Extremistas, pero ¿quiénes son?
Tragedia en pakistán Multitud de especulaciones sobre la autoría del magnicidio
Las conjeturas sobre los autores del asesinato de Benazir Bhutto apuntan desde a una parte de los servicios secretos militares a los líderes tribales que apoyan a los talibanes, pasando por Al Qaeda u otros grupos
Si existe una persona a la que no le habría sorprendido y consternado el asesinato de la líder opositora paquistaní Benazir Bhutto ésa era probablemente la propia Bhutto, pues predijo días antes de su muerte que era el blanco de un atentado. No obstante, a partir de aquí se ensombrece el panorama.
Bhutto habló sin dar nombres de figuras dentro del gobierno del presidente, Pervez Musharraf, y de los oscuros servicios secretos de Pakistán, que simpatizaban con los extremistas islámicos. Dijo que estaban tramando matarla porque se sentían amenazados por su creciente popularidad de cara a los comicios del 8 de enero.
Pero comentó asimismo que el grupo extremista en la volátil área tribal junto a la frontera con Afganistán también la quería ver muerta por denunciar el integrismo islámico durante sus mítines.
Ahora, alentados por el dolor y el impacto de su muerte, simpatizantes y adversarios de Bhutto están inmersos en un feroz debate que parece no tener fin sobre quién es el responsable de su muerte.
"Algunos elementos del Gobierno tal vez estén involucrados porque eso es lo que ha estado diciendo Benazir Bhutto", afirma Talat Masood, un general retirado paquistaní y analista militar.
"Ella tenía alguna información desde dentro de que querían matarla" añadió. "Ella dijo que era una amenaza para ellos. Son tiempos muy inciertos y difíciles".
Hay muchas especulaciones sobre "quiénes" son, algo que al Gobierno paquistaní le gustaría evitar. Así, no fue una sorpresa que al cabo de unas horas de haber prometido una investigación judicial independiente sobre el asesinato, miembros de las fuerzas de seguridad dieran una rápida y curiosa conferencia de prensa para anunciar que un comandante de Al Qaeda en el área tribal había dado la orden del ataque.
En una presentación que elevaría el asesinato de Bhutto a los anales de la conspiración folclórica, el portavoz del Ministerio del Interior, Javed Iqbal Cheema, dijo que Bhutto no murió por el impacto de las balas o la metralla del atentado suicida sino por haberse fracturado el cráneo con el mecanismo que abre el techo solar de su land rover blindado.
Cheema también aseguró que las autoridades habían interceptado una conversación en la que Baitullah Mehsud, un comandante talibán y destacado simpatizante de Al Qaeda, felicitaba a un desconocido por el éxito del ataque. "Tenemos pruebas irrefutables de que Al Qaeda y sus hombres están intentado desestabilizar Pakistán", dijo Cheema, quien estaba claramente nervioso durante la rueda de prensa y eludió las cuestiones importantes planteadas por los periodistas.
Y tenía razones para estar desencajado. Sólo unas horas antes había dicho a la prensa que la causa del fallecimiento de Bhutto había sido la metralla de la bomba y su superior, el ministro del Interior, Hamid Nawaz Khan, aseguró que el atacante no había disparado el arma.
Todavía más preocupante es que el doctor que dijo al mundo que Bhutto murió por una herida de bala se retractase al día siguiente y asegurase en conferencia de prensa que Bhutto se había fracturado la sien derecha.
Miembros del Partido Popular de Pakistán (PPP), inclusive aquellos que estaban junto a ella cuando murió, niegan las explicaciones del Gobierno y afirman que son "una sarta de mentiras".
"Aquellos que quieren dar la impresión de que el ataque fue llevado a cabo por Al Qaeda y los talibanes no quieren que se conozcan las caras reales de los que están detrás de los hechos", dijo a la BBC un portavoz del partido Farhadullah Babar. "Están difundiendo esos rumores para distraer la atención", añadió.
¿Pero la atención de qué? No es un secreto que el servicio de inteligencia militar paquistaní guardaba estrechas relaciones con milicias extremistas islámicas hasta 2001, cuando Musharraf retiró el apoyo al régimen talibán en Afganistán y se alió con el presidente de Estados Unidos.
"Esos lazos existen (...) entre los extremistas religiosos y los políticos radicales. Las posibilidades son numerosas", dice Ayesha Siddiqa, analista de seguridad y autor de un libro sobre el Ejército paquistaní. "Musharraf querría que el mundo creyese que es Al Qaeda", dijo. "Yo no diría definitivamente que es Al Qaeda hasta que no haya una investigación independiente", añadió.
Ahora, con el país y las elecciones en el aire, están abiertas todas las apuestas. "El plan era tener algún tipo de respaldo popular para que la continuación de la guerra contra el terrorismo pudiese tener apoyo", señala el analista político Ayaz Amir. "Pero ahora parece que todo ha volado por los aires", añadió. Y eso era exactamente los que "extremistas", quienes quiera que sean, querían.
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