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Cerebro europeo y músculo aliado, arriesgado experimento

Fernando Heller (Dpa) / Bruselas

24 de marzo 2011 - 05:03

Las bombas guiadas por láser y los misiles de crucero que caigan sobre Libia podrían ser operados por la OTAN, pero el cerebro que tome la decisión política de atacar estaría en los despachos del Elíseo o de Downing Street: Occidente intenta concretar un arriesgado híbrido político-militar.

Según informaciones próximas a la OTAN que circulaban ayer en Bruselas, los aliados están cerca de concretar una curiosa amalgama: se trata de intentar que el mundo árabe no deje de prestar su apoyo a la operación militar contra el régimen de Gadafi.

El objetivo de esta simbiosis de nuevo cuño es que el mando militar no esté en manos de la OTAN sino en el despacho de los líderes europeos, a excepción de Alemania.

El secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, sabía muy bien que la participación de la OTAN en la operación equivaldría a moverse en arenas movedizas. Por eso dejó claro que habría condiciones a la participación: que su presencia fuera necesaria para establecer la "zona de exclusión aérea", y que existiera el respaldo expreso de la ONU, la Liga Árabe y la Unión Africana.

No obstante, la Alianza sigue sin dar un paso claro al frente de la operación en Libia, cada vez más próxima a un escenario puramente bélico, con el riesgo de atizar una guerra civil. Los 28 miembros de esta alianza militar no consiguen ponerse de acuerdo sobre su papel en el conflicto. Es una muestra tangible de que a la "coalición de los voluntarios", liderada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, con el apoyo de su homólogo estadounidense, Barack Obama, y el premier británico, David Cameron, comienzan a salirle grietas.

Según el secretario general de la Liga Árabe, Amr Mussa, nadie desea en el mundo árabe que un general de la OTAN, o la Alianza en bloque, tenga un papel preponderante "de comando".

Ayer, el ministro galo de Exteriores, Alain Juppé, reiteraba las informaciones sobre que existe un acuerdo tácito entre Washington, Londres y París, con el consentimiento del resto de aliados de la coalición, para que la OTAN tenga "un papel operativo y no político".

Según esta definición, el músculo de la operación serían las armas manejadas por artilleros, pilotos o fusileros navales de la Alianza, pero las decisiones de activar cañones, desplazar fragatas o lanzar los misiles Tomahawks estará, en manos de, básicamente, Sarkozy, Obama y Cameron.

La pregunta podría ser: ¿podrá el mundo árabe establecer que las eventuales víctimas civiles debidas a posibles errores de cálculo en las trayectorias de los cohetes (de una precisión de +/- 1 metro), no son "de la OTAN" sino "de la parte política, de los aliados"?

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