¿Caerá también su imperio?
la marcha de berlusconi
La dimisión de Il Cavaliere supone un duro golpe para su conglomerado mediático Mediaset, que se ha beneficiado de que su fundador fuera primer ministro de Italia
La caída el sábado de Silvio Berlusconi representa un golpe duro para su imperio mediático, Mediaset, el cual se ha beneficiado ampliamente de contar con su fundador en el cargo de primer ministro de Italia durante ocho de los últimos diez años.
Según numerosos analistas y expertos, el final del reinado de Berlusconi fue anticipado por los mercados, ya que los títulos de Mediaset se desplomaron un 49% en los últimos seis meses al mismo tiempo que la bolsa de Milán perdía un 30%.
"El mercado reconocía de hecho que había un conflicto de intereses" que favorecía al grupo de Berlusconi, sostiene Fabrizio Perretti, profesor de Economía de la Universidad Bocconi de Milán.
La señal más reveladora de tal anomalía ocurrió el lunes pasado, cuando circulaba con insistencia su renuncia al cargo por presión de los mercados.
Berlusconi prefirió reunirse en su residencia privada de Milán con sus hijos: Marina, presidente del holding de la familia Fininvest y de la casa editorial Mondadori, y Piersilvio, vicepresidente de Mediaset.
Con ellos se encontraba Fedele Confalonieri, presidente de Mediaset y su amigo de toda la vida.
Un verdadero consejo de guerra para reflexionar sobre el futuro de la dinastía, sostuvo el diario La Repubblica, que aseguraba que la tercera fortuna de Italia se benefició indudablemente con su carrera política.
Su enorme fortuna, cuyo origen ha suscitado interrogantes a los que nunca ha dado respuestas satisfactorias, aumentó en 2.000 millones de dólares (unos 1.470 euros) en 1994, el año en que fue nombrado por primera vez primer ministro.
En el año 2000 acumuló 13.000 millones de dólares (9.500 millones de euros), pero la crisis mundial la redujo notablemente, según la revista Forbes.
Además de las leyes ad personam, Berlusconi favoreció con leyes específicas a sus empresas y sobre todo debilitó a la competencia, como cuando aumentó el impuesto al valor agregado a su rival, el canal de televisión de pago Sky Italia.
La lista es sorprendentemente larga, sostiene uno de los expertos consultados, que mencionaba también entre ellas la subvención otorgada para la compra de decodificadores, construidos por una empresa de su hermano, razón por la cual Mediaset fue condenada por la Justicia europea.
Igualmente, aprovechó el poder para limitar la publicidad en los canales de pago, además de atribuir frecuencias sin licitación.
Como jefe de Gobierno, Silvio Berlusconi tenía el poder de nombrar a los miembros de la junta directiva de la RAI, la televisión pública, el principal competidor en el mercado de televisión de su imperio mediático.
Una serie de escuchas telefónicas reveló que los nuevos dirigentes de RAI, nombrados por él y en general antiguos directivos de Mediaset, consultaban y decidían la programación más conveniente para los canales de Berlusconi, recuerda Perretti.
La publicidad privilegió además siempre sus canales de televisión.
Si se comparan los ingresos publicitarios entre 2000 y 2010, los años en los que estuvo en el poder -a excepción de 2006 a 2008-, la RAI representaba en 2000 el 58% de los ingresos. La cifra bajó al 47% en 2010, aún si la audiencia del servicio público era mayor.
El futuro es sombrío para Berlusconi, quien tiene numerosos líos judiciales, pero sobre todo fue condenado en julio por la Justicia italiana a pagar una indemnización de 564 millones de euros al grupo CIR, de propiedad de su rival Carlo de Benedetti, por la adquisición ilegal a través del soborno de un miembro del jurado de la casa editorial Mondadori.
Il Cavaliere corre el riesgo de ser condenado también por fraude fiscal por el proceso Mediaset, mientras a su hijo Piersilvio y Fedele Confalonieri les han iniciado un juicio por fraude en otra filial del grupo Mediatrade.
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