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Desembarco rebelde en Trípoli

La insurrección moviliza a sus combatientes más experimentados, que llegan a la capital procedentes de todo el país para tratar de controlar los barrios más difíciles

Combatientes rebeldes llegan al barrio de Abu Salim para expulsar definitivamente a las fuerzas 'gadafistas' de Trípoli.
Dominique Soguel (Afp) / Trípoli

26 de agosto 2011 - 05:03

Los rebeldes libios movilizan a sus combatientes más experimentado para controlar los sectores más arduos de Trípoli, donde se mantiene la amenaza de los francotiradores, las explosiones de cohetes y la artillería pesada.

Combatientes venidos de las montañas de Nefusa, en el suroeste, o de Bengasi, en el este, confluyen hacia Trípoli con la esperanza de someter la totalidad de la capital al control de los rebeldes.

"Hay cierta resistencia y debemos enfrentarnos a los francotiradores", afirma Yusef el Haj, originario de la localidad de Yefren, en el Djebel Nefusa y llegado a Trípoli con la primera oleada de rebeldes el 20 de agosto.

"Menos mal que hay refuerzos continuos: Yefren, Nalut, Zauiya", localidades que abrieron la ruta a los rebeldes que avanzaron hacia Trípoli el domingo, añade.

"Acogemos a los rebeldes porque queremos ser libres", explica Miftah. De 51 años, este profesor de Trípoli tomó las armas para proteger su barrio. Prometió no volver a clase hasta la victoria rebelde.

Pero la acogida más calurosa se la llevaron los combatientes aguerridos de Misrata quienes, tras un asalto relámpago por mar a principios de la ofensiva sobre la capital, avanzaron por la carretera sur de Trípoli en grandes convoyes de camiones armados con cañones antiaéreos.

En barrio de Suk el Juma, la población estalló de alegría con la llegada de unos 60 rebeldes de Misrata el miércoles. "Estamos muy contentos. Los soldados de Misrata pueden ganar cualquier batalla", afirma Taha Abu Zeid. "Pueden ganar hasta Afganistán".

Algunos descansan ante la casa de Safia Gadafi, primera esposa del Guía libio, a orillas del mar, convertida en una base de operaciones rebeldes. Otros van directamente a las zonas de combate.

"Voy a Bab al Aziziya", explica Hicham Zeid, que vino de Misrata, en referencia al complejo residencial de Muamar el Gadafi que cayó el martes en manos rebeldes. "Hoy capturaremos a Gadafi, si Dios lo quiere", añade, cuando el antiguo dirigente sigue en paradero desconocido.

Usama Mohamed al Ahrar, quien creció en Bengasi, piensa en la forma para acabar con los francotiradores tras dos días de combates concentrados en Bab al Aziziya. "Vamos a disparar granadas perforadoras contra las fachadas de los inmuebles" para hacerlas estallar, asegura este hombre de 25 años, que explica haber adquirido experiencia en Misrata. La ciudad rebelde, a 200 kilómetros al este de Trípoli, fue asediada y bombardeada por los soldados gubernamentales durante meses antes de que los rebeldes lograran estrechar el cerco.

"Seguramente es más fácil aquí que en Misrata. La resistencia no está tan extendida", apunta.

Los combates se concentran en los perímetros de Bab al Aziziya y de Abu Slim, donde corre el rumor de que Gadafi liberó, armó y pagó a prisioneros para defender su régimen. "Hemos echado a Gadafi de su casa. Le echaremos de Trípoli", asegura Omar Gresa, un combatiente rebelde de 20 años.

Pero los rebeldes admiten que la batalla de Abu Salim, bastión de las fuerzas leales a Gadafi, es complicada debido a las dificultades de coordinación de tropas que vienen de diferentes lugares.

"Hemos tomado la casa de Gadafi con facilidad. Pero nuestras tácticas militares deben estar centralizadas", subraya Ahmed Mohamed, de 33 años.

"Ha sido un combate muy duro. Estuve ayer en el frente de las 07:00 a las 23:00", explica Ali ben Said, alcanzado por una bala cuando alzaba la bandera rebelde en el techo del cuartel general de Gadafi.

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