán por la fuerza ocasionaría numerosas víctimas mortales. Previamente, Yanukóvich había asegurado que los dirigentes opositores "se pasaron de la raya cuando llamaron a la gente a las armas". "Y eso es una clamorosa violación de la ley. Y los criminales deben comparecer ante la Justicia, que determinará su castigo", señaló.
Mientras, los opositores niegan que llamaran a la gente a alzarse en armas ya que "la muerte de cada persona es una tragedia". "Los trágicos sucesos del 18 de febrero no son un guión escrito por la oposición política ucraniana, que ha sido, es y será partidaria exclusivamente de formas de protesta pacífica", señala un comunicado emitido por los tres partidos opositores con representación parlamentaria.
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