La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Un mes después del comienzo de la batalla de Alepo, los rebeldes sirios controlan varios barrios de la segunda ciudad de Siria, resistiendo los asaltos del Ejército del régimen de Bashar al Asad, con el que se enfrentan también en la capital del país, Damasco.
Al día siguiente del primer día del Eid el Fitr, que festeja el fin del ramadán, marcado por la violencia que dejó al menos 84 muertos, entre ellos 28 civiles, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informaba ayer de la muerte de al menos 16 personas en todo el país, la mitad de los cuales serían civiles.
En el sur, la ciudad de Herak estaba en situación catastrófica, denunció el Consejo Nacional Sirio (CNS), principal coalición de la oposición en un comunicado que llama a las organizaciones internacionales a intervenir.
"Los mortíferos ataques que lleva a cabo el régimen sanguinario desde hace casi tres meses sobre el Herak asediado impiden el suministro de alimentos y medicinas y provocan una catástrofe humanitaria", afirma el CNS.
El OSDH informó acerca de decenas de muertos y de heridos en los nuevos bombardeos de la madrugada del lunes en esta ciudad.
En la capital, los combates entre las fuerzas del régimen y los rebeldes estallaron poco después de medianoche en los barrios de Asali y de Qadam, donde se oían fuertes explosiones, según el OSDH, que se apoya en una red de militantes y de testigos distribuidos a través de Siria.
Las autoridades habían anunciado hace más de un mes que habían recobrado el control de absoluto Damasco, pero los combates seguían la semana pasada, en particular en los barrios de sur y de oeste de la capital.
Un mes exacto tras el inicio de la batalla de Alepo, los combates continuaban ayer por la mañana en el barrio de Suleiman al Halabi, donde sobrevolaban los helicópteros, mientras que el Ejército bombardeaba varios barrios rebeldes, según el OSDH.
El sábado por la noche, los helicópteros del Ejército lanzaron por primera vez octavillas sobre Alepo en la que llamaban a los rebeldes a rendirse y a los civiles a no ayudarles. Sólo dos horas después volvieron para abrir fuego contra varios barrios.
El domingo, con motivo del Eid, Bashar al Asad fue a rezar en una mezquita de un barrio elegante de Damasco, en su primera aparición pública desde el atentado que costó la vida a cuatro altos responsables de la seguridad el 19 de julio. La televisión oficial emitió imágenes del jefe de Estado rezando en la mezquita al Hamad, junto al nuevo primer ministro, Wael al Halaqi, y el jefe del Parlamento, Jihad Laham.
El régimen lucha ferozmente desde hace 17 meses contra una revuelta que se ha militarizado. En total, la represión y el conflicto han dejado más de 23.000 muertos, según el OSDH.
En el frente diplomático, el mandato de los observadores de la ONU en Siria finalizó oficialmente el domingo por la noche. Desplegados en abril para vigilar un tregua que nunca se llegó a aplicar, habían suspendido sus operaciones a finales de junio debido al espectacular recrudecimiento de la violencia.
El ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, declaró en la radio que el conflicto le costaba a Damasco 1.000 millones de euros mensuales y que la vía financiera podía ser un arma eficaz para "estrangular" al régimen. "Cada vez tiene menos reservas. Hemos contado que le quedaba para unos meses, salvo ayuda de Rusia e Irán. Es por ello que hay que hablar al menos con Rusia", uno de los principales aliados de Damasco, añadió.
Un diplomático ruso de alto rango acusó a las naciones occidentales de incrementar el suministro de armas a las fuerzas rebeldes en Siria, una acción que podría minar la efectividad cualquier posible sanción contra el país. "Cada vez aparecen más hechos, en los medios y en otros lugares, que apuntan a entregas masivas de armas fabricadas en Occidente a la oposición siria por medio de terceras naciones", escribió Guennady Gatilov, viceministro de Exteriores, en un twitter. "Sería interesante ver cómo nuestros socios occidentales, que están pidiendo sanciones contra Siria, podrían garantizar su cumplimiento", señaló.
Y mientras los bombardeos redoblan su intensidad en el norte de Siria y provocan la huida de miles de personas a Turquía, Ankara advirtió el lunes que el país, que acoge ahora a 70.000 refugiados sirios, no podría aceptar más de 100.000.
El ministro turco de Asuntos Exteriores, Ahmet Davutoglo, sugirió que la ONU instale campamentos de refugiados "en las fronteras con Siria" para hacer frente a la afluencia de personas desplazadas.
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