¿Quién es Ben Laden?

Una reciente información de la CNN norteamericana aseguraba que todos los expertos en terrorismo sólo están de acuerdo en una cosa: dudan si el líder de Al Qaeda está vivo o está muerto.

Una joven pasa ante un mural en el que se ensalzan los atentados del 11-S.
Una joven pasa ante un mural en el que se ensalzan los atentados del 11-S.
Iara M. Búa

14 de septiembre 2009 - 05:03

Al Qaeda, La Red, es el grupo terrorista fundado por Osama Ben Laden en Afganistán en 1988 con el objetivo de luchar contra los soviéticos que ocupaban el territorio. En 1989, tras el asesinato de Abdulá Azzam, líder fundador del MAK, promotor del internacionalismo islamista y personaje que captó a Ben Laden en la lucha para asentar el islam en los territorios musulmanes, la agrupación acabó modificando sus objetivos.

Según Peter Bergen, uno de los mayores expertos en terrorismo islamista y una de las escasas personas que ha entrevistado cara a cara a Ben Laden, este asesinato posibilitó extender las aspiraciones de Azzam -combatir a los Estados musulmanes apóstatas- a nivel mundial. Bergen asegura que "pronto se produjo la ruptura entre Azzam y los ultrayihadistas de la órbita de Ben Laden, lo que probablemente le costara la vida al primero; lo asesinaron unos agresores desconocidos en noviembre de 1989, un año después de que se fundara en secreto Al Qaeda".

Operaciones

"En el periodo transcurrido entre la retirada soviética de Afganistán en febrero de 1989 y el regreso de Ben Laden a ese país en mayo de 1996, Al Qaeda se fue volviendo cada vez más global (…) Puede uno hacerse a la idea de las ambiciones globales de Al Qaeda con el ofrecimiento de Ben Laden al Gobierno saudí de los servicios de sus veteranos afganos después de que Sadam Husein invadiera Kuwait en agosto de 1990".

Afganistán fue el laboratorio perfecto para adiestrar y entrenar a combatientes por la causa islamista. Con la reexportación del veterano afgano (muyahidines) a su país de origen se pretendía la demolición de gobiernos o estructuras moderadas para sustituirlos por dictaduras islamistas.

En su nueva base de Sudán, durante los primeros años noventa, Al Qaeda también intentaría involucrarse en la guerra de Somalia para oponerse a la misión humanitaria estadounidense. Al Qaeda también mandaría muyahidines a combatir en Bosnia contra los serbios en 1993, y licenciados de sus campamentos pondrían una bomba en el World Trade Center de Nueva York ese mismo año. En 1995, miembros de ala egipcia del grupo intentarían asesinar al presidente egipcio Hosni Mubarak en Etiopía.

"La decisión del Gobierno saudí de permitir la entrada de unos quinientos mil soldados estadounidenses en Arabia Saudí -como presencia tras la invasión de Kuwait por parte de Sadam Husein- en 1990 fue un momento crucial para Ben Laden. A principios de 1990 se volvería contra la familia real por su decisión de confiar a no musulmanes la defensa de la tierra santa de Arabia", continúa Bergen. A mediados de los años noventa, la base principal de Al Qaeda se mantendría en Sudán, gracias a la estrecha amistad de Ben Laden con el líder Hassan al-Turabi, fundador del Frente Islámico de Sudán.

En esos momentos, el movimiento fundamentalista armado de los talibanes se apoderaba de Afganistán. Los talibanes estaban formados por una alianza entre los graduados de las madrasas afganas y paquistaníes, jóvenes refugiados afganos empobrecidos que se habían criado en Pakistán y cabecillas de la agrupación tribal pastún. Este hecho fue de gran utilidad para un Ben Laden que regresaba al país -considerado por él como la Medina del siglo XXI- y establecería una buena relación con el líder del grupo, el mulá Omar, proporcionándoles dinero y guerreros árabes a cambio de un refugio seguro y carta blanca para la construcción de los campos de adiestramiento de Al Qaeda. Dadas las buenas condiciones, ése fue el momento en que Ben Laden lanzó su guerra santa contra Estados Unidos e Israel en la fatua de 1996 publicada en un diario musulmán de Londres.

Esplendor

"Los años comprendidos entre 1996 y 2001 fueron aquellos en los que Ben Laden alcanzó el apogeo de su poder. En Afganistán fue capaz de crear su propio reino de la yihad", concluye Bergen. Tanto Ben Laden como sus aliados, entre los que destaca el médico egipcio Aymán al Zawahiri, pretenden dar un salto cualitativo en su interpretación de la yihad y difundirla en toda la umma, la comunidad de los creyentes musulmanes, así como a cualquier país del mundo donde hubiese una comunidad islámica que ellos consideren mínimamente oprimida.

En mayo de 1998, Ben Laden celebró una rueda prensa en la que anunció públicamente que "había formado, junto a otros grupos islámicos y organizaciones un frente llamado Frente Islámico Internacional para librar la yihad contra los cruzados y judíos (…) esperando que esto borre la vergüenza de los musulmanes". Se ampliaron los objetivos no sólo a los gobiernos islámicos impíos y apóstatas, que sobrevivían gracias al apoyo de Occidente o Estados Unidos e Israel, responsables de la humillación de los musulmanes, sino a todos sus aliados en un afán por establecer un califato dictatorial de orden teocrático bajo las rígidas leyes de los islamistas radicales.

A partir de este momento se realizaron los ataques a las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania (agosto de 1998) y un intento de hundir el destructor estadounidense USS Cole en Yemen (octubre de 2000), hecho que, según Bergen, lo colocó al timón de la yihad islamista mundial.

Las frecuentes entrevistas televisivas provocadoras ofrecidas por Ben Laden a diferentes cadenas, junto a otros motivos internos seguramente relacionados con el ímpetu del líder saudí, provocaron malestar entre los talibanes -excepto en el mulá Omar- que acabarían intentando alejarlo de su organización. Fue tal vez gracias a sus predicaciones radicales hechas por internet y por televisión que, tras el ataque estadounidense sobre Afganistán y Sudán en 1998 ordenado por la administración Clinton ("Hoy he ordenado a nuestras fuerzas armadas que atacaran unas instalaciones implicadas en actividades terroristas en Afganistán y Sudán debido a la amenaza inminente que suponía para nuestra seguridad nacional…") fue surgiendo algo similar a un "culto a Ben Laden" para los yihadistas. Ese culto ayudó a alimentar un volumen sin precedentes de reclutas para los campamentos de Al Qaeda, y también atrajo a diversos grupos islamistas militantes que entablaron vínculos con Al Qaeda.

Amenaza

Bergen asegura que este éxito llevó a "Ben Laden a cometer un error de bulto al calcular la respuesta estratégica estadounidense a los atentados del 11-S, que a su entender sería una retirada de Oriente Próximo al estilo de la salida estadounidense de Somalia en 1993, o una invasión terrestre a gran escala en Afganistán parecida a la invasión soviética de 1979, que permitiría a los talibanes y a Al Qaeda librar una guerra de guerrillas clásica". Ninguna de las dos conjeturas se hizo realidad. La campaña estadounidense contra los talibanes fue llevada a término con una potencia aérea abrumadora, decenas de miles de hombres de la Alianza del Norte y no más de trescientos soldados de las fuerzas especiales estadounidenses sobre el terreno. Y Al Qaeda perdió la mejor base que jamás ha tenido. Es posible que el 11-S fuera una victoria táctica para Al Qaeda, pero supuso un desastre estratégico para la organización.

En 1999 Ben Laden ya había declarado su intención de adquirir armas químicas y nucleares como deber religioso. En unos documentos de Zawahiri hallados en un ordenador de Al Qaeda este declaraba la curiosa forma en que comenzaron a prestarle atención a este tipo de armas: "El enemigo -Occidente- empezó a pensar en estas armas -químicas y biológicas- antes de la Primera Guerra Mundial. A pesar de su peligrosidad extrema, nosotros no cobramos conciencia de ellas hasta que el enemigo llamó nuestra atención al respecto con sus repetidas declaraciones sobre lo preocupante de que pudieran elaborarse de manera sencilla y con material de fácil acceso". En 1997 se supo que habían conseguido residuos radiactivos, que servirían de detonante de armas radiológicas, provenientes de las repúblicas centroasiáticas de la antigua Unión Soviética. A pesar de esto, Bergen asegura que gracias a la intervención estadounidense en Afganistán en 2001, se puso fin al incipiente programa de armas de destrucción masiva de Al Qaeda, más allá de sus esfuerzos por adquirir material nuclear.

El 5 de febrero de 2003, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Collin Powell intentó demostrar una incipiente alianza entre Sadam Husein y Al Qaeda en el cabecilla insurgente más temido en Iraq, el jordano Musab al Zarqawi, defensor de la idea de desencadenar una guerra civil entre suníes y chiíes.

Influencia

"La guerra de Estados Unidos en Iraq vigorizó a Al Qaeda (…) Estados Unidos invadió una nación musulmana rica en petróleo en el corazón de Oriente Próximo, el tipo exacto de aventura imperial que Ben Laden llevaba tiempo prediciendo como meta a largo plazo de los cruzados en la región", comenta el periodista estadounidense, lo que junto con el despertar del fervor fundamentalista de suníes y chiíes del país, provocó una yihad defensiva, justificada por el avance estadounidense. De esta manera, los combatientes extranjeros de la yihad llegaron a Iraq antes de la derrota del régimen de Sadam Husein, provocando la mayoría de los atentados suicidas al mando de Al Zarqawi.

Ben Laden y su número dos, Al Zawahiri, han seguido influyendo en los militantes yihadistas mediante la divulgación de cintas de audio y vídeo. Producto de ello fueron los atentados de Bali en 2002, el intento de asesinato del presidente de Pakistán, Parvez Musharraf, el atentado contra el consulado británico en Estambul, así como los perpetrados en los trenes de Madrid y el metro de Londres, que demuestran su persistente autoridad.

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