Ben Ali, de reformador a dictador sin escrúpulos

El mundo ha quedado estupefacto ante este hombre que permite que se dispare contra manifestantes y no da ni la más mínima importancia a la libertad de reunión y de expresión.

Ben Ali, de reformador a dictador sin escrúpulos
Ben Ali, de reformador a dictador sin escrúpulos
Ansgar Haase (Dpa)

14 de enero 2011 - 22:08

Durante años, Zine el Abidine ben Ali supo cómo evitar caer en la imagen de un dictador sin escrúpulos. Pero en las últimas semanas la caída fue imposible: la represión del primer gran movimiento de protestas que estalló en sus 23 años de gobierno se cobró la vida de 66 personas. El mundo ha quedado estupefacto ante este hombre que permite que se dispare contra manifestantes y no da ni la más mínima importancia a la libertad de reunión y de expresión. El viernes, ante el aumento de la presión por parte de la población, el presidente directamente huyó al exilio.

Ben Ali aprendió cómo funcionan las rigurosas cadenas de mando desde abajo. Se formó en academias militares de Francia y Estados Unidos y luego trabajó durante décadas en las altas esferas de la seguridad militar y nacional, etapa que sólo se vio interrumpida por diversas estadías diplomáticas en el extranjero. En 1987 fue nombrado ministro del Interior y luego primer ministro. A fines de ese mismo año, dio un golpe de Estado contra Habib Burguiba (1903-2000), presidente para ese entonces senil, y tomó el poder contando con respaldo de la comunidad internacional. En su discurso de asunción prometió trabajar por la democracia, el pluralismo y la justicia social.

Incluso se había propuesto anular la presidencia como cargo vitalicio. Pero hacia el final de su tercer mandato la reforma de la Constitución hizo posible su reelección, y en vano esperó la población que Ben Ali cumpliera el resto de sus promesas. Si bien el presidente tuvo ciertos logros a nivel económico y social y llevó al país a ser un modelo en la región en estos aspectos, los derechos civiles y la libertad de expresión se vieron fuertemente afectados. La oposición, intimidada, no tuvo ninguna oportunidad en las cinco elecciones presidenciales celebradas durante ese período. Y el propio Ben Ali obtuvo los peores resultados de su historia en las últimas elecciones, en octubre de 2009. Sin embargo, oficialmente fue respaldado por el 89,62 por ciento de los votos.

Poco es lo que se sabe de la vida privada del presidente. Tiene fama de ser un apasionado de los ordenadores y de la tecnología en general y, dado su aspecto, parece considerablemente menor a los 74 años que tiene. Hasta ahora no se han confirmado los rumores de que este padre de seis hijos haya logrado vencer un cáncer. Su mujer, Leila ben Ali, se convirtió finalmente en una gran carga para el hombre de Estado: es conocida como una mujer despótica y muy codiciosa. Su familia, el clan Trabelsi, es acusada de corrupción y de un enriquecimiento desenfrenado. "Leila ben Ali es la mujer más odiada del país", sentenció un tunecino.

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