Esclavos sin derecho siquiera al descanso eterno

María Salas (Efe), Roma

22 de agosto 2015 - 05:03

Las autoridades de Catania, en la isla italiana de Sicilia, lamentan que no tienen más sitio en sus cementerios para enterrar a los inmigrantes cuyos cuerpos son recuperados en aguas del Mediterráneo y por ello se acumulan desde abril decenas de ataúdes.

El vicealcalde de la ciudad, Marco Consoli, explicó ayer que hay 65 féretros que esperan todavía sepultura y algunos de ellos permanecen acumulados en espacios del cementerio desde el pasado mes de abril.

Y es que viajan centenares de kilómetros cada día para llegar al campo, trabajan a más de 50 grados en largas jornadas y cobran entre dos y cuatro euros la hora: son los nuevos esclavos de Italia, jornaleros forzados por la crisis y el drama de la inmigración.

La crisis económica que sufre Italia y la continua llegada de inmigrantes a sus costas han creado las condiciones de las que se aprovechan los empresarios agrícolas, que oprimen, a veces hasta la muerte, a trabajadores desesperados por un jornal.

Trabajan largas horas al día con una paga que ronda los 27 euros por jornada en los diferentes campos del país, que gestionan las empresas agrícolas, algunas de ellas conocidas como "agromafias" en Italia.

Un escándalo que ha estallado con la denuncia de Stefano Arcuri, el marido de Paola Clemente, una italiana de 49 años y madre de tres hijos que murió por un infarto, posiblemente provocado por un golpe de calor mientras recogía uvas en Andria, una localidad en la región de Apulia, al sur de Italia. "Necesitábamos el dinero", reconoció el viudo.

"Un trabajo muy duro, pero no podemos hacer otra cosa", lamentó Arcuri, que contó cómo su mujer cobraba 27 euros al día por una jornada que, en total, duraba 13 horas, porque incluía unas cinco horas de transporte en autobús hasta llegar al campo, a 300 kilómetros de distancia de su casa.

El traslado se hace a través de las empresas conocidas como "tour operadoras", que se encargan de recoger con autobuses a los empleados, la mayoría de ellas mujeres, que deben viajar durante horas hasta llegar a las huertas en las que trabajan.

En estas condiciones se encuentran otros 40.000 trabajadores, según fuentes del sindicato Confederación General Italiana del Trabajo.

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